Tanto la política como la sociedad evolucionan constantemente. Lo que parece increíble en un momento dado, puede eventualmente volverse aceptable e incluso predominante en otro. Esto es lo que describe la «Ventana de Overton», un concepto de la ciencia política que antes era poco conocido y está teniendo su momento de gloria. La inesperada popularidad de personajes como Trump, Bolsonaro, Orban, Ayuso o Alvise, ha revelado que hay un electorado que apoya ideas políticas y conductas personales que antes eran impensables en la política de los países democráticos.
En la década de 1990, Joseph Overton, un ejecutivo del centro de estudios ultraliberal Mackinac Center for Public Policy, construyó una ventana con un recorte de cartón. En una versión popular del modelo, las ideas se colocaban en un eje lineal que iba desde lo “impensable”, en el extremo izquierdo, hasta lo “popular” (y la “política real”), en la derecha. El recorte de Overton podía deslizarse entre estos ejes. Esto visualizaba cómo las ideas tenían que pasar por varios pasos (“radical”, “aceptable”, “sensato”) antes de llegar a su encarnación en leyes. Las ideas alcanzaban viabilidad política solo cuando encajaban dentro del marco de la ventana.
Tras el fallecimiento prematuro de Overton en un accidente aéreo en 2003, su amigo y compañero de trabajo en el ultraliberal Centro Mackinac, Joseph Lehman, desarrolló y presentó la idea en una charla dirigida a instruir a los defensores de los think tanks ultraliberales conservadorismo sobre la importancia de mantener una postura constante en defensa de sus ideas. Toca la campana a viva voz para defender tu idea, sin importar lo impopular que sea, y respáldala con abundante investigación y evidencia, así rezaba el razonamiento. La teoría marginal de hoy puede convertirse en la sabiduría convencional de mañana mediante el cambio de los engranajes finamente ajustados que mueven la opinión popular; para Overton y Lehman, el papel del think tank era al menos familiarizar a los votantes con estas ideas, dándoles un hogar institucional cuando la opinión pública finalmente se inclinara en su dirección.
La ventana de Overton señala las ideas políticas y sociales que en un momento determinado son consideradas aceptables para discutir públicamente. Las ideas consideradas legítimas y razonables se encuentran dentro de esta ventana, mientras que aquellas catalogadas como radicales, impensables o extremistas quedan fuera. Sin embargo, este intervalo no es constante. Puede crecer o moverse, según factores sociales, políticos y mediáticos. Pequeñas modificaciones en las reglas y principios de la sociedad, o tácticas planificadas por líderes políticos, tienen la capacidad de desplazar el rango de ideas aceptadas, haciendo conceptos comunes previamente rechazados. La historia presenta muchos casos de este fenómeno. En el siglo XIX, el sufragio universal era considerado una idea extremista; en la actualidad es un derecho esencial. Además, en tiempos recientes, iniciativas como la propuesta de erigir un muro en la frontera entre Estados Unidos y México, promovida por Donald Trump, desplazaron el foco hacia discursos xenófobos que se integraron al discurso político habitual. Donald Trump acaba de ganar las segundas elecciones de Estados Unidos después de haber intentado subvertir los reesultados de las anteriores. El desplazamiento de lo aceptable es evidente.
En España, la Ventana de Overton ha sido cada vez más dominada por posturas ultraconservadoras y reaccionarias, especialmente con la llegada de VOX y el aumento de movimientos como Se acabó la fiesta. Este cambio ha permitido que discursos previamente marginaless, como el cuestionamiento de los derechos LGTBIQ+, la criminalización de los inmigrantes o la negación del cambio climático, se incorporen al debate público. Estas tácticas han validado posturas radicales y han difuminado los límites de lo permisible, haciendo que el centro político se desplace hacia la derecha. Una muestra evidente es la conversación acerca de la inmigración. A pesar de contradecirse con datos oficiales, la creencia de que los migrantes son los causantes del incremento de la criminalidad se ha difundido de manera irreversible. Esta concepción, promovida por figuras influyentes y medios de comunicación, ha resultado en la implementación de políticas más rigurosas y en un tono más duro en muchos partidos políticos para no perder apoyo frente a la extrema derecha.
Sin la contribución crucial de los medios de comunicación y las redes sociales, este desplazamiento de lo acpetable no podría haber ocurrido. Estos funcionan como catalizadores que amplifican las ideas extremas, incluso cuando pretenden criticarlas. La continua reiteración de mensajes extremos, incluso si es para desacreditarlos, acaba por hacerlo habituales en la sociedad. En España, personalidades mediáticas como Iker Jiménez, Ana Rosa Quintana o Pablo Motos han sido parte de esta tendencia. Bajo la fachada de promover diálogos abiertos y posturas legítimas, ideas xenófobas, homófobas o ultraconservadoras son expresadas, a la vez que se menosprecian las peticiones de igualdad como «imposiciones ideológicas». Las redes sociales contribuyen a acelerar este proceso al propagar discursos polémicos. Redes sociales como X y TikTok son espacios propicios para las narrativas extremas, las cuales logran alcanzar grandes audiencias y fortalecen la noción de que sus ideologías son ampliamente aceptadas.
Podemos evitar el desplazamiento de las ideas. Hay que salvar los principios democráticos y prevenir que ideas extremistas y peligrosas se normalicen. Se necesita una estrategia completa que integre la educación cívica, el empoderamiento de los derechos humanos y la condena pública de discursos xenófobos, racistas o autoritarios. Las políticas públicas deben priorizar la inclusión, equidad y justicia social, asegurando los derechos de las minorías y fomentando un ambiente de diversidad y respeto. Simultáneamente, los movimientos sociales y políticos de izquierdadebemos colaborar juntos para crear nuevas historias que contrarresten los pensamientos radicales, empleando medios de comunicación para difundir nuestro mensaje.
Es fundamental que los gobiernos y los líderes políticos sean transparentes y responsables, evitando cualquier intento de llevar las políticas hacia posturas extremas. Esto significa promover un debate público constructivo y respetuoso que fortalezca los principios democráticos. Al involucrar a la población en la protección de los derechos humanos y la equidad social, se puede detener la propagación de ideas autoritarias y garantizar que las políticas inclusivas sigan vigentes.
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