– ¿De dónde eres?
– De Valencia.
– ¡Aaaah! Castellón, Valencia y Alicante. Esas son las tres provincias que componen la Comunidad Valencia, ¿a que sí? El río Turia pasa por Valencia y el estadio de fútbol se llama Mestalla.
Nuria, mi amiga valenciana, contemplaba con los ojos como platos a mi primo e intentaba responderle lo que fuera, decirle que también sabía algo de Guinea Ecuatorial, pero no era así. Ella, que había viajado por medio planeta, que tenía carrera, que era una persona con conversación, que estaba ahí, en Malabo, al lado del mercado central, en el barrio de Los Ángeles, saliéndose del circuito que muchos europeos consideran seguro sin molestarse en conocerlo… Ella cayó en la cuenta de que no tenía ni idea de Guinea y no podía responder a mi primo. Pero es que… ¿saben qué? que Guinea jamás había aparecido en sus libros de historia, Guinea, para ella, era yo, que nací en Madrid.
Mientras sucedía eso, yo no podía dejar de pensar en la asimetría histórica entre dos mundos que fueron uno. Uno sacó riquezas del otro. Uno impuso su religión y costumbres al otro. Uno le hizo creer al otro que lo que era no podía ser. Así, durante años, siglos y luego el silencio, sin siquiera un mísero recuerdo (salvo la reciente «Palmeras en la Nieve», que ha permitido que mucha gente descubra que en el continente africano existe un país en el que aún se habla español). No es justo que te vuelvan invisible, pero así fue y fue un acto consciente, cuenta el autor de la película, Antonio Grunfeld, «la Ley de Materia Reservada franquista censuró durante casi diez años toda la información que llegaba sobre Guinea». Una década y voluntad bastaron para cubrir con polvo de olvido casi tres siglos (Guinea fue territorio perteneciente a España entre 1778 y 1968).
La anécdota con la que abría el texto me viene a la cabeza con motivo del estreno de la obra de teatro «Manoliño Nguema, dos mundos que se tocan». Tendrá lugar en el Teatro Principal de Compostela, Santiago de Compostela, el día 15 de Diciembre y servirá para cerrar el documental homónimo que se ha grabado en España y Guinea (y que está en plena campaña de crowfunding: https://www.verkami.com/projects/18992-manolino-nguema. En él, se abordan, precisamente, los vínculos existentes entre los dos países usando como hilo conductor a Marcelo Ndong, «Manoliño Nguema», artista guineoecuatoriano que pudo formarse en la escuela de circo de la Ciudad de los Muchachos de Orense y viajar, saltando de escenario en escenario, por todos los continentes. Llegó un momento en el que decidió regresar a su tierra para compartir lo que aprendió con lxs jóvenes guineoecuatorianos, algunos tan conocidos y exitosos como el artista multidisciplinar Gorsy Edú o el director de cine y actor Raimundo Bernabé, «Russo», convirtiéndose, en palabras de Grunfeld, en «uno de los padres del teatro en Guinea Ecuatorial».
Estas historias demuestran que es imposible cortar los lazos aunque sean invisibles. No lo lograron, ni lo lograrán.
Lucía Mbomío
Periodista
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