jueves, noviembre 21

Nina Simone: la música al servicio de la lucha

Su nombre artístico surgió para evitar que su madre supiese que tocaba en clubes nocturnos

Nina Simone nace un 21 de febrero de 1933, como Eunice Kathleen Waymon, en Tyron, Carolina del Norte. Con apenas tres años empezó a tocar el viejo piano que tenían sus padres y a partir de los 6 años ya interpretaba melodías en la iglesia evangélica de su pueblo, donde su madre era pastora. A raíz de ello inició sus clases particulares con la señora Muriel Mazzinovitch. Para llegar a su casa debía atravesar las calles que separaban a la población blanca de la negra en su comunidad y fue entonces cuando comprendió el racismo y la segregación que albergaba la sociedad en la que se criaba. Su objetivo desde ese momento fue convertirse en “la primera pianista clásica negra de Estados Unidos”.

Sin embargo, la humildad de su familia no podía garantizar que siguiera costeándose sus clases. Por eso, después de que el matrimonio para el que trabajaba su madre la ayudara a costear el primer año de piano, la “señorita Mazz”, como ella solía llamarla, creó el Fondo Eunice Waymon para recaudar el dinero necesario para los estudios de música de la artista.

Con lo recaudado, Simone y su familia se trasladaron a Filadelfia al final de secundaria con la intención de proseguir allí sus estudios de piano. Pero, lamentablemente, la rechazaron en el Curtis Institute of Music por cuestiones raciales y tuvo que buscar otros trabajos para poder pagarse las clases particulares, entre ellos como acompañante de piano de una profesora de canto. “Jamás se me había ocurrido preguntarme cuántos alumnos negros estudiaban en el Instituto Curtis; era una pregunta legítima que sin duda tendría que haberme hecho antes”, llegó a declarar la artista sobre este rechazo.

Con el tiempo, viendo como el dinero de su beca se acababa y ante las dificultades económicas que pasaba su familia, tuvo que ponerse a trabajar. Así nació Nina Simone, pseudónimo que buscó para que su madre –más puritana que nunca– no la descubriese. “Nina” partía de la palabra “niña” en español, como la llamaba un antiguo novio, y “Simone”, por la actriz Simone Signoret, a la que la cantante había conocido en la película Casque d’or.

Empezó entonces a tocar en locales de turistas en Atlantic City. Cuando terminó su primera noche en el Midtown Bar and Grill su jefe le espetó por qué no había cantado, a lo que ella respondió que solo era pianista. Pero este no se conformó con aquella respuesta y se mostró tajante: “Mañana por la noche serás cantante. Si no, te quedarás sin trabajo”, algo que, sin duda, agradecerá siempre la historia del jazz.



Pronto, su voz áspera y su dominio del piano conquistaron a los asistentes de los clubes de la costa este y comenzaron a llover las ofertas para la joven Eunice. Como la del dueño de Bethlehem Records, Sid Nathan, que le ofreció su primer contrato discográfico. Una de las canciones que grabó con él fue My baby just cares for me, aunque la composición triunfó internacionalmente casi treinta años después cuando se usó en un anuncio televisivo de Chanel N.º 5, pero la autora no tuvo derecho a ninguno de los beneficios porque durante la grabación en 1958 había firmado, sin leerlo, un documento por el que renunciaba a sus derechos.

Aunque ella siempre se confesó cantante de folk, se caracteriza por una gran habilidad para conjugar el góspel, el blues y el jazz. En los años sesenta, en plena lucha contra la discriminación racial, Simone decidió prestar su voz para liderar la contienda. Con canciones como I loves you porgy y You’ll never walk alone, la artista incendió el movimiento por la lucha de los derechos civiles. Pero una de sus letras más revolucionarias fue Mississipi Goddam, que compuso en respuesta al asesinato de Medgar Evers y tras la muerte de cuatro niñas negras en un atentado con bomba en una escuela de Birmingham (Alabama), ambos sucesos en 1963. Con ella transmitió toda la rabia que llevaba dentro. Esa ira, precisamente, ha sido reseñada por otros artistas, como Rhiannon Giddens, cantautora folk, que declaró para Rolling Stone que “si quieres decir que el rock & roll es música rabiosa, entonces Nina Simone es rock & roll”; o el crítico Stanley Crouch, que la definió como “la santa patrona de la rebelión”.

Simone también escribió Four Women, que narra las vidas de cuatro mujeres afroestadounidenses, y Young, Gifted and Black, que se convirtió en un himno popular. Asimismo, tras la muerte de Martin Luther King en 1968, interpretó Why (The King of Love Is Dead), escrita por su bajista Greg Taylor.

En sus memorias, «Víctima de mi hechizo», publicadas en 1991, se confesaba como una persona insegura, con carencias afectivas y en una pugna constante contra sí misma, pero también contra el mundo en el que vivía, marcado por la fama y la segregación racial en su país. Termina la obra destacando precisamente ese papel crucial que jugó la búsqueda de derechos en su vida, que definió como “una incontable cantidad de errores, no pocos días malos y, lo más regocijante de todo, años de alegría -duros, pero también entrañables- en los que luché por los derechos de mis hermanas y hermanos en todas partes (…). Entonces sabía y sigo sabiéndolo ahora, que esa felicidad que sentía cuando marchábamos juntos y que todavía siento, es de una índole que muy poca gente puede experimentar”.



Pero, sin duda, otro aspecto que determinó el desarrollo como persona y como artista de Nina Simone fue el trastorno bipolar que le fue diagnosticado en 1992, y que según ella misma justificaba sus cambios súbitos de humor y sus alteraciones, que ella achacaba al cansancio extremo que le generaban las giras y al maltrato y explotación que la sometía su mánager y marido.

A raíz de su hartazgo con la segregación racial en Estados Unidos y sus problemas con el fisco, llegó a vivir en Barbados, Liberia, Suiza, Inglaterra y Francia, donde murió en 2003, a los 70 años, a causa de un cáncer de mama. Ese éxodo continúo en su última etapa también influyó su trayectoria personal y profesional. “He tenido amantes en muchos puertos y me he enamorado de naciones enteras”, escribió.


La música de Simone estuvo volcada en la lucha por los derechos civiles de las personas racializadas en Estados Unidos.

No cabe duda de que Simone, como música y como combatiente ha inspirado a una gran variedad de artistas, como Aretha Franklin, Laura Nyro, Lauryn Hill o Meshell Ndegeocello. Y este patrimonio continúa, pues siguen apareciendo publicaciones y reportajes sobre la cantante, como los documentales The Amazing Nina Simone y What Happened, ¿Miss Simone?, que se estrenaron en 2015 y cuentan los altibajos de Simone, y también la película Nina, estrenada en 2016 y protagonizada por la actriz Zoe Saldana.

Entre sus premios y homenajes, destacamos 15 nominaciones a los Premio Grammy y el Grame Hall of Fame y el Diamond Award for Excellence in Music de la Association of African American Music de Filadelfia en el año 2000. Asimismo, días antes de morir, el 19 de abril de 2003, se le concedió un diploma honorario en el Instituto Curtis, el centro que la había rechazado con solo 19 años por su raza.


Natalia Ruiz-González



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