jueves, noviembre 21

Francine Gálvez: “Deberíamos luchar para crear una mayor diversidad en el periodismo televisivo”

Francine Gálvez Djouma es una reconocida periodista y presentadora de origen camerunés. Creció en Jaén y con tan solo 22 años, recién licenciada en Periodismo, revolucionó el mundo televisivo al ser la primera presentadora negra en conducir un informativo perteneciente a una cadena pública, en este caso, Televisión Española. Tras ello, ha trabajado como conductora y colaboradora de diversos proyectos en Telemadrid, Telecinco y Antena 3, entre otras. En el año 2000 fundó su propia productora, Promusictv Audiovisual, en la que continúa trabajando.

Fue la primera persona negra en presentar un telediario en España. ¿Cómo encaró un hecho tan relevante teniendo solo 22 años?

La verdad es que cuando miro hacia atrás, me sorprendo a mí misma por la madurez con la que lo acepté. Realmente tampoco fue un proceso muy extraño a lo que yo ya venía haciendo. Cuando decidí que quería ser periodista, siempre me imaginé redactando trabajos que tuvieran más que ver con el periodismo escrito. Pero me surgió esta oportunidad y lo vi como algo natural, no me sorprendió para nada. Creo que la sorpresa fue para España, no para mí misma. Terminé la carrera, finalicé los trabajos, tenía una experiencia previa −porque yo empecé a trabajar desde segundo de carrera−…, y por todo eso me pareció una cosa de lo más normal.

En una entrevista con el Diario Vasco, comentó que esta situación ha ido a peor, y que “hoy la diversidad en televisión es cero”. ¿Se ha planteado tirar la toalla alguna vez por estas dificultades?

No, en absoluto. Cuando uno tiene una pasión y una vocación como la que yo tengo es imposible dejarlo. No me sale hacer otra cosa: me encantaría poder hacerla, pero mi mundo es la comunicación. Y lo he intentado, créeme, pero es que no me sale.

Lo que me parece es que deberíamos luchar para crear una mayor diversidad en el periodismo televisivo. Es verdad que a lo mejor en las series sí se está introduciendo un poco más esta variedad, pero creo que los informativos siguen demasiado limitados a una plantilla nacional, española. No ves a gente ni siquiera gitana, asiática o latina. Incluso yo diría que le ha costado acceder hasta a la gente de las islas. Recuerdo a mi compañera canaria, Cristina García Ramos, a la que se le restringía su propio acento para hablar. La imagen que se da de la información es demasiado cuadriculada.

¿Quién tiene la culpa de este encorsetamiento?

La responsabilidad es de quien tiene el poder de decidir. Si tú eres director de informativos y la gente a la que le haces el casting para que presente y represente de alguna manera a la sociedad, siempre responde al mismo tipo de persona, eres tú el culpable. Estoy convencida de que nadie le dice al encargado de informativos de, por ejemplo, La Sexta: “Todas las chicas tienen que ser morenas”. No. Es un gusto personal.

En mi caso, el hecho de que yo empezara a presentar el telediario tan joven siendo perteneciente a una raza absolutamente minoritaria, fue la decisión de una persona, Ramón Colón. Él peleó esa decisión. Por ello, los responsables de cada uno de los departamentos deberían ser quienes estén pendientes de que esa diversidad esté presente. Y la sociedad la que tiene que empujar para que eso suceda.

¿Tiene esperanza en que se consiga este cambio?

Espero que sí. Espero primero que haya más gente diversa mostrando la realidad, que al fin y al cabo es lo que es el periodismo. Puede también tenga que ver que los propios ciudadanos no se hayan dedicado tanto al medio periodístico, dificultando esta labor. Yo tampoco lo sé porque no estoy tan cerca ahora mismo de los estudiantes de la profesión para entender si influye o no. Pero de que tiene que haber un cambio estoy convencida. Al igual que en el mundo de la moda ya no se concibe que solamente haya un tipo de mujer, dando cabida a todos los tamaños y colores, espero que esto también se permeabilice en nuestra profesión. 

