La sexualidad de las mujeres negras ha estado atrapada en enredados entramados sociales que buscaron su cosificación, su satanización, su silencio y su higienización. Aún hoy, existen cifras alarmantes sobre países que practican la mutilación femenina, tales como Etiopía o Liberia (información extraída de un reporte de la BBC News del año 2019). Desde el cine y la televisión el asunto también es problemático, ya que se sigue acudiendo a etiquetas simplistas que posicionan la sexualidad de las mujeres afrodescendientes entre la espada y la pared; entre la exótica insaciable o la complaciente silenciosa. Ambas, paradójicamente, saben lo que hacen en la cama y se destacan por su expertise sexual. De nuevo, las representaciones audiovisuales valiéndose de dicotomías imposibles a la hora de llevar a las mujeres a las pantallas; esto también pasa en numerosos vídeos musicales, en los que por lo general la mujer racializada es un trofeo tropical que adorna algún paisaje, también tropical.
Por todo lo anterior, propuestas como la de Spike Lee con la serie She’s gotta have it hacen una diferencia importante, pues buscan que la mujer tenga agencia sobre su sexualidad, que sea sujeto de deseo; no objeto de deseo. Además, pone sobre la mesa otros problemas a los que se deben enfrentar las mujeres negras sobre sus cuerpos como la apariencia y la asunción de disponibilidad. Empecemos con un poco de contexto: Nola Darling es una mujer soltera que vive en Nueva York, es artista y vive sola; no obstante, sale con tres hombres diferentes. Nola no cree en la monogamia, al menos no en el momento en que participamos de su vida; preocupada por mantener su independencia profesional y emocional, Nola se abre a experiencias nuevas y se niega a la exclusividad.
La protagonista también tiene que lidiar con el acoso callejero del que es víctima en repetidas ocasiones, esa vulnerabilidad y esa rabia la llevan a crear piezas artísticas de intervención urbana que son acogidas por críticos de arte destacados. Esas dinámicas de aprobación y exaltación del gremio del Arte también son un motivo de conflicto para Nola. Además de todo, una de sus mejores amigas, Shemekka, se somete a un doloroso proceso estético para tener glúteos más grandes, pues ella considera que así deben verse las mujeres negras.
Los temas que Spike Lee plasma son controversiales, muches podrían afirmar que exacerba un tema álgido que es el de la mujer con apetito sexual insaciable. Por mi parte, considero que lo que hace el afroestadounidense es cuestionar los tabúes sobre la fidelidad femenina y la permanente búsqueda de amor, de estabilidad. Nola encarna a una mujer dedicada, por encima de todo, a su carrera. Nola va a su ritmo, reconoce sus contradicciones y las pone sobre la mesa. Una de las escenas más icónicas de la serie, y de la película en que está basada, es cuando los tres “pretendientes” son invitados a cenar para celebrar el Día de Acción de Gracias; ahí en plena festividad ella decide poner en evidencia algo que jamás les ha ocultado: que ella es libre.
Shemekka puede ser la amiga de la protagonista, pero su papel no deja de ser crucial en el tema sobre sexualidad al que Lee le da una relevante dimensión en la serie. Shemekka trabaja en un par donde hay bailarinas, ella es mesera en ese lugar. Shemekka quiere bailar, porque ganaría más dinero; no obstante, el dueño del bar le niega esa opción asegurándole que no tiene un buen trasero, lo que según él es un deber para las mujeres negras. Shemekka decide someterse a una serie de inyecciones para aumentar sus curvas, lo que pasa es que lo hace en un lugar clandestino (el cuarto de un motel) y a manos de una mujer que no tiene licencia para prácticas procesos ni estéticos ni quirúrgicos. La pregunta sobre cómo debe lucir el cuerpo de una mujer afro se ve en los sacrificios que está dispuesta a tomar Shemekka para encajar en unos rótulos muy específicos. Su proceso no termina bien, pues el líquido que se inyecta explota una noche en medio de una acrobacia que hace al bailar.
She’s gotta have it también trata el tema de la sexualidad fluida, pues Nola termina por enamorarse de una mujer: Opal Gilstrap, quien además es madre. La primera temporada solo es un abrebocas a lo que será una relación monógama entre ambas mujeres, la segunda temporada trata más de cerca los altos y bajos del noviazgo. Sin duda hay unas preguntas sobre las relaciones emocionales que logra establecer Nola, pues solo a Opal le da entrada a su corazón.
Lo cierto es que Lee no deja títere con cabeza en esta serie. Desarma y cuestiona varios estereotipos que han cargados las mujeres negras con respecto a su sexualidad, su autonomía sexual y su fisicalidad. Esta serie tiene personajes femeninos con matices, contradicciones y complejidades que resultan en representaciones refrescante del sexo, las relaciones humanas y el amor propio.
Carolina Rodríguez Mayo
Egresada de Literatura con opción en Filosófia de la Universidad de los Andes. Especialista en Comunicación Multimedia de la Universidad Sergio Arboleda. Colombiana de Bogotá. Feminista interseccional y defensora de las preguntas como primer paso al conocimiento. Escribir poesía es lo único que me reconforta. Todo lo demás que escribo es una invitación al diálogo. Viajera, fashionista, cinéfila y amante de la buena comida.
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Hola, soy un usuario de esta herramienta y me gusta mucho leer vuestro blog. Estoy convencido de que una nueva religión atea/agnóstica, no dogmática, feminista, antirracista, ecologista y aliada de los movimientos LGTBIQ+ puede ser muy útil. Una perfecta excusa para construir comunidades no opresoras ( ni machistas ni racistas ni heteronormativas) en un movimiento organizado alternativo a las religiones viejas. En infinito5.home.blog escribo sobre ella.