jueves, noviembre 21

¡LA CANDELA VIVA! Mujeres negras, ciudadanía urbana y Paro Nacional

Foto revista Vive Afro

¡Ya, ya, ya

No aguantamos más

¡Ya, ya, ya

Paro Nacional-Jornada contra el racismo-Cali 12 de diciembre 2019

Desde octubre de 2019 el Comando Nacional Unitario conformado por las Centrales CUT, CTC, CGT y CPC (1) convocó un paro nacional en Colombia que tuvo inicio el 21 de noviembre del mismo año y al que se unieron numerosas organizaciones sindicales, sociales, estudiantiles y políticas; mientras el gobierno alegaba que se trataba de una “campaña de desinformación” y que respondía a fuerzas externas que buscan desestabilizar América Latina.

Inicialmente se definieron 13 puntos como articuladores de la inconformidad creciente con el gobierno que representa Iván Duque y sus políticas de muerte e inequidad. Reforma laboral y pensional; holding financiero; privatizaciones; corrupción; reforma tributaria; salario mínimo; defensa de la protesta social e implementación integral y sin condicionamientos de los acuerdos de paz, fueron algunas de las exigencias para caminar hacia un país más justo y democrático, exigencias que hoy son más de 104.

Como es sabido, el paro inició con una gran jornada pacífica que tras el toque de queda decretado en Cali y Bogotá (gracias a una estrategia de miedo e intimidación, que pretendía deslegitimar las exigencias y desviar la atención de las razones del paro hacia factores de orden público), se extendió hasta mediados de diciembre y retomó actividades el 21 de enero. Al son de las cacerolas Duque se comprometió a abrir un escenario de diálogo nacional con sectores sociales y políticos, sin embargo sus acciones dieron continuidad a la implementación de políticas neoliberales en el país, descubriendo una vez más su artificio demagógico mal elaborado, no es de extrañar que la popularidad del presidente despidiera el 2019 con un 71% de desaprobación.(2)

Siendo aproximadamente el 52% de la población, las mujeres tenemos motivos de sobra para articularnos al paro, y efectivamente, feministas y movimientos de mujeres representamos parte importante de la base que sustenta hoy diversas estrategias de formación y movilización dentro y fuera del paro nacional. Sin embargo, las dinámicas patriarcales dificultan nuestro posicionamiento como agentes decisivos en la actual coyuntura nacional y el reconocimiento de nuestro aporte a la construcción de país. No es gratuito que varios colectivos presentaran el documento “Aportes desde el enfoque de derechos humanos de las mujeres diversas a las exigencias sociales en el marco del paro nacional de Colombia”, para transversalizar nuestras demandas y advertir los impactos de las políticas del gobierno Duque en las vidas de las mujeres.

En el mismo sentido, diversas organizaciones caleñas lideradas e integradas en su mayoría por mujeres negras, convocaron el 12 de diciembre de 2019 a una jornada contra el racismo estructural, buscando fortalecer la mirada diferencial y transversalizar las demandas de las mujeres negras en el paro nacional. El racismo estructural es una forma sistemática de discriminación que tiene la noción de “raza”(3) como fundamento, y que se manifiesta por medio de prácticas conscientes e inconscientes que evidencian marginalidad o privilegio dependiendo del grupo racial al que se sea asignada socialmente, es decir, no parte de un proceso de auto identificación, sino de un proceso de segregación social a partir del color de la piel y su distancia o cercanía con el patrón exigido (que tan blanca se es o se está de serlo).

Así, el racismo estructural funciona a partir de la naturalización de ventajas, privilegios y estereotipos que representan estrategias de poder y dominación por parte del Estado y los grupos que ejercen el dominio sobre la sociedad, haciendo que dicha dominación estructural se materialice en las relaciones sociales, políticas, económicas, jurídicas, culturales, etc.; la mayoría de las veces identificadas como hechos de responsabilidad individual sin lecturas críticas sobre la reproducción estructural de dicha desigualdad.

A partir de la relación orgánica entre Estado y capital, la raza pasó a servir como un fundamento de dominación que justifica la desigualdad (social, económica, política, etc.), asignando trabajos de bajo estatus social, promoviendo procesos de destierro e instrumentalización de las tradiciones culturales de los pueblos racializados y etnizados. El Estado capitalista patriarcal de supremacía blanca y heteronormativa (uno que privilegia la figura del hombre blanco, de clase alta y heterosexual), ataca la existencia de las mujeres negras negando posibilidades económicas, de acceso a salud y educación; promoviendo y/o respaldando dinámicas de violencia en nuestros cuerpos y territorios a través de su política de muerte que además pone en riesgo la vida de quienes defienden y promueven los territorios como escenarios colectivos y de vida digna.

Vemos expresadas dichas prácticas en la concesión inconsulta de títulos mineros para ampliar las plataformas económicas portuarias y mineras principalmente en Buenaventura, Tumaco, Chocó y Cartagena. Así, el gobierno establece convenios de explotación minera con diversas multinacionales al tiempo que viola sistemáticamente los derechos ancestrales de las comunidades, amenazando la vida de las mujeres negras al generar en los territorios mayores niveles de pobreza e inequidad (80% de los territorios con alta población negra carecen de necesidades básicas satisfechas, en ellos el 50% de la población son mujeres). Actualmente se estima que la brecha salarial por género es de 18%, y adicionalmente las mujeres realizamos aproximadamente siete horas de trabajo doméstico de cuidado no remunerado, siendo fundamental enfatizar que la mayor participación en las tareas domésticas se da por las mujeres negras.

