viernes, diciembre 5

La «emigración voluntaria» de Gaza: un eco inquietante de la maquinaria nazi


El gobierno de Israel ha aprobado la creación de un organismo para facilitar la salida «voluntaria» de la población de Gaza hacia terceros países. Bajo la retórica de la «reubicación controlada», lo que se está promoviendo es un proceso de desplazamiento forzado, una limpieza étnica encubierta bajo un lenguaje burocrático. Las alarmas han saltado en la comunidad internacional, pero los paralelismos con el pasado son innegables: estamos ante una estrategia de expulsión poblacional con inquietantes semejanzas con la «Oficina Central para la Emigración Judía» del nazismo.

Para comprender el peligro de esta medida, es necesario remontarnos a la creación de la Zentralstelle für jüdische Auswanderung en 1938. Diseñada por el genocida nazi Adolf Eichmann, esta oficina fue una de las primeras fases del Holocausto: facilitó la expulsión masiva de judíos, privándolos de sus bienes y derechos antes de su exilio forzado. No se trataba de una emigración voluntaria, sino de una estructura creada para hacer insostenible la vida de los judíos en Europa y empujarlos hacia una salida sin retorno. El proceso, disfrazado de legalidad, no era otra cosa que la preparación para su posterior exterminio y la llamada Solución Final.

Hoy, Israel establece un mecanismo similar para los palestinos de Gaza. Según el anuncio oficial, la agencia gubernamental tiene como objetivo «preparar y permitir el paso seguro y controlado de los residentes de Gaza para su salida voluntaria a terceros países». Sin embargo, este lenguaje no puede ocultar la realidad: los bombardeos, la destrucción de infraestructuras y el cerco económico han hecho de Gaza un lugar inhabitable. La «voluntariedad» de esta salida es una farsa cuando la alternativa es la muerte o la miseria absoluta.

El gobierno de Netanyahu y su gabinete de extrema derecha buscan consolidar un proyecto de limpieza étnica que ha estado en marcha desde 1948. La ocupación israelí ha sido sistemática en su desposesión de los palestinos, pero el caso de Gaza es especialmente brutal: tras 17 años de bloqueo, las ofensivas militares han provocado una catástrofe humanitaria sin precedentes. La reciente intensificación de los ataques ha superado la cifra de 50.000 muertos. Es en este contexto de genocidio activo donde Israel impulsa la «salida humanitaria» de los gazatíes, un eufemismo para lo que es, en realidad, un exilio forzado.

La comunidad internacional no puede seguir tolerando esta situación. La historia ha demostrado que los desplazamientos masivos son el preludio de las peores atrocidades. El rechazo a esta iniciativa debe ser contundente, y los gobiernos del mundo deben negarse a cooperar con un plan que no solo viola el derecho internacional, sino que repite los peores crímenes del siglo XX.

La población de Gaza no necesita una oficina de emigración. Necesita un alto el fuego, el fin del apartheid y el reconocimiento de sus derechos como pueblo. Permitir que este plan se lleve a cabo sin resistencia es allanar el camino para la erradicación total de Palestina.

Redacción Afroféminas



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