“En el momento en que fui consciente de que la información nacional estaba manipulada, quise salir de ese juego”

Durante su estancia como presentadora en Televisión Española, estalló el Caso Guerra. Juan Guerra, el hermano del entonces presidente del gobierno, Alfonso Guerra, fue acusado de corrupción. Juan Guerra había sido contratado por el Partido Socialista (al frente de la administración del país) para trabajar en un despacho de la Delegación del Gobierno en Andalucía. Dicho espacio, según las acusaciones, era utilizado para actividades ilícitas. Ante esta situación y el consiguiente silencio por parte de la cadena pública ante este suceso, Gálvez tomó la decisión de abandonar su puesto en los informativos.

En unas declaraciones para Yotele dijo que “era demasiado joven y demasiado inocente”, pero, pese a ello, tomó la decisión de dimitir. ¿Cuál fue el punto de inflexión que la llevó a decidirlo?

La verdad es que cuando digo que era muy joven e inocente es porque yo entré en esta profesión con la vocación fuerte de querer aportar algo para que el mundo fuera mejor. Cuando tomas consciencia de que, en realidad, eres un instrumento más del poder para perpetuarse… Es decir, que la libertad de prensa es un poco escasa… La cosa cambia. Aunque no creo que esto sea solo en España, es a nivel planetario. Hay un problema con el periodismo y considero que tendríamos que reflexionar sobre qué estamos haciendo y por qué solamente a través de algunos canales minoritarios puede darse otro punto de vista. 

La perpetuación de lo políticamente correcto, que en mi caso y en ese momento en el que yo presentaba el telediario consistía en que las informaciones que iban en contra del Partido Socialista gobernante en ese momento, en Televisión Española, no se mostraban, sigue existiendo hoy en día. Actualmente es más difícil ver casos en los que el PSOE salga perjudicado en TVE, que del PP o Ciudadanos. Con todo esto quiero decir que me di cuenta de que hay una manipulación. Y desde el primer momento tuve clarísimo que yo no quería entrar en ella. No iba a participar en algo que es contrario a lo que yo considero que es el periodismo: darle la información al pueblo para que este, con el poder que tiene, decida si quiere seguir con el mismo gobierno o no. Y sí, tenía 23 años, pero en el momento en que fui consciente de que la información internacional sí que podía ser mucho más amplia pero que la nacional estaba manipulada, quise salir de ese juego.

En la misma entrevista también comentó que en ese tiempo “creía demasiado en el periodismo”. ¿Ya no lo hace?

Creo en el poder que tiene el periodismo, pero no creo que se esté utilizando para el bien de la comunidad. El periodismo es una sociedad de mercado y por eso dependemos demasiado del dinero. Ni siquiera un periódico independiente puede permitirse criticar a El Corte Inglés porque se va a quedar sin anunciante o ir en contra de un determinado partido que esté en el poder porque no obtendría la publicidad institucional. Todo esto va unido a que realmente los fundamentos por los que yo estudié en la carrera no se llevan a cabo. Es decir, la información debe ser contrastada pero lo que nos encontramos ahora es que las fake news son el pan nuestro de cada día… Y las noticias falsas no han nacido hoy. Para mí fue una depresión terrible el día que descubrí que, en el New York Times, que yo lo tenía como la Biblia del periodismo, se habían publicado contenidos de un señor que supuestamente cubría de la Guerra del Golfo cuando verdaderamente escribía esas informaciones desde su casa. Y el propio periódico no fue capaz de darse cuenta de que les estaban colando un gol… Entonces, en ese sentido, pienso que el periodismo ha perdido o, que por lo menos, yo he perdido la visión que tenía de este. Esa visión mucho más relacionada con Kapuscinski, Oriana Fallaci… Gente que estaba sobre el terreno y que, aunque no era objetiva al cien por cien porque esto no existe, nunca escribirían las crónicas desde su habitación. 

