
Este 24 de agosto, Marsha P. Johnson habría cumplido 80 años. Desde Afroféminas, creemos que la mejor forma de honrarla es recordar su vida tal como fue: un símbolo de resistencia, de alegría en la adversidad y de lucha constante en la intersección de todas las opresiones.
Marsha nació en 1945 en Elizabeth, Nueva Jersey, en el seno de una familia afroestadounidense de clase trabajadora. Desde muy joven, expresó su identidad de género con una valentía inquebrantable, a pesar de un entorno hostil que la empujaba sin cesar a la marginalidad. Como mujer negra y trans, la pobreza, la violencia policial y la discriminación social fueron parte de su día a día. Sin embargo, nos enseñó a vivir con dignidad, creatividad y una fuerza que aún hoy nos inspira.



Su nombre está ligado para siempre a las revueltas de Stonewall de 1969, ese momento fundacional de los derechos LGBTQ+. Allí también estuvimos nosotras, a través de Marsha y de tantas mujeres negras y trans que enfrentaron la brutalidad policial, silenciadas por la historia oficial. Stonewall fue un levantamiento protagonizado por las más marginadas, las que habían sido expulsadas de sus hogares y que sobrevivían en las calles. En ese contexto, Marsha P. Johnson se convirtió en una de las caras más visibles de la resistencia.
Su activismo, sin embargo, se extendió mucho más allá de Stonewall. En 1970, junto a su amiga y compañera Sylvia Rivera, fundó STAR (Street Transvestite Action Revolutionaries). Esta organización ofrecía techo, comida y apoyo a jóvenes trans, drag queens y personas sin hogar que eran perseguidas y criminalizadas. Este fue un acto político radical, una forma contundente de decir que sus vidas importaban y que nadie se quedaría atrás.
Marsha también participó activamente en el Gay Liberation Front y fue una presencia constante en manifestaciones y protestas. Nunca dejó de alzar su voz contra la discriminación, incluso cuando el propio movimiento LGBTQ+ intentaba marginar a las personas trans y racializadas en busca de un «respeto» social. Ella nos demostró que no hay liberación genuina si se sacrifica a las más vulnerables.
Aunque su vida estuvo marcada por la precariedad, la violencia policial y el racismo estructural, también la definieron la alegría, el color y la fuerza de su personalidad. Era conocida por sus coronas de flores y por una energía que contagiaba a quienes la rodeaban. Su propia existencia era un desafío político: vivir siendo negra, trans y pobre en un mundo que se empeñaba en negarla.
Marsha murió en 1992, en circunstancias que siguen sin esclarecerse. Su cuerpo fue hallado en el río Hudson y, aunque su muerte fue declarada un suicidio, muchas de nosotras sabemos que la vida de las mujeres trans negras no se extingue por sí sola; es apagada por un sistema que las persigue y las margina.
A 80 años de su nacimiento, no queremos quedarnos con el misterio de su final, sino con la fuerza de su vida. Marsha P. Johnson fue y es una de las nuestras: una mujer negra trans que nos enseñó que la resistencia también se construye con amor, comunidad y coraje.
Hoy la celebramos porque su memoria no es cosa del pasado, sino que vive en el presente de nuestras luchas. En cada grito contra el racismo, en cada paso del transfeminismo negro y en cada espacio donde afirmamos que nuestras vidas valen, Marsha camina con nosotras.
Redacción Afroféminas

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