jueves, enero 30

¿Por qué llevo turbante?


Hace 8 meses comencé a trabajar en una nueva empresa de comunicación asesorando en temas de maquillaje y vestuario. El ambiente de trabajo es relajado y amistoso, lleno de gente inteligente y atractiva que disfruta de la vida, puede discutir abiertamente cuestiones de racismo, género, sexualidad, etc.  y al mismo tiempo, saltar de alegría cuando suena en el hilo musical Reyko.

Además de que todos son amables, interesantes e inteligentes, me he dado cuenta de que no  se disfrazan. Es decir, que pasan bastante del tema ese de la  “vestimenta profesional”. No hay muchas americanas, faldas rectas en tonos grises ni trajes chaqueta.

Lo cierto es que mis compañeros suelen vestir jeans, vestidos cortos, leotardos coloridos, blusas y botones con botones, calzados de suela con plataforma, tacones, botas y zapatillas de deporte. Esto fue un alivio para mí, ya que realmente no tengo mucha ropa «profesional» en mi armario.

Una parte importante de mi estética de moda consiste en llevar turbantes.  Durante mi primer mes en este trabajo me puse a usar uno, no solo por motivos estéticos, sino también por motivos prácticos. Personalmente uso el turbante cuando por ejemplo no quiero peinar mi cabello. Hacerlo todos los días a veces da pereza, si llueve o estoy un poco depre. También porque amplifica el impacto sobre cualquier atuendo y es una declaración de mi herencia cultural y estética.

Pero no creáis que fue una decisión fácil. Lo pensé mucho antes de llevar mi turbante al trabajo. ¿Puedo usar un turbante para trabajar? Hay razones para mi duda. No estaba segura de mí misma ni de lo que puedo hacer y no hacer en relación con mi nuevo entorno profesional. ¿Te suena?

Como mujeres negras, enfrentamos mucha presión sobre nuestra apariencia, desde nuestro cabello hasta nuestro color de piel y nuestras formas naturales.

También recibimos fuego amigo. Otras mujeres negras, de otras generaciones, ambientes o identidades políticas y culturales, cuestionan nuestra apariencia. Me he encontrado muchas veces a mujeres negras diciéndome que como pretendo representar a la mujer negra con estas telas en la cabeza, este afro o las trenzas.

Hoy, el uso del cabello natural, está más normalizado y más aceptado socialmente. Es hermoso, fortalecedor e inspirador. Fue algo difícil de conquistar, y lo sigue siendo, pero cada vez causa menos sorpresa. Pero, ¿qué pasa con los turbantes?

Esta es otra parte de la cultura negra que la mayoría de las mujeres tenemos muy cerca. Pero, ¿se acepta con normalidad su uso en nuestra sociedad, sin convertirse en una excentricidad u ocurrencia, también en entornos laborales?

Las mujeres negras tenemos más que demostrar  en entornos sociales y profesionales que nuestros compañeros blancos. Se nos mira con lupa y se presta una mayor atención a nuestros errores y aciertos. Nosotras mismas tenemos una necesidad mayor de dejar nuestra impronta y de validar nuestra importancia dentro de la empresa. Es inevitable tener ese sentimiento. No debería ser de esta manera, pero lo es.


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Así que no estaba segura de  si usar un turbante en la oficina era una buena idea. Aunque es una gran parte de mi estilo personal, no sabía si podría traducirse inmediatamente en un cuestionamiento de mis cualidades profesionales .

Me hice estas preguntas porque soy negra. Porque me han dicho toda mi vida que debo asegurarme de dar la impresión correcta cuando salgo al mundo.

Quería más opiniones sobre este tema, así que les pregunté a algunos amigos. Las respuestas fueron muy variadas: «Sí, puedes usar turbante para trabajar» «Depende del entorno de trabajo» «Jamás hagas eso» «¡Claro! Si la gente usa vaqueros, camisetas sin mangas o piercings en la nariz, ¿cual es el problema?»

Pero yo sabía que las reglas son siempre diferentes para nosotrxs, lxs negrxs. Nuestra apariencia física proporciona a las personas una idea previa de quiénes somos y, a su vez, puede hacer que nos prejuzguen o, lo que es peor, determinar cómo debemos ser tratados.

Esa es una de las primeras cosas que noté cuando comencé a usar turbantes. La gente empezó a tratarme diferente. Cuando lo llevaba, muchas veces me preguntaban si era de África. No me molesta, pero demuestra como la sociedad reduce determinadas ideas, estilos o culturas a un entrono pequeño y estereotipado. Soy de madre afrocolombiana y el turbante es una prenda unida completamente a esa identidad, que por supuesto es afro.

El turbante tiene una historia larga y complicada, con varias connotaciones culturales envueltas en ella. Los esclavos usaban «turbantes» para protegerse el cabello mientras trabajaban y para evitar la propagación de piojos. Las mujeres negras los usaban también para ocultar su cabello, que los dueños de esclavos consideraban algo feo y sucio. Hay una historia de sufrimiento detrás en el Continente Americano, que hemos transformado en identidad y orgullo.

Pero para la mayoría de las mujeres africanas, el uso de turbantes evoca un sentido de la moda, el orgullo y la belleza. Mi madre me enseñó como ponerlo. A ella se lo enseño mi abuela y así durante generaciones. Me gusta pensar, que la primera mujer de mi familia que fue esclavizada y dio comienzo a mi árbol genealógico fuera de África,  dejó esta herencia en las manos de su descendencia, como un recuerdo de la tierra perdida.

La conclusión de toda esta historia es que llevar turbante es una forma de reclamar, revivir y reinterpretar una tradición tan creativa y genial que otros han degradado. Me gusta usar turbantes y los llevo a mi trabajo.


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Mi turbante está contando algo de mí. Dice que soy una mujer negra/afrodescendiente. Dice que soy una mujer orgullosa de su tradición y que me da la gana cubrirme el pelo ese día. No me importa lo que te parezca.

El día que finalmente, después de las dudas, empecé a llevar mi turbante a la oficina nadie me hizo una pregunta o sonrió torpemente o me trató de manera diferente. Sé que es un ambiente poco usual y no representativo de la sociedad en general. En la calle me siguen mirando como una atracción y hay clientes de mi empresa que se sorprenden nada disimuladamente cuando llegan a mi oficina.

Pero me da igual. Si no empezamos a cambiar las cosas nadie lo hará por nosotras. Así mi turbante es mi declaración de intenciones. Yo les estoy contando mi historia y la de mi familia a todos esos que miran con curiosidad, asco u odio. Les estoy diciendo:

¡Mira! Soy negra, soy hermosa, soy inteligente y estoy orgullosa.


Tania Castro

Asesora de imagen. Santander (España)

Tania Carabalí

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