“Cuando entras al periodismo, entras con unos valores que no son verdad”, dijo en una charla con Ecoteuve. ¿A qué tipo de valores se refiere?

Me refiero a esto mismo. Al hecho de que, tal y como me pasó, en una ocasión me mandaron a hacer una serie de documentales a El Congo. Como estos vídeos tenían que ser sobre viajes y españoles que estaban en este país, toda la situación que se estaba viendo no la podía contar. Se estaba tapando un expolio tremendo, que continúa hoy en día, en el que se están llevando todas las materias primas bajo cuerda con empresas europeas y norteamericanas, entre otras, amparadas bajo la mentira de que la ONU quiere es proteger al país y por eso tiene 25.000 cascos azules desplegados. Y tú misma ves que es falso y que la verdad de lo que está ocurriendo en El Congo es una usurpación bestial, en la que se han mandado a las fuerzas de la ONU a velar por las materias primas y no por la población. Pero todo esto no lo puedes decir, porque no es para lo que te han contratado. 

Este tipo de cosas son las que te hacen pensar que tienes que empezar a reflexionar, no solo sobre el papel general del periodismo, sino sobre tu propio papel. Porque al igual, tiene que ver más con una opción personal. Pero, en cualquier caso, sí que me doy cuenta de que mi opción personal no cabe en lo que están solicitando hoy en día que cuentes, por lo menos, en la prensa española.

Sabiendo esto, ¿qué le diría a una persona que, como usted, quiere entrar en el periodismo con la idea de hacer un mundo mejor?

Afortunadamente, hay mucha diferencia respecto a cuando yo empecé. En la actualidad hay canales de televisión, de YouTube…, mientras que antes estaban las revistas de reflexión política que ya han desaparecido, diarios que también han muerto por las corporaciones que cada vez tienen más medios, pero con una sola voz, y poco más. Hoy en día existen muchísimas ventanas para llegar al público. Por eso, a una persona que está empezando, lo que le diría es “cuéntalo tú”. Intentar ser más independiente y hacerte un hueco por ti mismo. Si yo empezara ahora en el periodismo, estaría en un sitio donde pudiera ganarme mi sueldo y luego tendría mi blog propio. Cosa que no pude hacer en mi época.

“La prensa rosa para mí ha sido una cura de humildad”

A partir del año 2000, tras abandonar el telediario de TVE, Gálvez dio un salto al mundo de la prensa rosa, presentando programas como Rumore Rumore o el reality Confianza ciega

¿Qué opina sobre el debate recurrente de que las programaciones relacionadas con el mundo del corazón no son periodismo?

Es periodismo y es una sección dentro del periodismo, lo que cambia es el tratamiento. Para mí es un tipo de información como puede ser el deporte. Podríamos decir que la tendencia mayoritaria a lo largo de los años ha sido que la mayoría del público femenino tienda hacia el gossip mientras que el masculino se deriva hacia lo deportivo. Pero claro que es periodismo. Se trata de esa información ligera que no te aporta mucho, pero te entretiene: la crónica social, que ha estado ahí desde el principio de los tiempos.

Algunos incluso defienden que se deberían eliminar los contenidos de este tipo.

La frase esa de Mafalda de “Prohibido prohibir” la deberíamos tener todos muy presente. Yo por lo menos la tengo en mi cerebro grabada a fuego, porque no entiendo por qué se debe eliminar algún tipo de información solo porque a alguien no le guste… Pues no la mires. Es como si yo dijera que prohíban la información necrológica porque no la leo. Absurdo.

¿Que estos programas son contenidos vacíos que aportan poco? Bueno, generan entretenimiento. No nos vamos a engañar, yo no entré en la prensa del corazón para colgarme ningún tipo de medalla. Lo hice porque me pagaban bien y era un momento en el encajaba en mi vida. Lo vi como una experiencia más, al igual que cuando trabajé en deportes. Pero hoy en día puedo decir que me ha dado una de las experiencias que más me ha enseñado, tanto a nivel profesional como personal: no creerme mejor por hacer una información rigurosa, seria o política pensando que eso puede influir más en las personas que me ven. 

