
El racismo en el deporte español está incrustado desde la base y empieza en los más pequeños. Mientras la justicia, una vez más, responde con tibieza ante agresiones racistas que dejan secuelas en quienes las sufren. La Audiencia Provincial de Pontevedra ha ratificado una condena a trabajos sociales impuesta a dos menores que, en junio de 2023, humillaron con sonidos y gestos simiescos a un jugador de origen africano en un campo de fútbol de Vigo.
Los menores, que en aquel momento formaban parte del Rápido de Bouzas, profirieron estos insultos durante la celebración de la Vigo Cup, mientras presenciaban un partido en el que participaba el joven agredido, miembro del Casablanca y de origen etíope. El club Rápido de Bouzas actuó con rapidez y les expulsó, pero la decisión de la justicia apenas les impone una sanción simbólica: seis meses de tareas socioeducativas y un programa de valores universales de convivencia pacífica.
Un problema estructural
El racismo en el fútbol no es un hecho aislado ni un problema de «conductas individuales» que se resuelven con unas pocas horas de educación. Es un reflejo de una sociedad que sigue permitiendo y justificando estas violencias cotidianas contra las personas negras y racializadas.
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Las agresiones sufridas por el jugador del Casablanca no fueron un simple «desliz» juvenil. Fueron un acto de violencia racial que tuvo como objetivo deshumanizar y hacer sentir inferior al joven futbolista por el color de su piel. La resolución judicial recoge que el chico se sintió «humillado y dolido» hasta el punto de querer dejar el fútbol por miedo a que el acoso se repitiera.
Este caso es solo una muestra más de cómo la justicia española sigue sin tomar en serio los delitos de odio racista en el deporte. Los gestos y sonidos que imitan a un mono son una de las expresiones más evidentes de racismo en los estadios y campos de juego, un insulto con una larga historia de opresión que se ha repetido una y otra vez en el fútbol español.
Sin embargo, las sanción impuesta es mínima, enviando el mensaje de que este tipo de agresiones no tienen consecuencias reales. Los magistrados reconocieron el «claro tinte racista» de los insultos y su intención «denigrante», pero la decisión judicial se queda corta en un contexto donde el racismo sigue enquistado en el deporte y en la sociedad.
Redacción Afroféminas

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