La imagen: Paula Echevarría con un bebé keniata en brazos haciendo una reflexión sobre lo que significa el matrimonio para ella.
La imagen: Paula Echevarría bailando – o haciendo como que baila – con una tribu masai
La imagen: Paula Echevarría diciendo (refiriéndose a la tribu masai) que está muy sorprendida con “la hospitalidad de la gente” y que admira su modo de vida, su forma de ser y su sentido del humor.
La imagen: Paula Echevarría de la mano de un miembro de la tribu, mientras otro le pone un collar.
La imagen: Jesús Calleja explicando a cámara – en tono de mofa – que las casas de los masai están hechas con excrementos de vaca y que, además, están llenas de pulgas.
La imagen: Paula Echevarría vestida de colonialista inglesa con un mono color caqui y luciendo gafas de sol de marca en medio de la sabana africana.
El análisis se hace solo. No cabe duda de que el capítulo de Planeta Calleja emitido el pasado domingo no es otra cosa que una representación de cómo muchas personas perciben el continente africano: En primer lugar, como si África fuera un país en el que existe una homogeneidad en cuanto a sus habitantes: Todos tienen una misma forma de ser, todos son muy hospitalarios y todos tienen mucho sentido del humor.
El segundo rasgo evidente del racismo implícito en este capítulo es el análisis sobre cómo las personas blancas se engrandecen en un entorno en el que claramente ellas son la nota discordante, pero, aun así, se sienten seguras y legitimadas para comportarse como ellas consideran que es más adecuado, sin miedo a ser rechazadas. A esto se le llama privilegio.
¿Qué persona negra se atreve a ir a un entorno donde claramente predomina gente blanca y sentirse con tanto derecho a tocar, grabar y juzgar el modus vivendi de esas personas?
El tercer punto digno de análisis es la mezcla entre “aventura” y glamur que se respira en este capítulo de Planeta Calleja: El aire a agencia de viajes que transmite el viaje de Paula Echevarría a África, de estas que te aseguran que vivirás al máximo la experiencia sin hacerte ni un rasguño, no representa más que una perpetuación del estereotipo que sitúa África como ese lugar de reencuentro con uno mismo y de desconexión, de adrenalina y de aventura.
La utilización de individuos como si su cultura, tradición, forma de vida o de vestir fuera un circo, un mero entretenimiento, así como el trato condescendiente y paternalista con respecto a estas personas – quienes han tenido que adaptar su modus vivendi al turismo para que el occidental no se sienta decepcionado cuando viaja a África en busca de exotismo – sirven como ejemplo para resaltar cómo todavía es el hombre blanco quien decide y establece los parámetros de lo que es más atractivo para los occidentales.
No cabe duda de que el entretenimiento español necesita seguir perpetuando su privilegio blanco para sentir que así “conecta” o “engancha” más a los/as espectadores/as. Planeta Calleja es un ejemplo de la utilización de civilizaciones, escenarios y formas de vida como puro jolgorio y regocijo, como escenario para que personas con una cierta posición social puedan expresarse sobre sus inquietudes y experiencias más personales, desviando claramente el foco de la problemática real: Y es que el mundo es desigual y pesa más del lado del oprimido que del opresor.
Clara E. Mengual
Periodista especializada en Estudios Migratorios y Género. Lucho por un periodismo antirracista, interseccional y feminista. Instagram: @claraemengual / Blog https://claraemengual.com/
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