
Ser madre, padre o familias de acogida de niñxs negrxs en Europa supone, muchas veces, tener que preparar a nuestrxs hijxs para sobrevivir a instituciones que no fueron pensadas para ellxs. La escuela —ese espacio que idealmente debería ser de crecimiento- puede convertirse en un lugar de silenciamiento o directamente violencia para lxs niñxs negrxs. Criar hijxs con conciencia racial en contextos escolares mayoritariamente blancos es, aparte de un reto, una tarea de amor radical y de resistencia cotidiana.
Esta guía no pretende dar fórmulas mágicas, porque no existen. Pero sí quiere ofrecer claves concretas y sostenibles emocionalmente para quienes acompañamos a nuestrxs hijxs en su recorrido escolar, intentando que desarrollen una identidad segura, crítica y libre, sin tener que cargar solxs con el peso del racismo.
1. Nombrar el racismo desde edades tempranas
No nombrar el racismo no lo hace desaparecer. Lxs niñxs negrxs lo experimentan incluso antes de saber nombrarlo: desde que les tocan el pelo sin permiso, les preguntan “de dónde eres en realidad”, o les niegan su inteligencia con expresiones como “hablas muy bien para ser…”
Por eso, hablar con ellxs sobre qué es el racismo, cómo funciona y por qué no es culpa suya es fundamental. Usar cuentos, dibujos o ejemplos cotidianos puede ayudarles a comprenderlo según su edad. Lo importante es dejar claro que no hay nada malo en ellxs, sino en el sistema que los discrimina.
2. Afianzar el orgullo negro en casa
Las escuelas europeas suelen invisibilizar o tergiversar la historia, la cultura y las contribuciones de las personas negras. Frente a eso, es clave crear en casa un entorno donde nuestrxs hijxs se reconozcan, se sientan bellxs, valiosxs y capaces.
Cuelga imágenes de referentes negrxs. Lee con ellxs cuentos afrodiaspóricos. Habla con orgullo de tus abuelas, de tus raíces, de tu historia. Enséñales que el pelo afro no es “difícil”, que su nariz no es “demasiado ancha”, que su piel no es “demasiado oscura”, sino hermosa, poderosa y llena de sentido.
3. Prepararles para identificar lo que está mal… sin cargar con todo
No se trata de criar vigilantes del racismo, sino de que puedan reconocer una injusticia sin creer que deben resolverla solxs. Frases como “puedes decirle a la profe que eso te hizo sentir mal” o “si algo te incomoda, siempre puedes contárnoslo” les dan herramientas para protegerse y buscar apoyo.
A veces, es más importante enseñarles que tienen derecho a estar enfadadxs o tristes, que insistirles en responder con “educación” a agresiones veladas. Ser respetuosxs no significa ser sumisxs, y saber cuándo pedir ayuda también es un acto de valentía.

4. Relacionarse con otras familias negras o racializadas
La soledad es una de las cargas más pesadas en la crianza racializada. Compartir experiencias con otras madres, padres o responsables de niñxs negrxs permite desahogarse, encontrar estrategias y también crear espacios seguros para lxs peques.
Busca asociaciones, grupos de crianza, actividades culturales afrodiaspóricas en tu zona. Si no existen, piensa si podrías impulsarlas junto a otras familias. Las redes comunitarias fortalecen a lxs adultxs y ofrecen a nuestrxs hijxs una referencia colectiva que les protege del aislamiento.
5. Cuestionar activamente el currículo y al profesorado
No es tu tarea educar al sistema, pero sí puedes y debes exigirle que no dañe. Revisa los libros de texto. Pregunta por los referentes que se usan en clase. Señala si en la fiesta de fin de curso se pide que se disfracen de “tribus”. Escribe a la dirección si tu hijx ha sido marginadx o insultadx. Pide reuniones. Toma nota de lo que ocurre.
No te calles, aunque incomode. Porque si tú no señalas el racismo institucional, probablemente nadie más lo hará. Y porque tu silencio puede ser interpretado como consentimiento.
6. Cuida su salud emocional (y la tuya)
Criar hijxs negrxs en contextos racistas desgasta. Verles sufrir, contener sus llantos o sus dudas, intentar ser fuertes todo el tiempo, puede llevarnos al límite. Por eso, cuidar su bienestar también pasa por cuidar el nuestro.
Busca espacios donde puedas llorar, hablar, enfadarte. La salud mental antirracista implica permitirnos también ser vulnerables. Porque no se trata solo de resistir, sino de vivir con dignidad y alegría.
7. Reclama apoyo institucional: no es solo tu lucha
La escuela pública y concertada tiene la obligación legal de prevenir y actuar ante cualquier forma de discriminación. Tienes derecho a denunciar si hay racismo. A exigir mediación. A pedir protocolos. A que se reconozcan las necesidades específicas de tu hijx como alumno/a racializadx.
Educar en el antirracismo no es una opción más, es una necesidad. Y es responsabilidad de toda la comunidad escolar.
8. Darles espacios para expresar su identidad sin juzgarles
No todos los hijxs negrxs tienen el mismo vínculo con su cultura, su país de origen o sus raíces. Algunos sienten vergüenza, otrxs rabia, otrxs simplemente desconexión. Eso también es parte del trauma colonial. Permite que exploren quiénes son, qué les interesa, cómo quieren nombrarse.
Apoyar su autonomía es también una forma de amarles desde la libertad, sin imponerles una identidad como forma de escudo. Lo importante es que sepan que, sea como sea su camino, tú estarás ahí.
9. Celebrar su existencia, no solo resistir su dolor
A veces, la crianza antirracista se convierte solo en una respuesta al daño. Pero nuestrxs hijxs no son solo víctimas: son alegres, creativxs, intensxs, complejxs. Merecen fiestas, cuentos, bailes, juegos. No todo tiene que ser denuncia y conciencia. También hay que darles espacios donde puedan simplemente ser niñxs negras felices.
10. No estás solx: lo estás haciendo bien
Si has llegado hasta aquí, es porque te importa. Porque te duele. Porque sabes que este mundo no es justo, pero quieres que tu hijx crezca con fuerza y ternura.
Recuerda: no eres una madre paranoica, ni un padre exagerado, ni una cuidadora conflictiva. Eres una persona que ama, que cuida, que resiste. Y ese amor ya está cambiando las cosas.
Redacción Afroféminas

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