sábado, diciembre 21

Racismo en la escuela pública española

Racismo en la escuela pública española

Desde el año 2009 soy maestra de Primaria en la escuela pública de la Comunidad de Madrid. Fruto de los numerosos traslados a los que me he visto sometida por mi condición de interina (es decir, por no tener mi plaza “en propiedad”  sino solamente cubrir bajas, jubilaciones y otros permisos) he sido consciente y testigo directo de las más terribles aberraciones: madres y padres prohibiendo a sus hijos e hijas “jugar con Fulanito”, “siquiera juntarte con Menganita en el patio” por criterios de todo tipo, a profesorado con prejuicios anclados en lo más profundo que les han llevado no solo a juzgar, sino a calificar y con ello condenar (pues en este sistema educativo nuestro el destino de la escolaridad de un menor va de la mano con sus calificaciones) en base a criterios puramente machistas, racistas y en definitiva, violentos.

He escuchado conversaciones en los comedores de los colegios, en las puertas de entrada, durante los partidos de fútbol y en las mismas clases que con absoluta impunidad machacaban a familias enteras: “mira esa, la ecuatoriana, para qué se habrá preñado si no puede con los hijos que tiene”, “ojo con aquellos nigerianos, que con ese pelo tan afro seguro que tienen piojos”, “hija, no te juntes con Abdullah que los moros no son de fiar”. Es imposible girarse e increpar a cada persona que profiere comentarios de ese tipo sin enfrentarse a cada momento a alguien, y si bien los cruces de miradas suelen ser constantes, el silencio consentidor reina como una losa. Ahora bien, ser conscientes del racismo salvaje que existe en la enseñanza en España es de obligado cumplimiento no solo para quienes convivimos con este entorno a diario, sino para toda la población.

En un foro público llamado “Parla Este” se juntan familias de la recién urbanizada zona este de la madrileña localidad de Parla, que intranquilas buscan matricular a sus hijos e hijas en centros escolares de la zona sin saber muy bien con qué criterios guiarse. En este espacio, familias de todo tipo intercambian sus experiencias e impresiones acerca de los colegios y tratan de aconsejarse unas a otras. A este foro accedí hace no mucho tiempo para localizar los colegios de Parla, ya que quería concursar a esa zona de Madrid, y dudaba de la cercanía de mi casa a los centros.

Sin haber sido censurado, ni encontrar una resistencia demasiado profunda, a golpe de clic me topé con comentarios de familias que hablan de algunos de estos colegios en los términos que se leen a continuación:

Todas las madres de mi bloque quieren llevar a los peques al (…) ,descartan todos los colegios públicos de Parla , porque  defienden que les quieren dar la mejor enseñanza posible a sus hijos, (supongo como cualquier padre) , pero da más la impresión, de que no quieren que sus hijos «se mezclen» con otras culturas o nacionalidades, de ahí  buscar lo privado como fortaleza para sus hijos.

La verdad es que yo pienso un poco igual, no por racismo , aunque tenga motivos para ello, sino porque un profesor y con los recortes que han sufrido, perderán la motivación extra que tiene el enseñar a una clase con eslabones débiles debido al lenguaje, pensar que hay niños que entran con una edad y sin saber nada de castellano, y eso frena al grupo completo.

También  quiero añadir, que estudié en centros públicos (varios por traslados) y en ese momento era raro encontrarse un extranjero en clase, pero ahora si no hay en la clase, no van a dejar de estar por las calles de toda España.

Pena, penita, pena, era lo que me daba a mí en el (…) cuando veía que mi hij@ tenía que estar todo el día con unos diez extranjeros y etnias de las más diversas y que conste que no soy racista pero esa situación lamentablemente se notaba considerablemente en el rendimiento del aula y ni que decir de los profesores jovencitos con sus estilos de los más moderno, consentidos desde la dirección del centro por que también lucían sus más llamativas de las prendas típicas de pantalones cagaos, dando un buen ejemplo rapero a los niños del centro multicultural ese que tanto defienden  en las repetidas huelgas, dejando a los alumnos a la merced de su suerte… Pena de mi corazón.

NOTA: Se han omitido los nombres de los colegios de los que se habla para no contribuir a la propaganda racista.

