Parece haber siempre una batalla de términos y palabras para autodefinirnos en todos los lugares del mundo donde hay una de nosotras. Detrás de esto se esconde lo que soy y lo que me siento.
Desde que Afroféminas comenzó a andar hemos venido detectando algunos comentarios, opiniones y puntualizaciones del uso del término afrodescendientes para nombrar al colectivo de mujeres y hombres descendientes de aquellos que fueron arrancad@s a la fuerza de África.
Esto ha propiciado en varias ocasiones un debate muy interesante sobre el término y su significado, y sobre si es correcto o no su uso para denominar a un colectivo tan dispar. Hemos llegado a la conclusión de que esta polémica esconde mucho más que el uso de una palabra apropiada o no. Se trata más bien de saber que lugar corresponde a la población afrodescendiente en America Latina , Asia y Europa y cual es su identidad.
Este término que se adapta muy bien a la realidad del continente americano empieza a tener dificultades a encajar en la realidad mundial en que vivimos. Los movimientos migratorios y las sociedades cada vez más complejas y multiétnicas en que habitamos hacen que se presenten nuevas realidades hasta ahora desconocidas o muy minoritarias que necesitan ser reconocidas.
«…negro/a es un palabra que bien puede y debe significar belleza, orgullo, raíces e historia.»
Empiezo diciendo que en mi opinión afrodescendiente no debe ser utilizado en español como sustituto de la palabra negro. A pesar de que esta palabra sea considerada por muchos despectiva esto solo es desde el punto de vista del esclavista o del racista. Las palabras también se pueden conquistar y negro/a es un palabra que bien puede y debe significar belleza, orgullo, raíces e historia. Es parecido a lo que ocurre con el término racializado/a. Este término ha sido conquistado por el antirracismo, usando la autoidentificación como denuncia.
En la polémica sobre el término afrodescendiente hay bastante de problema de identidad nacional. En muchas ocasiones las críticas al uso de esta palabra vienen desde posturas esencialistas y nacionalistas que consideran que usar el Afro extranjeriza y desvincula al individuo de su país. El término sirve para agrupar a un número de pueblos con algunas características comunes, pero otras muy diferentes. Pero queda pendiente la relación de cada país de Latinoamérica con los colectivos afrodescendientes y la reivindicación de su aporte a la identidad nacional. A nadie se le ocurre por ejemplo llamar a los colombianos de origen europeo eurocolombianos, o a los de Costa Rica eurocostarricences. Se les presupone la autenticidad de su identidad nacional la cual se les ha negado históricamente a esos descendientes de africanos que en muchas ocasiones ayudaron con su sangre a fundar esos países. Solo la aceptación como propia de la historia y cultura de los pueblos afrodescendientes en sus respectivos países se puede avanzar hacia la normalidad y la no discriminación. Esta aceptación se hace sobre el respeto a la diversidad y no sobre la imposición cultural.
Las nuevas realidades hacen que Afrodescendiente adquiera una nueva dimensión. Hoy en Europa viven gran cantidad de descendientes de migrantes africanos y caribeños de varias generaciones. También ellos sufren los retos de aceptación de sus lugares de nacimiento y la dificultad para ser vistos como nacionales en su propios países. ¿Qué término utilizamos para definir a la hija de un europeo y una afrocolombiana? ¿o para definir a la descendente de asiática y afrocubano? El mestizaje y la realidad tan rica que hay en nuestras sociedades hace que cada vez sea más difícil hacer un inventario de todo los tipos humanos. Y eso es bueno.
Desde mi modesta opinión todo esto será historia cuando empecemos a hablarnos en términos humanos. Tendemos a cosificar al otro y enmarcarlo en compartimentos para sentirnos más seguros. Esto es la condición humana. La palabra Afrodescendiente cumple y ha cumplido una función de reivindicación muy necesaria. No creo que tenga nada de útil enzarzarnos en una disputa sobre si su uso es idóneo o no. Estas discusiones alejan del problema real.
Como dije antes, las palabras se pueden conquistar y creo que cuando la conquista de la palabra negro sea total, el uso de la palabra afrodescendiente no será necesario. Esto es cuando decir negro sea, inequívocamente y sin ningún tipo de matiz, motivo de orgullo.
Ayomide Zuri
Inconformista, luchadora, africana y mujer negra. ayomidezuri@gmail.com

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insisto en que No hace falta estar explicitando el color que una TIENE. Yo puedo entender que seas cubana de piel negra, siendo tu condición de cubana lo primero, y el color lo secundario, un adjetivo. La cuestión es si nuestra condición de SER lo determina el color NEGRO. Estamos en la misma lucha, seguro, Pero yo no entiendo eso de SER NEGRA cubana. ¿Qué es SER NEGRA? ¿NEGRA es un sustantivo? Y más teniendo en cuenta la defición de ese color según la real academia española: NEGRO = AUSENCIA DE COLOR. Por último, en la categoría afro puede entrar la tonalidad de las personas «blancas». Un albino africano es blanco de piel,y es de cultura afro. También hay africanos «rubios», que no albinos. Entran dentro de la categoría afro. Un descendiente de europeos, un típico afrikaner de Sudáfrica, no es afro, ni falta que le hace. Un egipcio, marroquí, argelino, etc. son africanos, pero no entran en la categoría cultural afro. Y muchos de ellos niegan ser africanos. Cada cual puede llamarse como quiera, pero como colectivo creo que todo apunta a que «afro» (ascendencia o descendencia) es la mejor opción. Hoy por hoy es imposible no definirnos por nuestros orígenes, por los orígenes de nuestros antepasados. Si los antepasados de esos «blancos» a los que te refieres como «afrodescendientes» tienen sus orígenes en África -que es de lo que muchos huyen- entonces entran sí en lo que llamamos cultura afro, pero sin colores.
PLAS PLAS PLAS!!!
¡Enhora buena! Da gusto leer a gente tan culta, sensata y con la cabeza tan bien amueblada. Se podrá decir más alto, pero no más claro!
Nguema Emaga Eyui, entiendo muchísimo tu posición. No comparto algunas cosas, pero da igual, esto asegura que hay debate y mucho por discutir en este tema. También veo que a pesar de que todos somos negros, pertenecemos a realidades diferentes y como colectivo demandamos cosas diferentes. Tan obvio como negado en la historia de la humanidad.
Insisto. «Negros» seréis los que queráis serlo y los que queráis llamaros así. Para millones -y cada vez son más- el color es lo más superficial. A partir de ahora, para ser más exactos, y por respeto, tendrías que decir: «negras nos llamamos algunas». Y no «negros somos todos». Algunos llevan unas gafas compradas a los que nos metieron en el saco de la «raza negra». Porque ya son millones los que, orgullosos de su identidad como personas, y por encima del color de la piel, como recogen muchas constituciones, han optado por liberarse del lenguaje de los supremacistas. Todos somos PERSONAS, por encima del color de la piel, por encima del sexo, por encima de la religión. Si miramos desde la luna, y posáis la mirada sobre Asia, no creo que digáis: «¡Mirad el continente amarillo!» o «Cuánta población amarilla». Solamente exclamarían así gente que tuviera prejuicios porque se tragó lo de la «raza amarilla». ¿Por qué lo primero que ven algunas es el color de la piel? Para esta revista «todos somos negros». Me gustaría que esta revista nos diera a todos una definición de lo que considera SER negro y TENER la piel de color negro. ¿Es el color de la piel lo que hace que uno sea «negro»? ¿O lo más importante para ser considerado «negro»? La única definición de «negro» que conozco es la que dio el supremacista.