Susana Edjang es como una estrella. Está tan arriba que, a priori, parece inalcanzable. Y, sin embargo, pese a tener un currículum extraordinario que le ha permitido trabajar codo a codo con el Secretario General de las Naciones Unidas por todo el planeta, esta mujer, nacida en Guinea Ecuatorial, es cercana, humilde y profundamente humana.
Se entusiasma hablando de su labor en la ONU, de lo que queda por hacer, se pone seria cuando responde a algunas de las críticas que recibe el organismo y no le cuesta hacer memoria para citar los grandísimos pasos dados hasta ahora. Pero lo que más me ha sorprendido de ella es que ha logrado algo que no resulta tan fácil para una persona acostumbrada a hacer entrevistas: consigue emocionar a quien le escucha y hace creer que es posible lograr un mundo mejor con la participación y responsabilidad de todas y todos.
Tengo el placer de presentarles a un referente incontestable: Con ustedes, Susana Edjang.
¡Disfruten tanto como lo he hecho yo!
Trabajas en Nueva York, en Naciones Unidas, ¿cuál es tu labor ahí?
Tengo suerte, mi labor es muy interesante. Consiste en mantenerme al tanto de lo que pasa en el mundo y en los varios organismos de la ONU, sobre todo, en asuntos de desarrollo social como la educación, la salud, la nutrición, el empleo… Y, de esa manera, estar preparada para apoyar al Secretario-General con su visión de facilitar desarrollo social para todos y todas, en cualquier país del mundo. Es muy cansado, pero es muy bonito al mismo tiempo. A veces, requiere que le acompañe en sus viajes oficiales o a reuniones con líderes de todo tipo, desde Jefes de Estado a grupos comunitarios o del sector privado a activistas.
¿Cómo es trabajar en una organización internacional?
La ONU es la organización más internacional, porque representa a 194 paises y territorios que han firmado la Carta de las Naciones Unidas y, con ello, la Declaración de los Derechos Humanos. En la ONU, nuestra primera lealtad es con el mandato de la organización y por eso, aunque seamos de diversos países, somos leales al mandato de promover la paz, el desarrollo y defender y asegurar los Derechos Humanos de todas las personas. La gente está muy comprometida con el mandato de la organización y eso siempre me mueve.
Trabajar en la ONU es respirar multiculturalismo y diversidad todos los días y, por supuesto, darlo por sentado. Noto mucho cuando voy a sitios u organizaciones donde no hay tanta diversidad. Todos los días escucho perspectivas globales, regionales y locales y tengo que tenerlas en cuenta para hacer bien mi trabajo. En la oficina del Secretario-General, donde trabajo, hay más de 30 paises representados.
La ONU ha recibido críticas, a veces, por su inoperancia o por su lentitud, ¿qué dirías tú? ¿A qué se debe?
Me has dado en el corazón… La ONU somos todos, los 194 paises y las personas que trabajamos en sus varias organizaciones. Imagínate coordinar eso… Pero se hace, se coordina. No es perfecto, pero cada vez se hace mejor.
El año pasado, en 2015, la ONU cumplió 70 años, se trató de un año muy especial para el multilateralismo. Se consiguieron dos acuerdos históricos como la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que firmaron todos los países miembros y el acuerdo sobre el cambio climático que logró un pacto para reducir las emisiones de gases — ¡por debajo de 2 grados! — que producen el efecto invernadero.
Tenemos una tarjeta muy bonita, que yo siempre llevo conmigo para que me recuerde por qué trabajo en la ONU – y por eso me sé estas cifras de memoria… Todos los días, la ONU provee comida a 90 millones de personas en 73 paises. Todos los años conseguimos vacunar a casi el 60% de los niños en el mundo y ayudamos a 36 millones de refugiados. Todos los días protegemos y promovemos los derechos humanos a través de más de 80 tratados y en muchos lugares del mundo… ¿Te parece poco?
Como dice muchas veces el Secretario-General, si la ONU no existiera, tendríamos que crear otra organización igual. La ONU es de todos/as, somos todos/as. Nos toca ser mejores a todos/as.
Y ahora, hablando en positivo, ¿en qué crisis o situación has sentido que todo merecía la pena?
