domingo, diciembre 22

“Yo no sé lo suficiente acerca de ·raza· para hablar al respecto” ¿Qué se esconde detrás de esta afirmación?

Mi madre es psicóloga. Este dato no debería sorprender porque nací en Argentina y la estadística indica que somos el país con más psicólogos pér capita del mundo. Debo decir que un poco le encuentro la lógica, esa necesidad de mantener una cierta cordura para navegar la eterna ansiedad que nace del contexto de eterna crisis económica y social. No importa cuando leas esto, Argentina nunca no estuvo al borde de una crisis. 

En fin, crecer con una madre psicóloga me hizo dar cuenta de algo clave del ser humano: a la gente nos encanta hablar, pero a la vez tenemos una tendencia a huir de las conversaciones de mierda. Siempre hay un “pero” en forma de frases “políticamente correctas”, desde el “No sos vos, soy yo” hasta el “Tenemos tus datos, nosotros te llamamos”. Las mayorías están articuladas para amortiguarle al interlocutor el golpe de la verdad – ¿está mal? Yo soy escorpiana: a mí dame la verdad cruda y dura, como el whisky – pero entiendo el sentimiento detrás de esa almohada conversacional.  El tema acá es cuando empezamos a estirar estas frases “políticamente correctas” no para dorarle la píldora al interlocutor, sino para evitar conversaciones que a nosotrxs no nos convienen – ya sea consciente o inconscientemente. 

Un clásico de clásicos utilizado por la gente blanca para evitarse cualquier charla de racismo – intentando encima salir airosos y medio aliadxs- es “Yo no sé lo suficiente acerca de ·raza· para hablar al respecto”. Ay Mabel, aplicando ignorancia una vez más. 

Vamos a sumergirnos en esta conversación de mierda (porque soy #escorpiana – ¡ja!) porque no hay ningún tipo de validez argumentativa que la sostenga ya que es primx hermanx de “Yo no veo colores, veo personas”  pero con un carácter más violento. ¿Por qué es más violenta esta afirmación? Desde su génesis ya está posicionando a “lo blanco” como la inocencia (en matiz de ignorancia “Yo no sé al respecto”, “No estoy informadx”) mientras que simultáneamente, proyecta y refuerza el entendimiento de “la raza” sobre la gente BIPOC (del inglés: Black, Indigenous, People of Color | español: negrx, indígenas y gente de color). Entonces, la inocente mirada blanca postula: “ellos tienen raza, no nosotros” concluyendo con un “no me tengo que instruir en algo que yo no tengo” (tampoco tenés cincuenta mil dólares Mabel, y ahí estás, leyendo cómo invertir en Bitcoins) y, por lo tanto, es responsabilidad de nosotros, los racializadxs ser “los eruditos del conocimiento racial” e ir a cursar la maestría en Harvard, porque se trata de #NuestroProblema. 

Esto me resulta un poco extraño considerando que el concepto de raza fue creado por…redoble de tambores por favor: gente blanca. Aunque no lo puedas creer, dijo nadie nunca.  Claramente, un señor ricachón y feudal fue quien estableció cual ley del Talión: “Este ser tan distinto a mí, de piel tan oscura, no puede ser humano, es de otra raza. Hablando con propiedad, el término raza se impuso en el siglo 18 para clasificar a los seres humanos de acuerdo a su apariencia física y origen social y cultural. Desde entonces, ha sido utilizado para establecer una jerarquía, esclavizando a aquellos considerados “inferiores” de acuerdo a la narrativa imperante, dícese de la narrativa blanca. 

Entonces, diciendo “Yo no sé de raza como para hablar”, literalmente es pararse por fuera de la jerarquía de las relaciones sociales – como si la opresión a la gente de color ocurriese en un vacío, ahí volando en el éter con Jeff Bezos. Esta conveniente “omisión blanca” no es benigna y tiene consecuencias materiales concretas, porque actúa de escudo que les permite ignorar el impacto del racimo (y recordemos que no importa si no tengas “intención” de ser racista, el impacto es la unidad de medida al analizar tu comportamiento racista) mientras disfrutan de todos los beneficios que el mismo privilegio blanco les otorga. 

El papel de las personas blancas silenciosas es fundamental para proteger el mismísimo privilegio blanco y sostener una narrativa opresiva, ya que el dominio de lxs blancxs depende, en parte, del silencio de otras personas blancas. Rara vez, nosotrx los BIPOC, podemos decir “hoy no tengo ganas de pelearla” porque si  nosotrxs no nos defendemos a nosotros mismxs rechazando la narrativa imperante, no podemos depender ni confiar en que personas blancas lo hagan por nosotrxs. Esto a quedado demostrado una y otra vez en cientos de miles de millones de discusiones y conversaciones de mierda acerca de raza que se han dado en grupos disidentes, como en grupos de amigxs, a través del silencio de lxs personas blancas que juegan la carta de la ignorancia.

Para las personas negrxs que tienen un conocido que juega esta carta cada vez que se habla de raza, un soporte para desmantelar esa defensa es justamente agarrarlos en la falacia argumentativa que existe en la construcción de la frase, fue creada por la misma gente blanca que construyó el concepto opresor. Inclusive se puede contraargumentar que ser nuevo en algún concepto no es un punto final o un pase para solo para escuchar y no hablar (emitir opinión es posible aún siendo “ignorante”, Mabel).

Y para las personas blancas que buscan ayudar y romper con ciclos opresivos: si nunca se “animaron” a hablar de racismo, ya sea porque tienen miedo de levantar la alfombra y encontrarse que vienen usufructuando un montón de privilegios a costa de la opresión de otros o bien, no tienen idea qué decir, sepan que si bien se pueden encontrar con ciertas animosidades de parte de las personas negrxs con las que hablen y eso puede ser muy incómodo; tener conversaciones de mierda va a generar incomodidad, siempre. Nadie la pasa bien, ni yo toda #escorpiana, pero es una forma clave de alterar nuestra visión del mundo y crear el espacio y el crecimiento necesarios para un cambio auténtico. Y si están en espacios de todxs personas blancas, por favor, es ahí donde más lxs necesitamxs, no se queden en silencio, ejecuten el antirracismo. 

Porque el trabajo del activismo antirracista no es el de odiar a la gente racista, sino que es trabajar y construir en pos de la esperanza por la equidad. Trabajar desde y por la esperanza, desde el lugar que cada unx pueda aportar, lleva más lejos que predicar el odio.


Agostina Yannone

Afroargentina, 7ma generación. (she/her)
Profesional de Relaciones Públicas y Comunicaciones de Marketing. Viajera.
Twitter: agosyannone / Instagram: agostinalytical



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