«El hábito de considerar el racismo como un capricho mental, como un defecto psicológico, debe ser abandonado.»
Frantz Fanon (1967)
Muy a menudo expresamos nuestras reivindicaciones sin esperar que nos escuchen, porque tenemos miedo al despido o a la incomprensión, así que escribimos. En carteles, en libros y en una minoría de nosotros, en proyectos de ley vetados. Así, sin querer, garabateé en alguna pared al azar del baño de la Universidad de Barcelona que, «Si hablamos de género, estamos hablando [deberiamos] también de raza y clase». Es decir, mientras que la teoría y la praxis feminista no blanca se posiciona -tanto en la academia como en el debate público- al margen, debemos nosotros mismos ser la concepción básica y fundacional del conocimiento situado de las mujeres, y no al revés. El cambio ocurre de abajo hacia arriba.
La (des)comprensión del racismo: narrativas daltónicas
Las respuestas escritas en la pared no son tan sorprendentes como curiosas. Se incluyen ‘feminisme interseccional o barbàrie’, ‘pues vuelvete a África’, ‘el genero y la raza no tienen nada que ver’, ‘todas tenemos raza’, ‘no existe raza, es ETNIA’, y otros comentarios daltónicos. Ya estaba hace años más allá de la línea de pensamiento «Los europeos pueden ser racistas como en los EE.UU.?» (aunque la ironía del humanismo liberal europeo es otro tema a tratar por sí solo). Es más bien como si los sistemas hegemónicos blancos de categorización tuvieran raíces que van más allá de la comprensión teórica y social actual y tenemos que seguir mapeando estos significados. Por poner un ejemplo, en los casi cuatro años que llevo en España e Inglaterra en círculos académicos, debates públicos y mesas redondas o conversaciones francas con mujeres y amigas negras, africanas y latinas, me doy cuenta de que la gente realmente piensa que hay más o menos igualdad en Estados Unidos entre blancos y no blancos. Esto me indica que la gente define el racismo como una discriminación abierta y no institucionalizada y encubierta hacia los no blancos y que, en el mejor de los casos, los no blancos en Estados Unidos sólo se ocupan del racismo individual y/o social. Esto es problemático de tres maneras:
1. Puesto que la esclavitud y la era de los derechos civiles en Estados Unidos (con el apartheid sudafricano en segundo lugar) son las principales referencias mundiales de la opresión racial y de la lucha contra ella -lo que quiere decir que tanto en los círculos académicos como en los públicos, enmarcamos nuestra comprensión de las dinámicas raciales que la rodean- eso nos hace pensar que, si el racismo desaparece en los EE.UU., es cada vez menos necesaria la lucha contra la discriminación jerárquica racializada.
2. También implica que, como a las sociedades blancas les gusta hacer, Estados Unidos mantiene la autoridad sobre la narrativa histórica de la opresión racial y la violencia y, de acuerdo con esta lógica, casi hemos llegado a un final feliz. Siguiendo esta misma línea, tanto la violencia física como dialéctica hacia la migración de sujetos racializados, por ejemplo, sería una forma de racismo diferente y no relacionada con las formas históricas.
3. Por último, significa que hay un desvanecimiento de un marco teórico adecuado en el que situar y analizar los sistemas racializados a nivel mundial y que las historias se desarticulan y dispersan.
Racismo sin racistas: Reinterpretar los fenómenos raciales
El racismo no ha terminado, casi terminado, o transformado, y desafortunadamente las limitaciones de espacio no permitirán que este ensayo acomode la abundancia de evidencia concreta para apoyar dichas posturas generales. Una de las razones por las que se acepta la suposición de que el racismo se ha transformado o disminuido, tanto en el estudio sociológico del racismo como en los debates públicos que lo rodean, es porque limitamos nuestra evidencia de racismo a las respuestas individuales, y la comprensión idealista de que el racismo es de un carácter de mera ideología, que tiene como consecuencia actitudes prejuiciadas y respuestas tales como las que se encuentran en las paredes del baño de arriba. Eso nos lleva a preguntarnos, ¿cómo deberíamos repensar el racismo en ese sentido? El sociólogo Eduardo Bonilla-Silva propone un marco alternativo (Bonilla-Silva, 1997) a los de lo ideológico, lo marxista y lo institucional que está constituido por cuatro marcos que explican el orden racial contemporáneo -el racismo daltónico
1. Las instituciones blancas apoyan teóricamente la idea de la igualdad racial, pero no apoyan los enfoques prácticos que ayudarían a lograr este objetivo.