Siempre merece la pena. En serio. Todas las vidas tienen que tener el mismo valor, y mientras eso no pase, cualquier trabajo que me permita contribuir en este sentido merecerá la pena. Poder ayudar al Secretario-General a que atraiga atención y apoyo para la salud de las mujeres, los/as adolescentes, los/as niños y niñas cuando fui Project Manager de Every Woman Every Child, fue un privilegio. Tener la oportunidad de visitar países y aprender de las soluciones que proponen e implementan y, sobre todo, comprobar que todos los países tienen algo que enseñar y que aprender. Es un privilegio descubrir a esos héroes y heroínas anónimos que existen en todas partes, como un anciano en un pueblo de Bangladesh que, con el dinero que ganaba con sus tierras, financiaba la educación de las chicas adolescentes para evitar que se casaran antes de terminar la escuela secundaria
La cosa es que los problemas del mundo son complejos y suelen requerir soluciones complejas y a largo plazo. Y lo importante es no olvidar a las personas a quienes impactan esos problemas. La mayoría de ellos hacen todo lo posible, todos los días, para salir adelante. Pero, muchas veces, eso no es suficiente, tienen que existir oportunidades para vender lo que cultivas o haces y conseguir un precio justo o para que, cuando andas para ir al colegio, la educación que recibas sea buena… La fortaleza humana es increíble.
El perfil de la gente que trabaja en Naciones Unidas es altísimo, imagino que resultará de lo más enriquecedor compartir oficina con ellos/as. ¡Háblanos de ellos/as!
¡Gracias! Como he comentado antes, lo que más me impresiona es el compromiso. ¡Y los idiomas! Hay de todo y cada vez más mujeres en todo tipo de posiciones. Es toda una inspiración.
Nos hemos centrado hasta ahora en tu presente pero no en el pasado… ¿Cuáles eran tus sueños de infancia? ¿En algún momento imaginaste que llegarías tan lejos?
Yo estaba como una cabra y quise ser un poco de todo.. Leía mucho… Quise ser cantante de ópera, científica, gimnasta, filósofa, carpintera, monja, escritora… pero, por encima de todo, quería ser feliz.
La verdad es que no sé si he llegado lejos, en perspectiva, pero no está mal, ¿no? Quiero que mi trabajo tenga un impacto positivo en la vida de las personas y estoy en ello. Aun me queda camino por delante y, por suerte, aun me quedan fuerzas.
¿Siempre tuviste claro que con tu trabajo querías mejorar la vida de otros/as?
Sí, claro. Para mí no tiene ningún sentido hacer algo que mejore tu vida a costa de empeorar la de los demás.
Me gusta esta anécdota. Una mujer le preguntó en una carta a Einstein cuál era el propósito de vivir cuando había una guerra tras otra – fue a principios de los años 50, creo- , Einstein le contestó que vivimos, existimos, para crear satisfacción – él usa la palabra “satisfaction” — para nosotros mismos y para otras personas. Y creo que tiene razón.
¿De dónde viene esa forma de pensar/actuar? (Ámbito familiar, algún referente de infancia, etc…)
Creo que sobre todo mi madre, y de la experiencia de mi familia con la inmigración y la adaptación a entornos diferentes y situaciones dificiles. Cuando crecí, fuimos de Guinea Ecuatorial a Camerún y de ahí a Espana. En muchas ocasiones pude ver familias y, a veces, personas que no se conocían de mucho, ayudarse para salir adelante. También, en ese periplo vital te toca ver justo lo contrario: la falta de solidaridad. Creo que todos lo hemos vivido en algún momento de nuestras vidas, ese proverbio africano de “si quieres ir rápido, viaja sola; si quieres ir lejos, viaja acompañada”. Creo que es mejor viajar acompañada, si puedes.
Considero que es muy importante creer en una misma, pero es igualmente importante saber que para conseguir cualquier cosa que merezca la pena, necesitas apoyo – de tu familia, amistades, mentores, colegas…
Tu vida, tu formación y tu trabajo han provocado que hayas vivido en 3 continentes. ¿Qué ha supuesto eso para ti a nivel personal?
