Ayer domingo a las 11 horas, se encontró sin vida el cadáver de Rubén, un hombre de 44 años que, junto a otros indigentes, vivía en un campamento precario en la desembocadura del río Huerva, en Zaragoza. Este asentamiento, situado a orillas del Río Ebro, se ha transformado en un refugio temporal para aquellos que, al no tener acceso a vivienda o servicios básicos, buscan un sitio donde subsistir.
La noticia se presenta en un ambiente de creciente tensión social en Zaragoza, donde las autoridades locales han puesto énfasis en la erradicación evidente de problemas como la venta ambulante de migrantes, una reciente “limpieza” de manteros, que ya detallamos en otro texto.
De acuerdo con testimonios recogidos, el cuerpo de Rubén fue retirado a las 14:30. Rubén había estado viviendo en la calle durante bastante tiempo, estaba a la espera de empadronamiento. Desgraciadamente este nunca llegó.
Talita de Fátima B. Moreira, activista de la Asociación de Mujeres Brasileñas, que trabaja con individuos en este campamento, informó a los medios que «Rubén, el viernes, no podía moverse» y que su estado de salud había empeorado notablemente. Talita expresó su descontento ante la ineficacia de los servicios sociales de Zaragoza, señalando que casos como el de Rubén no obtienen la atención necesaria. La activista indica que las autoridades optan por pasar por alta la existencia de estos asentamientos en lugar de tratar sus causas fundamentales y proporcionar condiciones dignas a personas como Rubén, quienes viven olvidadas bajo los puentes de la ciudad.
Redacción Afroféminas
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