Ser una mujer negra en la política conlleva una serie de desafíos únicos. Existe la carga de ser siempre la «primera» en cualquier puesto y el mayor escrutinio que ello conlleva. El trato que recibió la congresista demócrata Jasmine Crockett, de Texas, es un claro ejemplo de ello.
Fue noticia en mayo de 2024 cuando provocó una reacción violenta de la derecha después de llamar a la representante republicana de extrema derecha Marjorie Taylor Greene, de Georgia, «bleach blonde, bad built, butch body» (algo así como rubia decolorada, mal formada, cuerpo masculino), en respuesta a los propios comentarios de Greene sobre la apariencia de Crockett a la que había espetado «Creo que tus pestañas postizas te están arruinando la lectura».
Ahora, Crockett ha ofendido a la derecha al supuestamente dañar la reputación de Tesla, la marca de coches eléctricos del todopoderoso Elon Musk, por colaborar con un grupo de manifestantes que planeaban un piquete pacífico frente a varios concesionarios de todo el país. Crockett, quien no organizó ni asistió a la protesta, simplemente interactuó con los manifestantes, se ha convertido en objetivo predilecto de la indignación de la derecha.
La oposición inicial provino de Greene, quien aparentemente todavía guarda rencor por el corte anterior de Crockett, y de la teórica de la conspiración de extrema derecha Laura Loomer, que nunca pierde la oportunidad de hacer alarde de sus credenciales racistas.
En una avalancha de publicaciones en redes sociales, ambas acusaron falsamente a Crockett de facilitar el terrorismo. Greene incluso llegó a pedir al FBI que investigara a Crockett, a pesar de no haber pruebas de ninguna irregularidad por su parte.
Entonces, la fiscal general Pam Bondi, títere de Donald Trump, subió la apuesta advirtiendo a Crockett que tuviese cuidado y exigiéndole que se disculpara con los accionistas de Tesla. Bondi incluso se hizo eco de las peticiones de Greene para que se censurara a Crockett.
“Debe denunciar la violencia sin reservas”, declaró Bondi a Fox News. “Crockett debe disculparse de inmediato, no solo con todos los tejanos, sino con nuestro país y con los accionistas estadounidenses de Tesla, porque está promoviendo la violencia”.
Lamentablemente, Crockett no es la primera mujer negra que enfrenta este tipo de ataques por parte de la derecha.
Basta con mirar a la ex vicepresidenta Kamala Harris, quien fue duramente atacada después de que el expresidente Joe Biden anunciara que había retirado su candidatura a la reelección y la había respaldado para ocupar su lugar. En indirectas no tan sutiles, republicanos como el expresidente Donald Trump acusaron a Harris de haber sido contratada por la «DEI» e intentaron vincular su ascenso a la cima con el expresidente Barack Obama.
Por absurdos que puedan parecer estos argumentos, resuenan en la derecha porque buscan menospreciar los logros de los negros, especialmente de las mujeres negras, a quienes muchos republicanos no quieren ver en la política.
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Y con Trump, quien tiene una historia bien documentada de racismo, no es sorprendente que la Casa Blanca no defendiera a Crockett, sino que redoblara sus esfuerzos y continuara atacándola por algo que nunca hizo.
Es más, la administración Trump también promovió clips no relacionados con las protestas de Tesla, acusándola de incitar a la violencia en un intento transparente de retratarla como incontrolable y radical.
«Aquí hay otro demócrata desquiciado que incita a la violencia. Crockett dice que deberían ‘golpear’ a sus oponentes», publicó el equipo de respuesta rápida de Trump en X el lunes.
Estos comentarios, por supuesto, fueron sacados de contexto. Durante una entrevista, le preguntaron a Crockett cómo los demócratas pueden ganar más contiendas electorales, y ella respondió que necesitan ser más agresivos en lugar de someterse a los republicanos y a Trump.
Después de los comentarios de Crockett, un artículo de Fox News la etiquetó como “extrema izquierda” e incluyó una serie de declaraciones de conservadores que la atacaban.
Todo esto no es más que un alboroto destinado a castigar a Crockett por algo que no hizo, es decir, la violencia contra Tesla, de la que los republicanos de alguna manera han decidido que ella es responsable.
Lo que todos estos ataques contra Crockett no mencionan, por supuesto, es el papel que desempeña el CEO de Tesla, Elon Musk, en el hundimiento de su propia empresa.
En lugar de responsabilizar a Musk, cuyas acciones imprudentes y liderazgo ya han perjudicado a Tesla, la derecha ha decidido que Crockett, una mujer negra, es un objetivo más fácil.
Seamos claros: cualquier indignación dirigida a Tesla es un resultado directo de la frustración con Musk, quien, en su nuevo rol en el llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental, ha lanzado un ataque implacable contra las agencias federales de las que dependen millones de personas, todo bajo el pretexto de la «eficiencia».
Antes incluso de que Crockett se pronunciara, las acciones de Tesla caían y sus ventas europeas se desplomaban. El verdadero problema de la compañía es el propio Musk, pero a los republicanos les conviene más culpar a Crockett.
Si continúa el vandalismo contra los vehículos Tesla, es probable que los republicanos aprovechen la oportunidad para censurar a Crockett, tal como lo hicieron con su compañero demócrata de Texas, el representante Al Green.
A pesar del descontento generalizado con Musk, la derecha sigue evitando responsabilizarlo. En cambio, la reacción habitual es culpar a una mujer negra, porque esa es una historia más fácil de vender.
Redacción Afroféminas
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