domingo, diciembre 14

¿Negras o afrodescendientes?

Parece haber siempre una batalla de términos y palabras para autodefinirnos en todos los lugares del mundo donde hay una de nosotras. Detrás de esto se esconde lo que soy y lo que me siento.

Desde que Afroféminas comenzó a andar hemos venido detectando algunos comentarios, opiniones y puntualizaciones del uso del término afrodescendientes para nombrar al colectivo de mujeres y hombres descendientes de aquellos que fueron arrancad@s a la fuerza de África.

Esto ha propiciado en varias ocasiones un debate muy interesante sobre el término y su significado, y sobre si es correcto o no su uso para denominar a un colectivo tan dispar. Hemos llegado a la conclusión de que esta polémica esconde  mucho más que el uso de una palabra apropiada o no. Se trata más bien de saber que lugar corresponde a la población afrodescendiente en America Latina , Asia y Europa y cual es su identidad.

Este término que se adapta muy bien a la realidad del continente americano empieza a tener dificultades a encajar en la realidad mundial en que vivimos. Los movimientos migratorios y las sociedades cada vez más complejas y multiétnicas en que habitamos hacen que se presenten nuevas realidades hasta ahora desconocidas o muy minoritarias que necesitan ser reconocidas.

«…negro/a es un palabra que bien puede y debe significar belleza, orgullo, raíces e historia.»

Empiezo diciendo que en mi opinión afrodescendiente  no debe ser utilizado en español como sustituto de la palabra negro. A pesar de que esta palabra sea considerada por muchos despectiva esto solo es desde el punto de vista del esclavista o del racista. Las palabras también se pueden conquistar y negro/a es un palabra que bien puede y debe significar belleza, orgullo, raíces e historia. Es parecido a lo que ocurre con el término racializado/a. Este término ha sido conquistado por el antirracismo, usando la autoidentificación como denuncia.

En la polémica sobre el término afrodescendiente hay bastante de problema de identidad nacional. En muchas ocasiones las críticas al uso de esta palabra vienen desde posturas esencialistas y nacionalistas que consideran que usar el Afro extranjeriza y desvincula al individuo de su país. El término sirve para agrupar a un número de pueblos con algunas características comunes, pero otras muy diferentes. Pero queda pendiente  la relación de cada país de Latinoamérica con los colectivos afrodescendientes y la reivindicación de su aporte a la identidad nacional. A nadie se le ocurre por ejemplo llamar a los colombianos de origen europeo eurocolombianos, o a los de Costa Rica eurocostarricences. Se les presupone la autenticidad de su identidad nacional la cual se les ha negado históricamente a esos descendientes de  africanos que en muchas ocasiones ayudaron con su sangre a fundar esos países. Solo la aceptación como propia de la historia  y cultura de los pueblos afrodescendientes en sus respectivos países se puede avanzar hacia la normalidad y la no discriminación. Esta aceptación se hace sobre el respeto a la diversidad y no sobre la imposición cultural.

Las nuevas realidades hacen que Afrodescendiente adquiera una nueva dimensión. Hoy en Europa viven gran cantidad de descendientes de migrantes africanos y caribeños de varias generaciones. También ellos sufren los retos de aceptación de sus lugares de nacimiento y la dificultad para ser vistos como nacionales en su propios países. ¿Qué término utilizamos para definir a la hija de un europeo y una afrocolombiana? ¿o para definir a la descendente de asiática y afrocubano? El mestizaje  y la realidad tan rica que hay en nuestras sociedades hace que cada vez sea más difícil hacer un inventario de todo los tipos humanos. Y eso es bueno.

Desde mi modesta opinión todo esto será historia cuando empecemos a hablarnos en términos humanos. Tendemos a cosificar al otro y enmarcarlo en compartimentos para sentirnos más seguros. Esto es la condición humana. La palabra Afrodescendiente cumple y ha cumplido una función de reivindicación muy necesaria. No creo que tenga nada de útil enzarzarnos en una disputa sobre si su uso es idóneo o no. Estas discusiones alejan del problema real.

Como dije antes,  las palabras se pueden conquistar y creo que cuando la conquista de la palabra negro sea total, el uso de la palabra afrodescendiente no será necesario. Esto es cuando decir negro sea, inequívocamente y sin ningún tipo de matiz, motivo de orgullo.


