Me gusta contar historias. Disfruto el poder transportar lo que vivo diariamente a estas líneas que se han convertido en confidente de las situaciones diarias a las que me expongo, o se exponen mis familiares y a amigos.
La historia de hoy viene de muy cerca. Tan cerca que he vivido en carne propia la experiencia de esta joven madre que, decidió tener un bebé, pero lo que no imaginó era que aquel niño iba a ser objeto de escrutinio de no pocos que aún persisten en mantener las diferencias del color de la piel.
La madre negra, el niño blanco, yo no veo ninguna anormalidad, pero la sociedad se empeña en perpetuar las diferencias y con ella la discriminación. Constantemente la madre es víctima de burlas, comentarios desagradables, caras extrañas, gestos de desaprobación, rostros que no ocultan el asombro de aquel “acontecimiento insospechado” para muchos: ¿cómo una mujer negra puede dar a luz a un niño blanco?
¿Eso no es posible? ¿Cómo puede suceder tal hecho?, son algunas de las interrogantes que asedian las mentes de aquellos que no creen en la posibilidad de que las mujeres negras tengan niños blancos.
Me molesta que en pleno siglo XXI existan esos prejuicios raciales, somos seres humanos, somos diferentes, pero el color de la piel no debe hacer la diferencia. Cuando nacemos no deberían existir distinciones por nuestro color de piel. Es triste que muchas madres se sientan menospreciadas y echas a un lado cuando ponen en duda su maternidad por el color de la piel.
Acontecimientos como estos ocurren diariamente en el mundo. Y me disculpan, puedo parecer reiterativa en cada uno de mis textos pero, por favor, necesitamos un cambio de mentalidad en nuestra sociedad, necesitamos hacerle entender a la gente que todos somos seres humanos; desterrar las distinciones. Eliminar la discriminación en todas sus clasificaciones es el primer paso para hacer de esta sociedad un lugar justo donde lo que importe sea amarnos unos a otros.
Aun no termino con la historia. Creo que ahora viene la mejor parte. No bastaban los comentarios y las miradas hirientes, ahora exclamaban: ¡ese niño se pone negro, tú vas a ver, que va, el blanco no se queda! ¡Y de qué color es el papá, porque para que el niño sea blanco el papá tiene que ser claro! ¡Oye que vientre tiene ella, porque es negra como la noche y mira el niño cómo salió!
Es triste toda la historia, lo único que me reconforta es que a pesar de que la sociedad se empeña en perpetuar las diferencias, el amor de esa madre por su hijo supera todas las barreras de la discriminación. Más amor y menos discriminación.
Zaida Fabars
Cubana, estudiante de Periodismo y amante de la radio.
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La raza negra yo la conozco bien porque he vivido en África y he recorrido bastantes países y es una raza que admiro por como lucha por vivir en un mundo explotado por los blancos . Aunque ya sean independientes sus gobiernos están elegidos por los blancos para seguir explotando el Continente .
Os admiro y os respeto. Sawabona.