Otra forma en la que se expresa el racismo estructural sobre las mujeres negras es la violencia política y criminalización de nuestras lideresas con procesos de destierro, amenazas e intento de asesinato como el caso de Francia Márquez Mina, y falsos positivos judiciales como en los casos de las lideresas de Tumaco Sara Quiñones y Tulia Maris Valencia, vinculadas al Consejo Comunitario Alto Mira y Frontera, defensoras de los territorios y la vida, acusadas de rebelión agravada y participación en actividades económicas relacionadas con el narcotráfico. Frente a estos hechos, exigimos garantías para nuestras lideresas, cumplimiento del artículo 57 de la Ley 70 de 1993 y una política pública que responda a las necesidades de las mujeres negras del territorio nacional, dando cumplimiento a la implementación del enfoque de género, mujer, familia y generación del Capítulo Étnico del Acuerdo de Paz.


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Adicionalmente, en los contextos organizativos hay subvaloración de género, estereotipos culturales y diversas violencias contra las mujeres negras por lo que se hace urgente que en dichos contextos, fundamentalmente mixtos, pero también en los movimientos de mujeres, se establezcan acuerdos de reflexión, formación y construcción de estrategias para la prevención, detección y erradicación de las violencias contra las mujeres negras; de igual forma, es fundamental la implementación del enfoque diferencial específicamente el étnico-racial, como eje transversal en las medidas relacionadas a la Ley 1257 de 2008.

En la lucha contra el racismo estructural nos preocupa la política eugenésica que persiste en nuestro territorio con el objetivo de borrar nuestros aportes históricos a la construcción de una sociedad más justa y equitativa, a través de un blanqueamiento estadístico que se niega a incluir variables étnico-raciales transversalizadas desde el género y la clase, elementos fundamentales para evidenciar nuestra presencia en el territorio nacional, reconocer nuestras problemáticas y consolidar los soportes necesarios para exigir políticas diferenciadas frente a las mismas.

Al no precisar cuántas somos, dónde estamos y cuáles son nuestras condiciones de vida y las de nuestros territorios, se nos dificulta generar las herramientas para demandar inversión para las mujeres negras, a pesar de ser urgente la construcción de alternativas a problemas ya evidenciados por los movimientos sociales. En ese sentido, el DANE debe reconocer sus errores de procedimiento en el último censo realizado en 2019, asumir su responsabilidad política y resarcir su error al ofrecer una alternativa técnica que aporte indicadores socioeconómicos, de acceso a justicia, seguimiento a presupuestos e inversiones, dirigido específicamente a las mujeres negras.

Las demandas de las mujeres negras no son de ahora, hace mucho estamos exigiendo vida digna, acceso a servicios que solían ser derechos como la salud, la educación, electricidad, agua potable, entre otros; en relación con lo anterior, las mujeres negras consideramos que el actual paro debe convertirse en un marco para reafirmar la identidad, la historia, la resistencia y la lucha de las mujeres racializadas y etnizadas; para visibilizar nuestras denuncias frente al racismo estructural, la desigualdad de género, exclusión (territorial, social, económica y política), genocidio epistémico, entre otras violencias a las que hemos sido brutal y sistemáticamente sometidas a lo largo de la historia y que ilustran la articulación entre las dominaciones de género, raza y clase. Por tanto, todo análisis serio del momento actual que vive Colombia, precisa la perspectiva interseccional para develar las diversas categorías que respaldan las relaciones de poder en nuestra sociedad y transformar las raíces profundas generadoras de violencias contra las mujeres racializadas.

Paramos porque seguimos creyendo que una sociedad con justicia social es posible, paramos frente a un Estado que nos empobrece, amenaza nuestros territorios y cuerpos, nos margina y trata de encerrarnos en la periferia de la ciudad; paramos porque el racismo es una de las más brutales expresiones del imperio del capital; paramos, y exigimos la formulación e implementación de una política orientada a la eliminación del racismo estructural en todos sus niveles.

Desde el oriente salgo con alegría
Para llegar al paro con rebeldía
Desde el oriente salgo con alegría
Para llegar al paro con rebeldía
¡Digna rebeldía, orgullosa negritud!
Paramos por el racismo… ¿Y cuándo te sumas tú?

Paro Nacional-Jornada contra el racismo-Cali 12 de diciembre 2019

NOTAS:

1- Central Unitaria de Trabajadores (CUT), Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC), Confederación General del Trabajo (CGT), Confederación de Pensionados de Colombia (CPC).

2-Datos tomados de la encuesta realizada por la consultora Datexco.

3-Me refiero a la raza no como un concepto biológico sino como una relación social, es decir, una categoría social y política que se manifiesta en actos concretos que reproducen prácticas y creencias de discriminación basadas en el color de la piel.


Ángela Mañunga-Arroyo

Mujer negra, caleña, nieta de Carmen, hija de Ruby, sobrina de Omaira, hermana de Andrés. Trabajadora social, Mestra en políticas públicas. educanda y educadora, investigadora y activista en temas de género, raza, clase, Estado y sexualidad.



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