Ayomide Zuri

Inconformista, luchadora, africana y mujer negra. ayomidezuri@gmail.com



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62 comentarios

  • NO SOMOS UN COLOR y tampoco somos un colectivo de personas pintadas de color, el color negro. Por muy «beautiful» que sea el color «black», soy de los millones que han hecho la transición del «negro» al «afro». Hemos superado el lenguaje-trampa del supremacista esclavizador. Se nos inculcó en la escuela que pertenecemos a la «raza negra» y que había otras «razas», la «amarilla», la «blanca», la «cobriza», la «roja». Cuando tocaba dibujar, a los asiáticos les teníamos que pintar de amarillo. ¿De qué color pintábamos a los «blancos»? Naturalmente, a los «negros» los pintábamos de negro, y bien negros. ¿Cree alguien que la educación es inocente, aséptica? En África dentro de las escuelas se vehiculaba la ideología oficial de la supremacía racial. Y hemos asumido el lenguaje y la mentalidad (por no decir los cánones de belleza) de los dominadores. ¿Puede alguien definirme qué es ser «negro»? ¿Es sustantivo o adjetivo? La única definición de «negro» que he estudiado es la que me obligaron a estudiar, es la del opresor: lo que define a los miembros de la «raza negra» es lo siguiente:
    – piel negra
    – nariz chata
    – pómulos salientes,
    – labios gruesos
    – pelo crespo
    – ojos salientes
    A lo que había que añadir: sin alma, sin cultura, sin civilización, sin religión …
    En el fondo, esta es la definición que aplican los «negristas», todos aquellos que siguen anclados en el viejo lenguaje impuesto poe el amo. Para ellos, el color es nuestro signo personal y colectivo de identidad. Algo tan superficicial como el color de lo más superficial de nuestro cuerpo: el color de la piel. De hecho, los «negristas» hacen el juego a quienes nos han discriminado, juzgado y sojuzgado en base al color de la piel. Dale que dale al color de la piel, pero que no se quejen luego de que otros dale que dale con el color de la piel. Y tampoco vale lo de «moreno» o «de color». Estos sí que son eufemismos porque no abandonan el complejo de los colores. Insisto. NO SOMOS UN COLOR. Tampoco somos personas pintadas de color, y con brocha gorda.
    Mientras no encontremos otro término mejor, «afro» define mejor lo que somos. En primer lugar, lo que enseña Madre África: «el tigre no va pregonando su tigritud; simplemente caza». Y sabe lo que es. No hace falta que explicitemos el color de nuestra piel para referirnos a nosotros mismos. Somos el único colectivo humano que lo hace. El único sector de la humanidad al que se le identifica por el color de la piel. Y con brocha gorda, repito. Los negristas -los que nos siguen llamando «negros»- lo ven todo negro, nos ven a todo de color nego, sin matices, sin tonalidades. Para ellos, un albino es «negro», un hijo de pareja mixta es «negro», una chica clara de piel natural es «negra». Todas las personas que se le pongan delante son «negras» así lo quiso el supremacista europeo. En muchas sociedades hemos perdido incluso el sentido de la ofensa al aceptar que se nos llame «cariñosamente» «MI NEGRA». o «NEGRITOS» (el «negro» que nunca crece). Algunos dirán: ¿Por qué hemos de ofendernos que nos llamen «negros» si lo somos y hemos de sentirnos orgulosos de serlo. ¿Sentirnos orgullosos por un simple color? ¿Hace falta que alguien nos recuerde de qué color es nuestra piel? Nuestro complejo nos lleva a tener la necesidad de que alguien nos lo recuerde?
    En el término «AFRO» ya están incluidas las más de 30 tonalidades de piel y que no es necesario explicitar o pregonar. El término AFRO hace referencia a ese continente -AFRICA-, la tierra de esos hombres y mujeres LIBRES que fueron cazados, encadenados, embarcados, trasladados a diferentes puntos lejanos de la tierra para ser sojuzgados y negados en sus derechos y en sus libertades. Ls descendientes de aquellos hombres libres originarios de África y sometidos a esclavitud y que echaron raíces en otros territorios formamos la comunidad de afrodescendientes. Afortunadamente, son cada vez más los que ya no huyen espantados cuando oyen la palabra AFRICA, convertida por el supremacista y su prensa en el epítome de todo lo negatvo. ¿Cree alguien que aquellos hombres libres sometidos a esclavitud hablaron algún día mal de Africa a sus descendientes?
    Para nosotros no tiene ningún sentido pintar todo lo que producimos con pintura negra de brocha gorda: «música negra», «mundo negro», «continente negro», «arte negro», mis «raíces negras», etc.
    Y donde pone «negro» poned «amarillo». Hemos llegado a defender nuestra «negritud». ¿Alguien a escuchado a los «amarillos» defender su «amarilleidad»? ¿O decir que «me siento orgulloso de ser amarillo». Cada vez son más los; afromexicanos, afroamericanos, afrocubanos, afrovenezolanos, afroecuatorianos, afrochilenos, afroargentinos, afrocanadienses, afroindios, etc. Lo ideal sería que en cualquier país TODOS tuvieran las mismas oportunidades … y que simplemente se nosnt reconociera como ciudadanos del país, es decir, «mexicanos», «venezolanos», etc. Pero el peso de la historia hace que unos colectivos humanos, a estas alturas, y con unas características culturales comunes, tengan que estar reivindicando derechos y oportunidades. Los colectivos compuestos por descendientes de los hombres y mujeres LIBRES que fueron llevados desde ÁFRICA (Afro) y sometidos en esos países.
    Después de lo leído, cómo te suena «negrocubano», «negrovenezolano», «negroecuatoriano», etc., como les gustaría decir a los negristas? Colorín, colorado, el cuento de los colores está más que acabado.

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