La lluvia había caído el día anterior a la manera de la naturaleza encolerizada. Recuerdo un ruido fragoso alimentando nuestro tejado cubierto de chapas de cinc y la abuela, con el puño en alto, diciendo, ¡lluvia de piedras, menos mal que tu bisabuelo, nietecita, fue emancipado en la época de los mitangan, los blancos! Qué sordera, la del pueblo, y de las niñas especialmente.
Ver más Los recuerdos del pueblo con mamá de testigoEtiqueta: relato
El corazón de África
Mi nombre es tierra y he estado aquí durante mucho tiempo y he visto grandes sucesos que han acontecido: Historias de amor, bondad y felicidad, veo cada día el milagro de la vida nacer de mi simiente.
Ver más El corazón de ÁfricaVida
Conocí a Lisha limpiando habitaciones de piso en Barcelona. << ¿Quién me iba a decir que sería una Kelly cuando aterricé?>>, me dijo una vez sonriente y agotada mientras intentábamos alizar las sábanas blancas de algún turista perdido por la ciudad condal. Lisha tenía los ojos más grandes que había visto jamás. Grandes, vivarachos, y tristes.
Ver más VidaPagando la esclavitud de mi género
Hola eima Naima, hoy me encuentro como tú, durmiendo en un banco. Me imagino que tus motivos y los míos han sido bastante parecidos.
Ambas lo hemos hecho por valor. Por no seguir con una dinámica que nos asfixiaba, que nos coartaba, que nos exigía renunciar a quien realmente éramos.
El tren Fantasma
Cada vez que venia del colegio con los amiguitos me iba monte adentro por las orillas del río Haina a ver los rieles. Siempre me pareció extraño que se veían viejos, oxidados, como si hace años no pasaba , con la caña por ese lugar.
Ver más El tren FantasmaToña Sandoval: la que no miraba
Aquella mañana Toña Sandoval salió para la finca a buscar agua, recorría kilómetros entre los montes con un paño y una cubeta; pisando bosta de vaca, chocando con los animales salvajes, cada movimiento en la soledad del lugar le espantaba; Las ramas de los árboles que cuelgan, de repente le parecían ánimas, espíritus salvajes a su acecho.
Ver más Toña Sandoval: la que no mirabaMuriel, el aparatico y la milésima de segundo: Otro testimonio del más acá
Muriel, se movía nerviosa en la cama de la clínica, mientras la doctora desconocida para ella, le invitaba a tranquilizarse. Había evitado ir a su ginecóloga de cabecera, pues quería extraer el dispositivo de su cuerpo, sin tener que dar muchas explicaciones; un nerviosismo que no era extraño, se apoderaba de una Muriel que ansiaba por sacar ese artefacto de su cuerpo.
Ver más Muriel, el aparatico y la milésima de segundo: Otro testimonio del más acáAmina, la Nana
Siento que mi afán de escribirlo todo, me viene precisamente de la necesidad de recordar sus innumerables cuentos y vivencias, especialmente de sus antepasadas, porque el género femenino era el centro de sus conversaciones: las madres, las abuelas, las parteras, las matas, las hierbas, las fieras, las lágrimas, la vida, la muerte, la maldad, la bondad, la flojera, las hermanas, todo acompañado de una frase firme y permanentemente repetida, “somos la semilla y la mata, los hombres nacieron para regarnos a nuestro antojo” sin comprender su significado, me divertía poniéndole música a esas palabras, imitando su postura con las manos en la cintura, bailando cuando las repetía.
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