Hace dos años aproximadamente, las redes sociales y los medios de comunicación a nivel mundial mostraron una movilización permanente de afrodescendientes que dieron a conocer su estilo de vida, su forma de vestir, de adornarse y distintas alternativas para lucir nuestra cabellera.
Si bien estos espacios se han construido como forma de visibilizar nuestra cultura a través de distintas miradas, el objetivo recae en dignificar y reconocer que existe un mundo pluriétnico y multicultural, donde habitan distintas comunidades que enriquecen con su historia y su legado la diversidad del planeta.
Colombia, por supuesto, no fue ajena a estas manifestaciones culturales, incluso conquistó espacios impensables como el de la moda, el diseño y la televisión sin hacer mención del deporte, el baile y la política. Haciendo un recuento rápido, en el 2014, las pasarelas de Colombiamoda (feria de moda más importante de nuestro país) se paralizaron con los colores africanos que desfilaron en faldas, vestidos, blusas y turbantes realizados por una joven diseñadora afro que viajó hasta el pasado para traer en las prendas un poco de nuestra historia y de la simbología propia de una tierra creyente, espiritual y mágica.
El color y el profesionalismo llegó a las pantallas de televisión, con mujeres afro que día a día nos enseñan que no existen diferencias, que todos podemos alcanzar nuestros sueños y que cada rincón del país debe tener sus puertas siempre abiertas. Información precisa, trabajo arduo y amor por lo que hacen, demuestra que todos tenemos las mismas capacidades y que las barreras de color impuestas en la colonización, hoy hacen parte de la historia.
De igual forma las redes sociales estallaron con contenidos por y para afros, convirtiendo las publicaciones en una tendencia de gran alcance y magnitud, siendo así que las revistas de moda y los principales blogs del mundo centraron su atención en las novedades traídas de África para el mundo.
Es posible pensar que la fuerza de estas manifestaciones se asemeja a la rapidez con la que una colección se esparce por el planeta, es acogida por muchos y después pasa al olvido, de forma repetitiva y hasta sin sentido. Sin embargo, cada una de estas acciones y espacios construidos muestran una reivindicación de nuestra cultura, un empoderamiento de lo que somos y un auto-reconocimiento de nuestra africanía, nuestro origen y nuestro legado para darlo a conocer al mundo y entablar una lucha conjunta por el respeto a lo que somos, a nuestra tierra, a nuestras memorias.
El auge de estas expresiones no son una tendencia o una moda pasajera que con simpleza llega, se impone y se va, para dar paso a algo más fresco y aparentemente nuevo. Estas expresiones son un conjunto de construcciones desde los distintos roles que asumimos como actores sociales para crear espacios de participación consciente y diversa, donde prima el conocimiento del otro y el consumo de nuevas culturas para enriquecer nuevas formas de ser y estar en el mundo.
Empezar a vestir nuestra descendencia, a peinar nuestra historia, a adornar nuestras costumbres, a portar nuestra cultura, a respirar nuestro folclore, a sentir las marimbas y tambores, y a tatuar nuestras raíces en la piel, es lo único que nos va a permitir entender estos alcances en términos de procesos y no de tendencias.
ANA LÓPEZ: socióloga, especializada en sociología del diseño y con interés en el estudio de la estética afro desde una mirada conceptual y simbólica.
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Es gratificante ver como las luchas dadas por la visibilizacion y el reconocimiento, de nuestra etnia, como parte de este patrimonio cultural y legado historico, hoy marcan un icono en la transformación de nuestro contexto social.