“—¡Precisamente por eso no te va a enseñar!
¡Te comportas como una mujer!
Te dejas llevar por las emociones. Eres peligrosa.”
Nnedi Okorafor
Quien teme a la muerte
Nnedi Okorafor
Traducción de Carla Bataller Struch
Crononauta
En la mayoría de las mitologías, la creación de la humanidad la efectúa una divinidad, para el caso de esta novela, funciona igual; Ani es la gran diosa, y como corresponde, tiene su libro sagrado en el que se fundamentan las relaciones sociales, para Mircea Eliade, todo puede ser experimentado como sagrado y la mediación en la que se experimenta la sacralidad es a lo que llamó hierofanía, que es lo mismo que decir; la creencia social de las personas es lo que da poder a esas formas de lo sagrado. (Eliade)
Esa creencia social en el gran libro, lo hacía poseedor de mana, receptáculo de lo sagrado, base de la fe de la sociedad, donde radicaba la legitimaba de la jerarquía social “los okekes nacieron para ser esclavos de los nurus. Hace mucho tiempo, durante la época de la Vieja África, habían hecho algo tan terrible que Ani les impuso esa obligación sobre sus espaldas. Así está escrito en el Gran Libro.” Los okekes hijos de la noche, y los nurus, venidos del sol.” (Okorafor)
Así se explica la razón de la división de clase social por fenotipo haciendo de la esclavitud, destino. Esta explicación, nos lleva a otros dos libros de ficción: el primero, la novela Changó el gran putas, del incansable investigador y escritor Manuel Zapata Olivella, donde es explicada a través de la religión yoruba; el africano ofendió a la deidad, por lo cual es castigado con la esclavitud:
“¡Changó! ¡Changó!
Buscaste fuera de África
la Loba Blanca
para cumplir tu venganza.
La que vende y compra
por un doblón de cobre
un collar de vidrio
por tres reales,
un rebaño de hombres.
(Zapata Olivella 28)
El otro libro ficcional al que me refiero, es la Biblia judeo-cristiana, sobre la cual se sustentó del derecho del amo a ejercer como esclavizador, y a pesar que ésta también tuviera pasajes respecto al “respeto” por el cuerpo del “esclavo”, esos eran versículos que no se tenían en cuenta, bien lo sabemos por textos de la época como las crónicas de Indias.
Ani hace parte vital de toda la novela, a pesar de nunca ser un ente activo; se creen, hablan y hacen cosas con respecto a ella, pero no aparece su capacidad de agencia. Esa pasividad, tal vez explique la razón por la cual siendo una sociedad que por deidad mayor tiene a una fémina, las mujeres no aparezcan en la cúspide del poder.
Esa inexistencia sustenta el desarrollo de la novela; las mujeres no tienen acceso a los espacios de poder mágico, situación que atraviesa a nuestra protagonista Onyesonwu, quien, siendo mujer, desarrolla cualidades mágicas de gran poder, correspondientes solo a un hombre elegido por la divinidad.
Pero ser mujer no es la única falta que contradice el derecho de Onyesonwu al poder mágico, además, carga con el peor estigma de su mundo; es una ewu, lo que significa en nuestros términos: una mestiza. Es hija de una mujer okeke y un hombre nuru, combinación posible sólo a través de la violencia, una de las estrategias de genocidio practicado por los nurus; pues las mujeres mismas y los hijos de esa violación serían repudiados por la comunidad okeke, dejando en manos de ellos mismos su destrucción étnica. ¿No les suena a las prácticas de guerra en África?
Onyesonwu, significa “¿Quién teme a la muerte?”, pero podría significar “lo insólito”, ella es lo sagrado profanado, investida de sacralidad, que genera ambivalencia en quienes la rodean, ella encarna el concepto de mana y tabú[i]. Ella es en sí misma la singularidad: su piel color de la arena, sus pecas, su cabello impiden que se refleje en quienes la rodean, se sabe sola, ella es la poderosa, pero a la vez es la evidencia de la violación factible y simbólica, por eso el repudio y violencia que despierta en los demás.