Me ha hecho una persona muy local y al mismo tiempo global. Cuando voy a un sitio nuevo me gusta integrarme rápidamente, encontrar un lugar desde el cual explorar la cultura, las ciudades, etc. Esto me ha permito descubrir multiples identidades como ecuatoguineana, como mujer, como afro-descendiente, como española, como inmigrante, como hispano parlante… Como hija, hermana, prima, sobrina y amiga en la cercanía y la distancia.
¿Qué has ganado y qué crees que has perdido por el hecho de haberte posicionado al más alto nivel?
He ganado amistades y he ganado experiencias. Me gusta pensar que he ganado en humildad y en generosidad. He tenido mucha suerte y me he topado durante mi carrera con personas que no me conocían de nada y que solo por mi curriculum y por entrevistas profesionales (¡algunas muy difíciles y de dos días!), entre un grupo amplio de personas, decidieron creer en mí. Es una sensación increíble cuando eso pasa. No se me olvida, y por eso creo que es muy importante tener pasión por algo, que es algo que no se puede evitar comunicar, y ayudar a personas a desarrollar su potencial.
¿Con qué te quedarías de cada continente y/o ciudad en los que has vivido?
¡Qué pregunta tan difícil! Para mí siempre son las personas, las amistades que he hecho, personas con las que he aprendido algo… Lo que he aprendido es que en cualquier continente, en cualquier ciudad o comunidad, somos lo que hacemos, hablar es fácil. Hacer… eso ya es otra cosa.
Pero si tengo que escoger… Los países son tan diversos que me resulta muy difícil darle la cualidad de uno, si existe, a todo un continente. Es muy difícil…
Bueno, me encanta entrar en las casas de las personas en el este de Africa (Tanzania, Kenia…) a ver qué descubro. La arquitectura y el diseño suele ser una mezcla de las culturas que co-existen en esos países pero, al mismo tiempo, muy locales. Me encanta el compromiso y la astucia de los funcionarios en Zambia. Tambien me encantó ir a India y Bangladesh donde hay un nivel de productividad increíble: arte, innovaciones tecnológicas y de procesos que hacen que productos y servicios se abaraten de tal manera que más personas se los puedan permitir… Encuentras innovadores en todas partes..
No sé si he contestado a tu pregunta…
Como mujer, negra, formada y con una carrera profesional admirable eres todo un referente para otras Afroféminas. ¿Quiénes fueron tus referentes? Y ¿qué consejos darías a nuestras lectoras de cara a su crecimiento laboral?
Muchas gracias! Mis referentes…mi madre y muchas mujeres de mi familia. Tambien mis amigas, mis mentores, personas que conozco. Aprendo de todo el mundo… Verte representada es muy poderoso, creo que ir a países donde ves a profesores, dentistas, médicos, líderes de industria afro-descientes o de varias minorías étnicas, me ayudó mucho. Y, en mi caso en particular, mis profesoras y profesores en los colegios religiosos a los que asistí, que siempre esperaron lo mejor de mí.
Con respecto al crecimiento laboral.. Yo creo que tengo mucho que aprender todavía. Necesito tener un mejor balance entre la vida personal y la profesional. Pero si debiera de aconsejar, aconsejaría unas cuantas cosas. Primero, nutrir los intereses artísticos y espirituales (si te gusta pintar, pinta; si te ayuda hacer deporte, practícalo y disfrútalo; si te gusta escribir, escribe; etc). Segundo, cada 3-5 años ser honesta con una misma, hacerte preguntas difíciles y contestarlas: ¿por qué haces lo que haces? ¿Qué es lo que de verdad quieres y por qué? ¿Qué tipo de persona quieres ser? ¿Qué sacrificios estas dispuesta hacer? Tercero, encuentra a esas personas especiales que te acompañen en tu camino en tu familia y amistades, mentores…
Y ahora, vayamos al futuro:
¿Cuáles son tus planes a medio plazo?
Mis planes a medio plazo son volver a vivir en un país africano y , si fuera posible, crear mi propia familia.
¿Y a largo plazo?
Me encantaría llevar una organización que pueda ayudar a cambiar las cosas para mejor y… ¡ser feliz!
Te deseamos mucha suerte para que, como hasta ahora, logres todo lo que te propongas.
¡Gracias por concedernos esta entrevista!
Lucía Mbomío Rubio
foto 1: Nate Parson
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