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martes, marzo 19

Racismo. Un tono que no le va bien a nadie

Adrienne Andersen en Pexels. Woman holding brown and black soft-tube

Me encanta el maquillaje. Paso horas viendo tutoriales de beauty bloggers mostrando nuevos productos y técnicas de aplicación. Siempre busco personas que tengan un tono de piel similar al mío para poder darme idea de cómo puedo utilizarlos en mi propia piel.  Curiosamente, nunca me he maquillado de forma “completa”, es decir, nunca he utilizado más productos que labiales y rímel. Quienes gustan tanto del tema como yo, sabrán que esos dos productos son apenas una parte del kit básico para lxs que inician en el mundo del maquillaje. 

Entonces, si me gustan tanto los cosméticos, ¿por qué nunca los he aplicado en mí? La respuesta es más compleja de lo que parece, tanto que despertó mi interés por escribir este texto. El racismo estructural permea todos los ámbitos de la vida cotidiana, incluso, limita los productos a los que tiene acceso una persona de piel oscura cuando quiere jugar con el color, la luz y la sombra en su rostro. 

Soy una mujer negra, mexicana. En este país el discurso nacional está enfocado en invisibilizar la presencia de pueblos con raíz africana en el territorio. Y, ¿qué tiene que ver esto con el maquillaje? Aquí mi experiencia: he dedicado buena parte de mi tiempo a buscar bases y polvos compactos que vayan bien con el tono de mi piel. No me malinterpreten, ¡claro que los he encontrado! El problema es dónde, a qué precios y cuánto tiempo he invertido en la búsqueda.

He ido a tiendas de todo tipo, desde las que se encuentran al interior de una estación de metro (que venden marcas modestas y económicas), hasta las dedicadas exclusivamente a productos de mediana y alta gama. En ambos casos no he encontrado buenos resultados.

Hasta ahora, no ubico una marca nacional de costo accesible con tonos apropiados para pieles oscuras. Por otro lado, las marcas extranjeras tienen costos sumamente elevados que, en muchas ocasiones, son imposibles de pagar sin antes haber ahorrado durante algunos meses.

Siempre que pido probarme una base, lxs demostradorxs de las tiendas de maquillaje colocan en mi piel una tonalidad mucho más clara que la de mi rostro y, aunque sí tengan tonos más oscuros, nunca quieren mostrármelos, aseguran que el más claro es mi tono e insisten de manera peligrosamente sutil en que si luzco menos prieta, me veo mejor.

¿Por qué es importante tratar este tema justo ahora? El punto no sólo es hablar de polvos de colores por capricho, de fondo hay muchas cosas que para mí son importantes de cuestionar; por ejemplo, la negación, la no representación y el racismo sistemático que nos sigue oprimiendo, incluso, en algo tan básico como ponernos brillitos en la cara.

He leído y escuchado reflexiones en las que se habla del maquillaje como un símbolo de la opresión patriarcal. Esta observación me parece interesante, pero me es más importante destacar que como yo, muchas personas no han tenido la posibilidad de decidir, pues ni siquiera hemos sido tomadas en cuenta.

Mi intención no es jugar del lado del sistema opresor intentando cumplir de manera inconsciente las normas de belleza y feminidad establecidas por la hegemonía al querer maquillarme. A lxs sujetos racializadxs se nos exige blanquearnos para no estar tan alejadxs de los cánones instaurados por el sistema racista y patriarcal que diariamente perpetúan los medios de comunicación.

Es importante para mí, tener la misma oportunidad que cualquier otra persona de ir la tienda y encontrar una base que no me haga lucir menos oscura. Eso sería tener la posibilidad real (no sólo discursiva) de ser, hacer, decidir libremente y sin limitaciones. Esto da pie para abrir panoramas y experiencias distintos, y por lo tanto, tener discusiones más profundas, como cuestionarme con qué fin me maquillo. ¿Por qué? ¿Cómo puedo descubrir si lo hago por imposición o por decisión propia si nunca he tenido la posibilidad de explorar por qué no tengo con que?

Me identifico completamente con la declaración que hizo Chimamanda Ngozi, escritora nigeriana, al ser la imagen de una importante línea de cosméticos:

“Quería ser parte de ese mensaje que explica que las mujeres a las que les gusta el maquillaje también están haciendo cosas importantes con sus vidas. Los diferentes ámbitos de la vida pueden co-existir en una misma mujer. Creo que es el momento de difundir la idea de que puedes ser una mujer seria y preocuparte por la forma en la que te muestras”.

Yo quiero experimentar, jugar y divertirme con el maquillaje. Quiero que esta oportunidad se extienda a mis primxs y amigxs negrxs de la ciudad, de la costa y de todo el país sin que tengamos que someternos al juicio del filtro blanqueador.

Me encanta mi piel y no, no quiero ser menos prieta, ya no.


Marbella Figueroa

Soy un conjunto de ideas, pensamientos, situaciones, lugares, sentires y emociones. La
mayor parte de mi tiempo la dedico a la creación plástica. Me encanta jugar y divertirme con
colores, texturas, hilos, brillantinas y todo lo que encuentre por mi paso.
Obtuve una licenciatura en artes visuales por la FAD/UNAM con especialización en medios
audiovisuales. Mi exploración interdisciplinaria aborda principalmente la negritud, las
conexiones ancestrales y el cuerpo. Soy creadora y colaboradora del proyecto autogestivo
Afrochingonas. He impartido diverso talleres de arte comunitario en la Costa Chica de
Guerrero y en Zonas de la periferia de la CDMX.
Actualmente me dedico a la gestión cultural y a la producción artística autogestiva.

Si quieres estar en contacto conmigo picale al link 


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