La novela se enmarca dentro del género de la fantasía, ¿es la forma en que la autora americana-nigeriana encontró para hacer una crítica al colorismo, el racismo, las condiciones de guerra en África y las prácticas misóginas fundamentadas en las consignas religiosas? Podría ser, lo que sí puedo afirmar es que la creatividad de la narración es deslumbrante, efectivamente hay un derroche de fantasía en la gestación ese mundo postapocalíptico.
Un texto con la categoría de fantasía permite hacer diferentes tipos de lecturas, la inicial, asentada en su calidad ficcional, hace posible la creación de mundos ajenos al nuestro que nos entretengan fuera de la realidad, en este sentido la novela es sumamente rica, la línea narrativa es sencilla, permitiendo una lectura entretenida, donde es posible disfrutar de una serie de efectos especiales sustentados en lo mágico.
Pero también es posible hacer otra lectura; como metáfora de la realidad social, y fundamentalmente sobre el racismo y el machismo. Ya mencioné que Onyesonwu podría significar “lo singular”, y es que esta cualidad no termina en las características de su cuerpo; ella posee un poder mágico más alto que el de los mismos hechiceros, algo inconcebible para ellos. Si bien la configuración de su cuerpo y ascendencia puede ser usada como crítica al colorismo y el racismo, su poder mágico es crítica para nuestro machismo y confrontación para con el que aparece en la novela.
Por regla general, una mujer con poder tiene que confrontar mayores dificultades que las de un hombre poderoso, pues a las acciones concernientes al uso del poder, ella además debe sumarles las confrontaciones que recibirá basadas en su género, entre ellas, se les conmina a ser como los hombres, pero Onyesonwu incluso a eso se rebela, ella es la posibilidad de la emoción como fundamento del poder.
Son precisamente esas emociones, en lo que se fundamenta el pensamiento de los hechiceros para negarle la posibilidad de enseñarle, cualquier hombre con los poderes que ella apenas comenzaba a manifestar, sería iniciado y un orgullo para el maestro, pero siendo ella mujer, su poder causa repudio, así la pelea que tiene con el único hombre que podría enseñarle a usar su poder: “¡Tú… tú no quieres enseñar a niñas ni a mujeres porque nos tienes miedo! T-t-temes nuestras emociones —solté una risotada histérica y luego me puse seria—. ¡Pero esa razón no es lo bastante buena!” (Okorafor)
Las emociones de las mujeres siempre han sido vistas como peligrosas y comparables con la naturaleza cuando desborda su poder en tormentas, ciclones, erupción de volcanes. Onyesonwu es concebida en la violencia, su mismo nacimiento es una petición violenta, de allí que las emociones, particularmente la ira, esté siempre bullendo en su interior, dándole poder mágico.
Esa ira como fuerza, nos lleva a pensar en Audre Lorde “un hilo eléctrico que recorre todos los tapices emocionales en los que dibujo lo esencial de mi vida, un manantial que bulle a punto de entrar en erupción y derramarse desde mi conciencia como un fuego sobre el paisaje.” (Lorde) Así suele sentirse nuestra protagonista; un volcán a punto de erupción, y al igual que Lourde, llega a saber que debe “Disciplinar esta ira en lugar de rechazarla” (Lorde), algo de debe aprender por sí misma, pues en el pensamiento del brujo, las emociones de las mujeres son peligrosas, y por eso quieren eliminarlas, pero Onyesonwu llega a saberlo, el manejo de nuestras emociones son las que nos hacen fuertes.
Rerencias
Eliade, Mircea. El mito del eterno retorno; arquetipos y repetición. Libera los libros, s.f.
Lorde, Audre. Sentipensares Fem. 03 de 12 de 2016. Sitio web. mayo de 2019. <https://sentipensaresfem.wordpress.com/2016/12/03/momnioal/>.
Okorafor, Nnedi. ¿Quién teme a la muerte? Crononauta, s.f. E-Pub.
Zapata Olivella, Manuel. Changó el gran putas. Bogotá: Oveja Negra, s.f. Libro.
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