Al trabajar en este tipo de informaciones descubrí la función social que cumplen al conseguir que mi vecina del cuarto, que acaba de tener un accidente que la dejó tetrapléjica, tenga una sonrisa. O hacer que me llame la jefa de enfermería del Hospital La Paz para darme las gracias, ya que cuando está mi programa en emisión los enfermos no llaman para quejarse de dolor, porque están entretenidos. Y estas cosas no las va a hacer un documental sobre el hambre en el mundo, lo hace un programa absurdo de humor. Hoy en día puedo decir que la prensa rosa para mí ha sido una cura de humildad, tras toda la vida pensando que era un trabajo menor. No lo es para nada. Tiene un trasfondo social que nunca se tiene en cuenta: el acompañamiento que le damos a gente que realmente lo necesita más que saber si ha subido el IBEX o ha bajado.

En la actualidad, es directora de Promusictv Audiovisual, una compañía encargada de hacer programas para televisión. ¿Tienen algún proyecto entre manos en el que la volvamos a ver presentando próximamente?

Siempre tengo proyectos. Desde que en el 2000 monté la productora, llevo veintiún años inventando formatos e intentando hacerme un hueco, cuestión que es bastante difícil porque la televisión es un hueso duro de roer y debes amoldarte a las necesidades de la parrilla. Pero sí, siempre tengo dos o tres proyectos moviéndose a ver si consiguen acomodarse.

¿No ha pensado dar el salto a plataformas online como YouTube?

Es algo que también llevo intentando desde hace veintiún años, pero es difícil. A pesar de que estoy en las redes sociales, me encantaría saber hacer como otros compañeros que las manejan perfectamente y son mucho más activos. Pero cuando tienes un trabajo que te lleva tanto tiempo como el mío a la hora de estar en la producción, no tengo tiempo de prestarle tanta atención a las redes. Pero es algo que realmente es mi sueño: tener esa independencia que te permita no depender de nadie sino crear tu propio medio de comunicación. La gente como Ibai y todos los youtubers tienen mi admiración absoluta hagan lo que hagan, porque conectar con la gente no es una tarea fácil, debes saber el qué y el cómo.

Hablando de sueños, ¿cuál era la idea periodística que le habría gustado llevar a cabo cuando empezó y cuál es la de ahora?

Todavía me quedan cosas por hacer, pero tengo que reconocer que la mayor parte de sueños que tenía los he cumplido. He podido hacer cosas tan maravillosas como conocer al gran biólogo Jacques Cousteau y bañarme con ballenas piloto, conocer a grandes actores o cantantes, escritores… La verdad es que tengo mis sueños periodísticos bastante cubiertos. Aunque sí es cierto que, a nivel televisivo, y ya más como productora que como periodista, hay grandes formatos que me gustaría poder llevar a cabo. 

Me interesa mucho, quizá porque mi base ha sido la televisión pública, lo que tiene que ver con el edutainment, es decir, buscar fórmulas en las que ofrezcas conocimiento a través del entretenimiento. Me encanta el género documental y contar las cosas divirtiendo a la gente. Por ahí quiero orientar lo que me queda de carrera, en este contenido que tienen las plataformas tipo Netflix o Amazon, donde hay género documental y de entrevista conducido por gente que te sirve de faro. Eso a mí por lo menos me ayudó mucho en mi juventud, tener referentes adultos a los que yo quería parecerme, desde una Fallaci o Kapuscinski hasta Carmen Sarmiento en España. Esos role models que nos muestran hacia dónde podemos ir para tener una mejor sociedad y ser mejores personas y más felices, que al final es por lo que estamos aquí.

Nerea De Ara



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