jueves, noviembre 21

Quién eres

Si naces siendo mujer no eres nadie, pero al mismo tiempo, lo eres todo. El honor de tu familia está en tus manos. El mundo entero cuestiona tus decisiones. Primero te quitan tu voz. Y el sonido de tu risa. 

Quién eres si nunca lo has sabido. Si nunca has sido, si nunca te han dejado ser. A los hombres no les gustan las chicas tan delgadas, come un poco. No tanto, al final vas a  pesar más que él. Haz deporte pero sin parecerte a un tío. 

Sé frágil. A los hombres les gustan las chicas así. Muy bien. 

Quién eres si siempre has sido a medias. Si has sido con miedo. 

Tienes que aprender a cocinar. A los hombres les gustan las chicas que saben hacer de todo. Y tú qué sabes de fútbol. No, no vas a ir a la universidad. No necesitas estudiar. No te falta de  nada. Ayuda a tu madre a limpiar. 

Quién eres si siempre has pertenecido.  

Si nunca has sido tuya. Si has sido de todos menos de ti. 

Te vas a casar y punto. No le levantes la voz a tu hermano. Recoge la mesa. Qué haces opinando de política, si ni has estudiado. Cállate. 

Si naces siendo mujer tienes que aprender a disimular tu existencia. 

No puedes tener opinión. 

Piensas que el silencio es tu mejor aliado. 

Te pasas años callada. Sumisa. Sin nada que aportar con tal de evitar una pelea, un enfado. 

Primero te quitan tu voz. Y luego, las ganas de vivir. 

Te vas apagando. Aunque, en realidad, nunca has estado encendida. 

No hay ceniza si no ha habido llama. 

Pasará, piensas. Pasará la opresión, el machismo y la misoginia. 

Pasarán los años, pasará tu vida. Pasarás tu vida pasando de puntillas, sin hacer ruido.  En silencio, harta, esperando a que todo pase. 

Pasarás tú y no habrá vuelta atrás. 

Quedará el recuerdo de una vida aplastada por personas del sexo opuesto. Simplemente, hay cosas que no pasan si no se luchan. 

Quién eres. O, mejor dicho, quién quieres ser. 

Enciende tu llama. Alta, fuerte, vivaz. 

Enciéndela y que sea fugaz.  

Que sea fugaz, pero que queme. Que queme mucho.  

Que sea fugaz pero que deje una huella eterna. 

Hay vidas y vidas.  

Vidas que son injustas. Vidas oprimidas y vidas que oprimen. 

Vidas en silencio, aguantando lo inaguantable. 

Y vidas gritando a los cuatro vientos, que mil vidas más sabrían a poco, cuando hay tanto que  decir. 

Primero te quitan tu voz. Y, por último, te quitan la vida. 

Una vida que nunca te ha pertenecido.  

Una vida no vivida.


Halima Achab Touil


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