En casa hay una enredadera entrelazada de pelos crespos. Las mujeres del hogar de mi madre todas llevamos diferentes texturas en el cabello. El de mi hermana tiene rizos como los de Sherley Temple, pero un poco más sueltos. El brillo que tiene esa melena y el negro azabache hacen de su cabello un espectáculo.
Mi madre es lo contrario su cabello es blanco, encrespado y fino. Sus rizos son pequeños y encaracolados. Es un cabello hermoso, el reflejo de lo que en un futuro será mi cabello.En cambio el mío es grueso, frizzado, súper encaracolado. Es un cabello encrespado y según me dicen tengo “pelo como para tres”. Es un cabello que toma tiempo en estilizar, pero no lo cambio por nada.
Hace apenas unos años esta familia no llevaba el cabello rizo. Mi madre y yo nos alisábamos, mientras que mi hermana se pasaba plancha. Recuerdo verla mirándose al espejo y domar sus hermosos rizos con el calor quemador de aquella plancha. En mi memoria vive ver a mi madre en el salón de belleza sometiéndose a los químicos que estirarían sus “pajones”. De mi les digo que estuve casi toda una vida alisándome y que era una tortura.
Lo mejor que hemos hecho es vivir como vivimos hoy, con el cabello liberado, rizado y frondoso en todo su esplendor. Es maravilloso ser parte de un hogar donde todas somos greñudas. Es algo que nos une como familia porque es nuestra herencia y lo llevamos en la sangre.Amo poder compartir los corajes con mi madre cuando el cabello mío está rebelde. Me disfruto el poder hablar con ella sobre los tratamientos de hidratación para los afros. Me encanta ver como yo le sirvo de inspiración para que nunca más se haga un alisado. Se lo digo todo el tiempo “mami no te vuelvas a dañar el cabello”.
Disfruto tanto ver los rizos de mi hermana, observar cómo le crecen y jugar con su melena. Lo más que disfruto es hacerle trenzas y jugar con sus rizitos brillosos. A ella le gusta mi cabello y de vez en cuando me hace peinados. Se alegra cuando me hago un nuevo corte y se sorprende cuando invento con mi cabello y me aplico cuanta fruta hay en la nevera.
Esta morusa es de generaciones y de eso no cabe duda. Creo que si mi familia no se hubiese unido al universo natural esta travesía con mi cabello no hubiese sido tan divertida. Sé que en parte estamos inconscientemente celebrando nuestra herencia afro boricua. En cada intercambio y en cada consejo para el cabello hay una muestra de amor. Siempre conversamos de los rizos y del nuevo producto milagroso. Solo basta con ir a la coqueta de mi hermana y al botiquín de mi madre para darse cuenta de lo mucho que conocen de sus cabellos.
En estos días estuve mirando las viejas fotos de un álbum que atesoro. En el encontré una foto de mi madre con el cabello largo y rizo, vi una foto mía de bebe con el afrito y vi una fotografía de mi hermana con el cabello largo como el de Rapunzel. Miré a la distancia y pensé “qué bueno es saber que hemos vuelto a nuestra raíces y que el cabello rizo se quedó en la familia”
Autora: Itamar Rodriguez
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