Para mi sorpresa, no era la primera vez que yo veía esto. Años atrás, en un colegio en pleno centro de Madrid (ese centro en el que vecinos y vecinas aplauden la pancarta de Welcome Refugees que penden del edificio del Ayuntamiento o del de Matadero, y que se colocan la camiseta verde de Escuela Pública de tod@s y para tod@s), se otorgaban los puntos de libre criterio del centro, es decir, los que permiten a un niño o niña escolarizarse en un determinado colegio, a las familias con rentas más altas, documentación en regla de todos sus miembros (esto es, nacionalidad española o permiso de residencia) evitando así a las muchas familias cuyos progenitores estaban todavía lidiando con las odiosas oficinas de Extranjería o a las que tenían rentas a juicio del centro “bajas”.

Dada la llegada de muchas familias jóvenes con hijos e hijas al barrio, quisieron endurecer los criterios para demostrar “qué tipo de colegio eran”: como primera medida de su nuevo plan de segregación, prohibieron el menú del comedor libre de carne de cerdo, por el que optaban muchas familias debido a sus creencias religiosas.

Preguntado el Equipo Directivo por la razón de esta medida, la Directora aclaró:  “Empezamos dando menús sin cerdo y terminamos con esto lleno de moros rezando hacia la Meca”. Permitieron el acceso a niños y niñas racializados (que hasta entonces no entraban en el colegio) solo si lo hacían en calidad de adoptados por familias europeas: gracias a eso, pudieron incluir en su web un cartel en el que decían “Centro Multicultural”.

Racismo en la escuela pública en España

Eliminaron sin mediar palabra los recursos sociales del centro, eliminaron también calles enteras del callejero del barrio del radio de escolarización en las que vivían familias de “moros, sudacas, negros”. Se vendieron como un centro en el que “no había inmigrantes”, en el que garantizaban “buen ambiente, familiar” y en el que prometían que “los niños están entre iguales”. Y la gente, la del barrio y la que vivía lejos, lo compró en masa. Se convirtió en el colegio con más peticiones de escolarización del barrio, muy por encima del espacio para el que estaba habilitado. Amplió línea, es decir, añadió aulas en un tiempo en el que los colegios públicos de Madrid veían mermado su número a un ritmo vertiginoso. Desplazó a la población de la zona a los colegios de un distrito próximo, esos tachados por familias y Administración de guetos. Privó a muchos niños y niñas de familias racializadas de poder ir andando a la escuela y a cambio contrató varios autobuses de la ruta para traer a niños y niñas blancos, europeos, adinerados y sin problemas con Extranjería de todas partes del distrito.

Esta historia no es una invención: ocurre cada día, en cada barrio, en muchos, la inmensa mayoría de los colegios públicos españoles (ni siquiera merece la pena mencionar cuánto más salvaje es esto en los colegios privados, que directamente se publicitan como “colegios internacionales” pero no escolarizan a niños y niñas que no sean rubios con ojos azules).

Creer que la escuela pública española no es racista es absurdo. Creer que los Equipos Directivos no le hacen el juego a esta idea implantada con mimo por la Administración es absurdo. Creer que el profesorado no consiente que esto ocurra es absurdo. Creer que las familias no diseminan allá donde se las quiera escuchar estas premisas para desprestigiar a los centros, a otras familias y muy especialmente a infinidad de niños y niñas no solo es absurdo: es cínico, es cruel y es lamentable.

Mientras tanto seguiremos viendo camisetas verdes por la Escuela Pública portadas por personas que abogan el “de tod@s, para tod@s” sin que nos tiemble el pulso ni la voz y, sobre todo, sin que ardan en la más grande hoguera los foreros de “Parla Este”.

 

PaulaPaula

Soy maestra desde siempre, y ejerzo desde el año 2009. Acabo de cumplir 30 años y de empezar en mi décimo séptimo colegio, pues he dado vueltas por toda la Comunidad de Madrid conociendo a cientos de niños y niñas, profes y familias. De todos ellos he aprendido dos cosas: que los niños y niñas saben más que la escuela y que la escuela, como la conocemos, debe desaparecer.
Aspiro a que, algún día, ningún niño o niña me necesite como profe.

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