Cuando hablamos desde aquí desde Afroféminas, tenemos la seguridad que la empatía, generalmente, la vamos a recibir porque la mayoría de las personas que nos leen les interesa lo que aquí se debate, están abiertas al discurso
Cuando quien lee es una mujer negra le gusta y hasta le enorgullece leer sobre escritoras negras por ejemplo o sencillamente disfrutar del punto de vista de cualquiera de las Afroféminas, de sus reflexiones inteligentes incluso aun cuando no estemos de acuerdo.
Para la otra parte del público, también. Da gusto encontrar otros discursos, conocer y compartir reflexiones y opiniones de primera mano de un colectivo del que se afirma una y otra vez que no existe.
Sin embargo, no es la primera vez y seguramente tampoco la última, que sin conocer ninguno de los contenidos, nos encontremos con personas que se niegan en rotundo a asistir a una charla sobre estos temas o al menos leer y conocer qué se cuece.
Esto me lleva a pensar que no es que no quieran conocer, sino que temen hacerlo. Temen verse reflejadas. Para este perfil de persona las cosas están bien como están: “No hay racismo”, “Todos somos iguales”, “Todos somos seres humanos”, etc.
El pasado sábado desarrollé un segundo taller de feminismos negros. Me ha sorprendido gratamente cuántas chicas jóvenes habían interesadas en saber estas cosas.
Estuvimos hablando unas dos horas sobre la problemática central del Feminismo Negro en sus comienzos porque es ideal para demostrar desde la teoría cómo la mujer negra aún continúa siendo la NO MUJER.
Conociendo de sobra que escuchar todo lo que digo y no personalizarlo es un proceso difícil cuando se es blanco, eso por una parte y recordando a Howard Gardner y su teoría de las inteligencias múltiples por otra, he entendido que no tiene sentido hablar sólo desde el dato frío o numérico sino desde la vivencia (porque el Afrofeminismo se nutre fundamentalmente de ella) y porque las cifras hasta donde tengo experiencia no ayudan a traer la empatía. Desarrollar un lenguaje más emocional y menos racional ayuda sobremanera a que personas que desconocen nuestros debates, que como alguna me ha dicho “esto me sonaba a chino” puedan conectar con él, entenderlo y hasta gustarle. Después de explicar, de utilizar un método descriptivo, han llegado no mis experiencias sino sorprendentemente las suyas relacionadas 100 % con el colectivo afrodescendiente.
Esto se ve muy claro cuando vemos la lucha mediática contra la violencia de género. No por mostrar cantidades se hace prevención. Los números no han resuelto nada, al contrario van a peor.
Les comentaba a las chicas, que con mi taller no venía convencerlas de nada. Venía fundamentalmente para mostrales qué podían aprender de la práctica afrofeminista. Me interesaba que ellas no dijeran SOY FEMINISTA, porque eso es sólo una frase. Sentirse feminista es otra cosa y el Afrofeminismo en eso puede ayudar.
Les conté que yo venía de un entorno matriarcal, en el cual nunca se habló de feminismo ni por asomo, sin embargo mirándolo desde la distancia, me he percatado que ellas no decían que eran feministas pero su práctica cotidiana lo era sin lugar a dudas: por sus formas por apostar por el conocimiento, por el ambiente que se respiraba de libertad, por entender a los hombres como aliados y no como sustentos económicos, etc. Era un feminismo natural, espontáneo.
Por otra parte, la opresión patriarcal, desde mi punto de vista, tiene muchos matices. Si es cierto que hay un grave problema porque vivimos en una sociedad aún muy machista también tengo que decir que hay muchos hombres que no lo son.
Una vez un profesor de Filosofía me comentó en clases: siempre se habla del machismo de la sociedad hacia la mujer, pero poco se dice del machismo social hacia el hombre, de lo que se espera que sea un hombre: para algunos y algunas ellos tienen la absoluta responsabilidad de ser el sustento económico, no pueden llorar, etc.
Entonces no estamos, desde mi punto de vista, en una batalla de buenos y malos como en el siglo XVIII. “Todos deberíamos ser feministas” representa el cambio y avance de la sociedad, la búsqueda de alianzas en los hombres, el reconocimiento que muchos de ellos también han progresado. Es una de las salidas, para mí muy acertadas, que ofrece el Afrofeminismo más contemporáneo y que no me cabe dudas que ayudaría a que se socializaran estas formas de pensar. El nuevo feminismo negro ofrece en definitiva, un mensaje positivo para la lucha contra la violencia de género y el resto de males de tipo machistas que aún están tan presentes en la sociedad y por ello convoca a todos los actores.
Sin embargo, hay algunos y algunas que nada quieren saber de esto. Están tan adaptados a mirarse a sí mismos que aprender de nosotras y nosotros es algo que ni siquiera se plantean; tan adaptados a vernos desde la vulnerabilidad que cuando aparece nuestra verdadera luz llegan sus miedos. Llega el temor al darse cuenta que no se tiene la última palabra, que no existe una sola historia para legitimar todo aún cuando humanamente no podría ser nunca legítimo, que ya no somos el “antes” de su “después”, que sus deseos de exclusividad no descansan en la supuesta vulnerabilidad de otros, que el discurso migra y que la frase que afirma que de los negros también se aprende es una realidad y sobre todo una obviedad.
Autora: Antoinette Torres Soler
Directora de Afroféminas
Foto Portada: blkgirlsrock.tumblr.com
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