
Después de la cacería en Torre Pacheco, vendrán más si no nos organizamos. No supone solo los síntomas de un malestar, es la sombra alargada de una realidad que hay que confrontar con las herramientas de la democracia.
El Gobierno no necesita más incendios porque ya sabe lo que tiene que hacer para actuar frente a estos desórdenes; han saltado ya todas las alarmas.
Las comunidades racializadas en el país somos conscientes de que los odiadores han iniciado una caza contra los inmigrantes y, de momento, el Gobierno de Coalición mantiene sus brazos caídos, como si esperara que el temporal se detenga por arte de magia.
VOX no es más que la avanzadilla de un sistema institucional que alberga el colonialismo, la xenofobia y el racismo como pilares fundacionales, justificando el odio hacia las personas de origen extranjero o migrante.
Tenemos a unos medios de comunicación a los que les cuesta señalar y nombrar a VOX. Somos conscientes de cómo se alimentan estos nefastos discursos. Es un engranaje del sistema y nadie nos lo tiene que recordar.
La acción del odio no es nueva en España. Sabemos lo que hay que saber y las personas que vivimos estas situaciones de opresión ya no estamos dispuestas a soportar más odio.
Los bulos han rebasado su límite. No existe más violencia en el país por parte de la inmigración, esto ya lo sabemos y no nos desgastemos más en explicarlo, porque los datos se encargan de demostrarlo.
Si fuera lo contrario, el problema radicaría en la organización del propio Estado respecto al desarrollo de leyes para proteger y asegurar los derechos de toda la ciudadanía.
La población de origen migrante no podemos ser corresponsables de los delitos que cometen algunos compatriotas.
Las comunidades no blancas en este país, no es razonable que tengamos que desarrollar nuestras vidas bajo sospecha y bajo el engranaje de hechos delictivos que no hemos cometido.

Si aplicamos esa lógica, la violencia de género, inherente a la cultura patriarcal, que abarca el asesinato de mujeres y niños en el país, debería responderse de la misma manera: atacando a los “blancos” que la cometen, porque son la mayoría.
Cuando se trata de racismo y la caza al inmigrante, el sentido común desaparece.
Las comunidades racializadas en este país estamos hartas de que nuestra humanidad se ponga siempre en entredicho.
¿Qué hace la «izquierda blanca» mientras tanto? Pues, siendo el racismo un problema estructural, tiene miedo a señalarlo; por eso no aparece en sus programas.
En tanto que la reacción de los partidos de esta izquierda no se clarifique, es mejor que la lucha nos la dejen a las comunidades concernientes. Si no van a transformar, que se quiten de en medio.
El racismo ha estado ausente en los programas de estos partidos de manera alarmante y su ausencia sigue siendo la norma. Por mucho que se barnice el escenario con ciertos marcos antirracistas, sabemos en qué lugar se hallan estas políticas, porque los hechos nos demuestran las acciones y se blanquean tanto, que a la hora de la verdad desaparecen.
Todos quisiéramos gritar a los cuatro vientos que España no es racista, pero no tenemos protocolos antirracistas en ningún ámbito. Así funciona el antirracismo en los escenarios políticos.
Es momento de que el Gobierno de Coalición responda a las demandas sociales y deje de esconderse para no enfrentar el racismo. Blanquear los discursos de odio no los hace desaparecer.

¡Basta de tanta protección a quienes oprimen! ¡Basta de proteger a los racistas!
La «caza al moro» es una acción peligrosa, y conocemos los ejemplos que han jalonado la historia, tanto en nuestro país como en otros lugares del mundo.
Lamentablemente, existen ciclos de repeticiones históricas. No permitamos iniciar momentos más complicados. Entendemos que nuestras comunidades moras, gitanas, negras, asiáticas, latinas, afrodescendientes no tienen por qué agachar la cabeza pidiendo perdón por los males que siembran algunos compatriotas.
La perpetuación del servilismo y la subordinación a la blanquitud no nos ayuda a analizar la violencia y no sirve para entender sus raíces.
La reacción de odio es únicamente válida para criminalizar a los inmigrantes y culpabilizarlos para seguir fomentando el racismo social que impregna nuestras vidas.
Es momento de actuar y somos absolutamente conscientes de que los partidos de la “izquierda blanca” en este país tienen miedo a la palabra racismo. Por eso no quieren incorporarla a su narrativa, porque el antirracismo conlleva un compromiso y siguen sin estar preparados ni para abrir el escenario para las normativas antirracistas, ni para abordar un debate profundo en estos términos.
Simplemente, tienen miedo por si les «cae la pólvora sobre sus cabezas».
Mientras tanto, las comunidades racializadas seguiremos alumbrando el camino de esta lucha, porque solo podremos caminar eliminando las opresiones que nos encontramos.
Estamos, por tanto, abiertas al debate. Pensamos en la lucha contra el racismo como el eje fundamental de defensa de nuestra propia dignidad y nuestras vidas.
Es hora de levantarse en este país y socializar el antirracismo en vuestros programas políticos, porque ya no admitimos excusas. Solo unidas podremos poner en marcha la defensa de esta lucha.
En cuanto al Gobierno de Coalición, una vez más, debe plantearse gobernar para todas las personas que habitamos el territorio español.
Es momento de poner en marcha las verdaderas reformas contra el odio y contra el racismo.
Existe una ley durmiendo el sueño de los justos en el Congreso de los Diputados: la Ley de Regulación Ya. Y recordemos que en el Ministerio de Igualdad, en la Dirección General para la Igualdad de Trato, también se redactó otra ley contra el racismo.
Es hora del antirracismo político.

Rita Bosaho
Activista afrofeminista y defensora de DDHH.
Primera diputada negra en el parlamento español y Ex-Directora General para la Igualdad de Trato y Diversidad Étnico Racial en el Ministerio de Igualdad del Gobierno de España.
Si has sufrido racismo, o conoces alguien que lo haya sufrido, contáctanos. Podemos ayudaros a denunciar.
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