En los últimos seis meses, más de 10.000 palestinas han sido asesinadas en Gaza, según un nuevo informe de ONU Mujeres, de las cuales 6.000 eran madres, por lo que dejaron huérfanos a 19.000 niñas y niños.
Pero para quienes sobreviven la situación es insostenible. Más de un millón de mujeres y niñas palestinas casi no tienen alimentos ni acceso a agua potable, letrinas, baños o productos menstruales, y las enfermedades crecen en medio de condiciones de vida inhumanas.
«Las mujeres y las niñas en Gaza se enfrentan a una escasez desesperada y la hambruna se avecina. Nuestra última alerta de género arroja luz sobre la urgente necesidad de acceso a alimentos, agua, saneamiento e higiene. Lo que las mujeres de Gaza necesitan ahora es un alto el fuego inmediato, ayuda urgente y acceso a ayuda humanitaria», ha dicho en su cuenta de X la directora ejecutiva de ONU Mujeres, Sima Bahous.
Desde el inicio de las actuales hostilidades, el 7 de octubre de 2023, se estima que más de las tres cuartas partes de los 2,2 millones de personas que viven en Gaza han tenido que desplazarse internamente. Una situación que, según ha podido determinar este organismo de las Naciones Unidas, está «exacerbando las desigualdades y vulnerabilidades de género preexistentes», pues las mujeres y las niñas «enfrentan mayores amenazas y riesgos cuando buscan servicios y asistencia que les salven la vida».
Lo que ha documentado ONU Mujeres durante estos meses, reafirma lo que la directora ejecutiva del comité español de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), Raquel Martí, ya alertaba en una entrevista a finales de noviembre: la deplorable vida que llevan las mujeres en Gaza desde el reinicio de los bombardeos, especialmente las embarazadas y lactantes.
Los riesgos que afrontan las palestinas en Gaza
En Gaza, los refugios de UNRWA tienen capacidades limitadas para ofrecer servicios de agua, saneamiento e higiene, lo que expone a todos los grupos poblacionales, pero especialmente a las mujeres y niñas a contraer múltiples enfermedades.
«La rápida propagación de enfermedades infecciosas en espacios concurridos pone a las mujeres y las niñas en importantes riesgos para la salud y hace que las mujeres embarazadas sean particularmente vulnerables a las complicaciones maternas», dice ONU Mujeres.
Uno de los temas que más preocupa al organismo es el acceso al agua potable. Hoy en día, el suministro de agua de Gaza está a sólo el 7 % de sus niveles anteriores al 7 de octubre. Y ONU Mujeres estima que 1,1 millones de mujeres y niñas necesitan acceso a suficiente agua potable para satisfacer sus necesidades domésticas y potables.
«El acceso al agua potable es fundamental para las madres que amamantan. Las mujeres embarazadas y lactantes tienen mayores necesidades diarias de agua y calorías. Las mujeres embarazadas y lactantes necesitan 7,5 litros de agua al día para mantenerse a sí mismas y a sus bebés sanos e hidratados, o cinco veces la cantidad disponible actualmente. La deshidratación durante la lactancia provoca falta de energía y fatiga, reduce el suministro de leche materna y tiene consecuencias negativas para los bebés», se señala en el informe.
Según cifras del Fondo de Población para las Naciones Unidas, en Gaza se produjeron más de 7.000 partos en los primeros 47 días de la guerra y se esperaba que dieran a luz 5.500 en marzo de 2024. Los datos estiman que hay 540.000 mujeres en edad reproductiva viviendo en Gaza.
La salud menstrual y las enfermedades
ONU Mujeres alerta de que las mujeres y niñas palestinas están recurriendo al uso de mecanismos desesperados para afrontar la situación, incluido el uso de paños o esponjas sanitarias improvisadas como toallas sanitarias para compensar la falta de artículos menstruales. Cada mes, calcula la organización, se necesitan 10 millones de toallas sanitarias desechables para cubrir las necesidades y preservar la dignidad de las mujeres en la Franja de Gaza.
Además, la privacidad para la gestión de la higiene menstrual de más de 690.000 mujeres y niñas en Gaza es limitada. La situación es aún más difícil para las mujeres y niñas con discapacidad que ya enfrentan mayores desafíos de acceso.
«Vivo en una casa con 53 mujeres. No quedan almohadillas en ningún lugar para comprar; Usamos toda la tela que tenemos en esta casa y ya no podemos acceder a ella porque las tiendas fueron cerradas o destruidas», dice una mujer de Gaza.
En los refugios superpoblados, la falta de instalaciones adecuadas y dignas para la gestión de la salud menstrual afecta a todas las mujeres y niñas que menstrúan. Entre otras cosas, las expone a infecciones del tracto reproductivo y urinario como resultado de no poder lavar o mantener limpios adecuadamente los productos de higiene.
Las mujeres y las niñas también se enfrentan un mayor riesgo de exposición a la hepatitis A debido a que deben asumir responsabilidades domésticas y de cuidado, especialmente hacia sus familiares enfermos. EFE
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