Hay un machismo encubierto que vaga por las redes y que se esconde detrás del activismo, de la política y de la alteridad mediática.
Ese machismo tóxico y acosador, que traspasa todos los límites en nombre del amor y que pocos denuncian porque se le teme. Es un machismo trumpista y pero también de «izquierda», que señala y acosa a periodistas y políticas. Es un machismo grosero que dice que va con los negros cuando en realidad lo único que ha hecho es usarlos.
La pregunta que nos hacemos es muy sencilla: ¿Cómo es posible que ese machismo conviva tan bien con el feminismo? ¿Cómo ese feminismo que se dice empoderado le permite pasar frases tan gruesas rayando en el acoso hacia otras mujeres? ¿Por qué ese feminismo no acaba de decir a ese trumpimachismo que se acabe de callar y mida sus palabras con las mujeres? La convivencia entre estos dos polos tan reconocibles, tan opuestos es francamente, como poco, una gran contradicción.
¿Y cuáles podrían ser esos síntomas de machismo encubierto en casa?
1- Pregúntate cómo habla y comenta tu pareja sobre otras mujeres
2- Piensa en las imágenes que evocan de los insultos que reserva tu pareja (si es el caso) hacia otras mujeres
3- Te ha defendido públicamente sin pedirte permiso haciendo caso omiso de tus ideales feministas?
La coherencia es un bien escaso. No somos perfectas y no pasa nada aceptarlo, pero existen unos límites que hay que saber imponer y que son los que nos definen como mujeres reales y libres.
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