En Venezuela, el #MeToo ha resurgido este 2021 con mucha más fuerza. El movimiento que nació en Estados Unidos a través de las acusaciones de acoso sexual contra el productor Harvey Weinstein –finalmente condenado a 23 años de cárcel– y que inició una senda de denuncias en varias industrias, sobre todo, del entretenimiento, ha llegado al país latino. Una oleada de testimonios por parte mujeres artistas publicados durante el pasado mes de abril ha dado lugar a la campaña #YoTeCreoVzla, donde diversas voces han declarado ser víctimas de acoso, abuso o estupro (relaciones sexuales con menores de edad, siendo el hombre mayor). Aunque en el país ya habían existido inculpaciones anteriores, se habían pasado por alto. Pero esta corriente está poniendo sobre la mesa el real problema que esto supone para las féminas venezolanas, desde las públicas hasta las anónimas.
Todo comenzó el 20 de abril, cuando apareció una cuenta en la plataforma Instagram llamada “AlejandroSotoEstupro”. En ella, se recogían los testimonios de diversas chicas que acusaban al cantante de la banda de rock Los colores de haber tenido conversaciones con ellas en las que existían intenciones sexuales. Entre las denunciantes, había incluso niñas de 14 años.
En el año 2018 ya había existido una cuenta de Twitter que, bajo el seudónimo “Libertad”, había hecho un hilo de tweets acusando al cantante de lo mismo. Sin embargo, la historia fue desacreditada por la mayoría, llevando a la persona que estaba tras los escritos a borrarlos. En la denuncia más actual, según la plataforma Cinco8, Soto eliminó su cuenta de Instagram el día 24 sin dar ninguna explicación al respecto. A raíz de este hecho, se multiplicaron las acusaciones hacia artistas.
Hasta que el día 27 varias mujeres pertenecientes al mundo del espectáculo dejaron atrás el anonimato y se sumaron al #YoTeCreoVzla. La actriz Samantha Bustamante, prima del reconocido presentador Nelson Bustamante acusó, mediante un vídeo publicado en Instagram, al hermano de este –su otro primo– de haber abusado de ella cuando tenía solo 20 años. Siguiendo su ejemplo, la intérprete y maquilladora Ana Alicia habló sobre un reconocido actor y director de teatro, del que no desveló su identidad, pero lo señaló por haberla manipulado y haberse aprovechado de ella.
Sobre el mundo de la actuación no fueron las únicas en presentar críticas. Naia Urresti, intérprete, acusó al actor y director Armando Álvarez –perteneciente a la compañía Skene– de aprovecharse de su posición para atraer y engañar a actrices cada vez más jóvenes. “Skene es un lugar peligroso”, suscribió a través de otro vídeo la actriz Andrea González, quién culpó a Juan Carlos Ogando –compañero de actuación– de haber abusado de ella. Todas las declaraciones se encuentran recogidas en la cuenta de Instagram de #YoTeCreoVzla.
Este hecho impulsó a muchas más mujeres, tanto famosas como no, a romper su silencio. Al día siguiente, 28 de abril, una cuenta de Twitter oculta bajo el nombre de “Pía” denunció a través de una serie de tweets a Willy Mickey, escritor, acusándolo de estupro: ella tenía 16 y él 36 cuando los hechos ocurrieron. Mickey terminó por reconocer sus acciones a través de su Instagram acompañándolas de un texto en apoyo al movimiento feminista que lucha contra esta lacra. Tras ello, se impuso una orden de busca y captura internacional del literato. Durante la tarde de ese mismo día, Mickey se suicidó antes de que las fuerzas de seguridad lograran capturarlo. El movimiento aprovechó para recordar que, pese a su muerte, la víctima real era la niña de la que había abusado.
A consecuencia de esto, el Ministerio Público de Venezuela abrió una serie de expedientes a periodistas acusándolos de abuso sexual. Por ejemplo, César Batiz, director de El Pitazo, fue acusado anónimamente. Sin embargo, ninguna denuncia más se sumó a esta recriminación, con lo que las representantes del movimiento manifestaron su miedo a la politización de este y también su rechazo a que el gobierno lo utilizara para perseguir a disidentes.
“En Venezuela no hay Estado de derecho ni justicia”
A través de un comunicado enviado a los medios, la organización declaró que #YoTeCreoVzla surge para mostrar que “los espacios culturales han perpetuado las actitudes sexistas y degradantes contra niñas y mujeres venezolanas” ya que muchísimos hombres han usado y usan “su fama y posición de poder contra mujeres que los admiran”.
“Nosotras, las mujeres venezolanas miembros del gremio artístico, de la prensa y comunicaciones nos levantamos hoy contra el acoso sexual. […] Buscamos visibilizar y ampliar la voz de las víctimas poniendo a la orden nuestras voces para que sean ellas, las sobrevivientes y su derecho a la justicia, quienes tengan el protagonismo”, rezaba el texto.
Entre sus objetivos principales está el de formar una base de datos donde se registren cifras e información de víctimas y testimonios dentro del gremio para luego transmitirla a organizaciones no gubernamentales, para que den lugar a más protocolos de acompañamiento legal y psicológico de las damnificadas.
En un país como Venezuela, acudir a las autoridades no siempre es una opción ya que la persona corre el riesgo de que no la crean y de quedar en el punto de mira. La periodista Gaby Mesones, en una conversación con SEMANA, comentó que en la actualidad “no existen mecanismos institucionales confiables para hacer estas denuncias y lograr justicia”. Desde 2016 existe en el país el Ministerio para la Mujer. Pero, aunque muchas celebraron su instauración, no revela cifras de maltrato desde 2016 y solo se basa en datos de ONG como Utopix, que afirman que nueve de cada diez delitos contra mujeres no son debidamente castigados.
“La lucha es comunicacional”, declara Mesones. Es por eso por lo que es tan importante el surgimiento de campañas como #YoTeCreoVzla en redes sociales, ya que se han convertido en la tabla de salvación para muchas.
Sandra Caula, editora de Cinco8, expone en SEMANA la historia de Linda Loaiza como el más claro ejemplo de que la justicia en Venezuela no funciona. Loaiza fue secuestrada, torturada y violada cuando tenía 18 años y, pese a no ser el primer caso de violencia de género contra el Estado venezolano ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el agresor quedó libre tras seis años de cárcel. Solo fue condenado por un delito de secuestro, ya que no se le impuso ninguna pena por violación u homicidio. “En Venezuela no hay Estado de derecho ni justicia”, argumenta la comunicadora. Asimismo, agrega que la ayuda real llega de organizaciones, porque ni siquiera la oposición política se hace cargo: “No se ocupa de estos temas porque los relaciona con una agenda de izquierda”.
Resultados de la campaña
En menos de una semana desde el surgimiento de la plataforma, 575 mujeres manifestaron haber sido víctimas de acoso, 86 pidieron ayuda psicológica y 26, ayuda legal. El fiscal Tarek William Saab se pronunció al respecto, asegurando que con esto se iniciaba una nueva era de “cruzada por las mujeres”, con investigaciones sobre algunos de los señalados en Instagram y Twitter. Sin embargo, las víctimas ya no esperan gran cosa del Estado y su justicia, porque nunca las ha tenido en cuenta. Ahora ha surgido otro tribunal, el de las redes sociales. Es menos justo y aconsejable, pero, al menos, les ha ofrecido un espacio en el que las escuchan y, sobre todo, las creen.
Nerea De Ara
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