«El Libro de Clarence» se presentada como la nueva «La Vida de Brian», una parodia irreverente de la vida de Cristo destinada a irritar a los buenos cristianos. Pero realmente tiene una entidad propia y un lenguaje que tiene mucho que ver con el nuevo cine negro.
Comienza con el cuadro inicial de una crucifixión masiva, en medio de la cual se encuentra colgado un Clarence (LaKeith Stanfield) haciendo muecas. Luego retrocedemos a un “domingo por la mañana temprano del año 33 d. C., en Jerusalén”, donde Clarence y su amigo fumeta Elijah (RJ Cyler) participan en un pique de cuádrigas, corriendo a toda velocidad en un carro contra la chica mala local María Magdalena… , sí, esa María Magdalena. Este es territorio épico bíblico, pero no como lo conocemos.
Stanfield ha dicho en varias entrevistas que Clarence no es el Mesías, sino el tipo que vive a la vuelta de la esquina. Lo cual es una metáfora adecuada para la película. La película se desarrolla en un mundo ficticio basado en el estudio bíblico que reconoce la presencia de personas negras en la antigua Judea y ha optado por mostrarlas representando todos las historias que nos son familiares sobre Jesús de Nazaret, pero con una historia propia.
Clarence también le debe mucho a la figura familiar del buscavidas. Es un traficante de marihuana cara dura, que ha tenido mala suerte pero que se ha dedicado a sacar a su amada madre de la pobreza. Su Judea es un equivalente antiguo y soleado de las calles urbanas de Estados Unidos o Londres, un mundo de capos y «soldados de la mafia», vigilado por un grupo de romanos (blancos) muy malvados, que constantemente revisan los documentos de identidad en papiro en su búsqueda de una figura dibujada como un jeroglífico. Cuando Jesús (un Nicholas Pinnock adecuadamente sereno) y sus 12 apóstoles aparecen -en cámara lenta, lo que les da una cod-portentosidad instantánea- Clarence ve una forma genial de pagar una gran deuda. Si puede convertirse en otro «nuevo Mesías» y aprender cómo hace Jesús sus «trucos», puede ganar seguidores y dinero.
La película es un proyecto de décadas de duración ideado por el guionista y director Jeymes Samuel, que creció en Kilburn, es el hermano menor de Seal y un músico por derecho propio como The Bullitts. Anteriormente hizo «The Harder They Fall» en 2012, producida, como esta película, por Jay-Z. También ha compuesto la música y muchas de las canciones, interpretando muchas de ellas también. La banda sonora es pop en contraste con la época histórica que quiere representa, ayudada por las ideas alegres de Samuel y las tomas inventivas. La cámara cae con Clarence fuera de su carro, en un revoltijo de imágenes. Salta hacia adelante en fotogramas congelados, cada uno un poco más magnificado, mientras Clarence y compañía evalúan a los romanos que han venido a arrestarlos. Gira en círculos alrededor de Clarence y un Juan Bautista con muy mal genio y de gran barba (David Oyelowo), que se enfrenta a él cuando pide ser bautizado para impresionar a la mujer que ama.
Oyelowo exhibe su acento de África occidental, solo una de las muchos y diferentes que hay en la película, que van desde el caribeño hasta el acento urbano-americano de Clarence (aunque para su gemelo apóstol, Thomas, tiene un afro sobrio y una voz más neutral). Los romanos con papeles hablados son, inevitablemente, hablantes británicos o irlandeses, incluido el cruel centurión Tom Vaughan-Lawlor y Tom Glynn-Carney como un tipo rubio sádico.
Los más divertidos son un mendigo (Benedict Cumberbatch) con el pelo enmarañado y blackface, una broma que aparece en la secuencia inicial y que se convierte en un divertido remate en la última parte; y James McAvoy como Poncio Pilato, luciendo un delineador de ojos con kohl, un estilo colonial británico impecable y un hábito históricamente preciso de hacer que los «mesías» caminen sobre el agua y luego los crucifiquen cuando fallan. Las mujeres también tienen una presencia importante en la historia, como Alfre Woodard como María, que abofetea a Clarence por impertinencia cuando no puede entender la inmaculada concepción. la mada de Clarence, Varinia (Anna Diop). Es un desfile de pesos pesados de las filas de los actores negros.
El guión tiene muchos toques de humor callejero pero también guiños a Tarantino, y referencias al racismo, la supremacía blanca y la realidad actual, sin salirse del plano del humor. Muy divertidos las traducciones de las expresiones callejaras como cuando Clarence habla de necesitar “fortaleza testicular”, aunque sospecho que cuando Judas Iscariote (un serpenteante Michael Ward) se delata a sí mismo como traidor al anunciar que quiere “mojar su pan en la salsa de María” en la Última Cena (una divertida parodia de Da Vinci).
Destacable la presencia de Omar Sy que aporta seriedad como Barrabás, un gladiador esclavizado que se convierte en el fiel apoyo de Clarence; y Jedediah (Eric Kofi-Abrefa), el hermano capo de Varinia, dando un discurso al estilo de Martin Luther King, acusando a los romanos (blancos) de ser hombres que tienen miedo a la diferencia y que nunca someterán a los negros pobres.
Este es el mejor papel de Stanfield desde su atribulado teleoperador en «Sorry to Bother Yo» y el descontento Darius en la serie de televisión «Atlanta». Se ha convertido en un actor tremendamente interesante de ver, capaz de expresar un patetismo genuino, introspección y sufrimiento. Su carisma es crucial para que la película se mantenga enfocada, incluso cuando el guion se complica con su propia retórica. Sin embargo, la película lo consigue, ofreciendo un viaje seguro y entretenido con un humor inteligente, cuyo mensaje evangelizador se limita a destacar la importancia de la autoconfianza, algo que su creador claramente posee en abundancia.
Puede ver la película en Movistar
Redacción Afroféminas
Fuentes
Rotten Tomatoes
Variety
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