2. La «naturalización» (Bonilla-Silva, 2015, p.76) es un marco teórico que permite a las instituciones justificar que la segregación no es un problema racial porque es «natural».
3. El marco corolario que sigue es el racismo cultural, que se basa en explicaciones como «los inmigrantes roban» para explicar la posición social, política y económica de las minorías en la sociedad. En la superficie, reconocemos que es la retórica actual y de moda, populista y neoliberal que contamina el mundo. Sin embargo, las condiciones de esclavitud en los centros de detención de inmigrantes, por ejemplo, son más arraigadas y ocultas.
4. Por último, el efecto de la discriminación racial y la violencia estatal no se considera un factor central que afecta a las minorías raciales y, por lo tanto, se minimiza y no se considera un gran problema (Bonilla-Silva, 1997).
Análisis de los nuevos racimos: sus implicaciones
En este marco, aproximar una interpretación estructural del racismo a través de la perspectiva de «nuevos racimos» (Bonilla-Silva & Lewis, 1997) como el racismo daltónico tendría, por lo tanto, varios beneficios. En lugar de que los fenómenos raciales sean vistos como una «casualidad», como criticó Fanon, o como una visión irracional de individuos mal informados, puede considerarse como un resultado lógico y justificado de la estructura racial de la sociedad. Además, la naturaleza remodelante del racismo y la reformulación de los fenómenos raciales pueden verse como resultado de conflictos de intereses entre grupos raciales y evitar basar el racismo contemporáneo únicamente en la esclavitud, en lugar de utilizarlo como un indicio de la disminución del racismo, o de que la educación es una forma de remediarlo. Estas explicaciones patológicas de los fenómenos raciales tienen sus raíces en la concepción del racismo como una «creencia». Lo más importante es que nos permite explicar tanto las formas encubiertas como las abiertas de racismo y de «racismos históricamente específicos» (Hall, 1980, p. 336), en lugar de entenderlo como algo universal.
Observaciones finales
Aunque reconozco que he hecho referencia a un sociólogo con backgrounds en los Estados Unidos que utiliza datos y prácticos basados en la raza en el contexto de los Estados Unidos por razones evidentes, profundizar en la estructura de los sistemas racializados al nivel mundial va más allá del ámbito de aplicación de este ensayo. Como señala Bonilla-Silva, estas explicaciones alternativas no pretenden ser universales, sino que siguen una lectura no funcionalista del concepto de sistemas sociales, por lo que están “structured in dominance» (Hall, 1980). Es un hecho que la única manera de analizar tal teoría sería hacer estudios comparativos entre diferentes sociedades racializadas (Bonilla-Silva, 1997). Es a través de este replanteamiento del racismo como estructural que se pueden mapear las diferentes continuidades, cambios y transformaciones de los sistemas racializados de jerarquía en un mundo post-derechos civiles, post-apartheid y post-colonial.
Bibliografía
Bonilla-Silva, E. (1997). Rethinking Racism: Toward a Structural Interpretation. American Sociological Review, 62(3), 465-480. Retrieved from http://www.jstor.org/stable/2657316
Bonilla-Silva, E. (2018). Racism without racists: Color-blind racism and the persistence of racial inequality in America (4th ed.). Lanham: Rowman & Littlefield.
Silva, E. B., & Lewis, A. (1997). ‘The ‘New Racism’: Toward an Analysis of the U.S. Racial Structure, 1960s-1990s. Unpublished manuscript, Department of Sociology, University of Michigan, Ann Arbor, MI.
Hall, S. (1980). Race, Articulation and Societies Structured in Dominance. In Sociological Theories: Race and Colonialism (pp. 305-345). UNESCO. doi:http://ccs.ukzn.ac.za/files/Race, articulation and societies structured in dominance.pdf
Jenay
Afroamericana, feminista, activista y sin remordimientos por ser así. Está en la estudiando una licenciatura en sociología en la Universidad de Barcelona y trabaja como profesora de inglés, a la vez que trata de seguir una trayectoria creativa en la escritura y filmmaking. Se la puede encontrar en la biblioteca pensando y creando @lydellaa. Hacer todo de forma crítica.
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