Hoy hablamos con Louelia Mint el Mamy. Ella trabaja como abogada de migrantes que llegan por vía marítima a las costas de las islas Canarias, pero recuerda y tiene presente su propio pasado como migrante, pues, aunque lleva en el archipiélago más de veinte años, nació y se crio en los campamentos de refugiados en Tinduf. Precisamente, el pasado fin de semana vivíamos numerosas manifestaciones por la libertad del pueblo saharaui en diferentes ciudades españolas y hemos querido dialogar con ella acerca de cuál es la situación y la vida en el Sáhara occidental, un territorio que lleva 46 años esperando que lo dejen decidir por sí mismo sobre su futuro.
Llegaste a Canarias en 1999. ¿Qué supuso para ti la migración?
Yo creo que cuando uno tiene siete años, ocho años, que era lo que yo tenía cuando salí de los campamentos de Tinduf, no eres consciente de lo que te rodea, dónde te has criado, por qué te has criado allí y en esas condiciones… Yo siempre digo que he tenido una infancia superfeliz. Yo no recuerdo que fuera algo traumático para mí o triste, sino todo lo contrario. Recuerdo, además, que éramos muy felices pudiendo jugar en libertad sin límites y rodeada de toda mi familia. Sí que es verdad que cuando ya vas creciendo te das cuenta de que si yo, probablemente, me hubiese quedado en Tinduf, pues mi futuro hubiese estado estancado, no porque lo diga yo, sino porque la mayoría de las personas, familias, compañeras y amigas que quedaron la única posibilidad que tienen de estudiar es salir de allí o ir a Argel a estudiar, o no estudiar y tomar otra decisión: casarte, tener hijos o hijas, y yo me alegro muchísimo de que mi familia tomara la decisión de que yo saliese al campamento de refugiados y de que pudiera tener una vida en que, al menos, pudiera elegir, que para mí es importante.
Con 8 años me vine con el proyecto de Vacaciones en Paz, que es un proyecto que se destina a que los niños criados en Tinduf podamos salir, porque en verano las temperaturas llegan hasta los 45º y muchos necesitan revisiones médica. Entonces, es como un vínculo para que nosotros, los jóvenes saharauis, hasta los 12-13 años, sigamos teniendo un contacto con el territorio español y con la gente española para que también no se olviden del conflicto saharaui y de lo que nosotros vivimos en los campamentos de refugiados y en los territorios ocupados del Sáhara occidental. Entonces, a mí cuando llegué pasé de estar en un campamento de refugiados jugando, corriendo y sin límites de horas ni de nada, y rodeada de amigos y familia a, como yo decía, estar en una caja porque yo llegué con una familia en Castilla La Mancha, en un piso, que yo no sabía lo que era un piso, algo tan básico como es como vivir en una vivienda común para mí era como vivir en una caja. Después estuve con otra familia después del verano, con la que estuve un añito también en Castilla La Mancha. Ya mi madre había llegado a la península, nos recogió a mis hermanos y a mí porque mis hermanos salieron con el mismo proyecto, pero la idea de mi madre era poder reunirnos a todos, y como ya estaba mi tía viviendo en Tenerife, pues ya nos vinimos todos a Tenerife. Yo llegué como africana a una zona de gente blanca, católica, estuve en una escuela de monjas, ¿te puedes imaginar el contraste?
¿Sigues teniendo familia allí? ¿Tienes contacto con ella?
Sí, en los campamentos de refugiados de Tinduf quedó toda mi familia por parte de padre. Mi madre y mi padre se separaron cuando yo era pequeña. Entonces, mi madre vino a Tenerife a vivir y ya nos vinimos mis hermanos y yo, pero mi padre y su familia quedaron allí, pues él se volvió a casar y tiene hijos están en Tinduf.
Ahora mismo están en un conflicto bélico con Marruecos. En el mes de noviembre del 2020 Marruecos vulneró uno de los acuerdos del alto al fuego del año 91 en la zona del Guerguerat, que es la zona de los territorios ocupados, la zona del sur que linda con Mauritania. Vulneró una zona del alto al fuego, pues, después de una guerra de más de 15 años, en 1991 se firmó un alto al fuego presidido por Naciones Unidas, con la idea de que se celebrara un referéndum, un referéndum que todavía no ha llegado y del que la población saharaui todavía está viviendo las consecuencias, pues las familias quedaron separadas: unas en el Sáhara occidental, que son los territorios ocupados, y otra en Tinduf, que es una parte que nos cedió Argelia para que nosotros viviéramos ahí, pero eran unos campamentos provisionales que ya llevan más de 46 años, unos campamentos en mitad de la nada, que vivimos de la ayuda humanitaria, de lo que da Argelia, de lo que dan determinadas ONG y poco más. La situación allí es precaria y totalmente dependiente de la ayuda humanitaria y ahora mismo con ese conflicto que se ha iniciado pues hay varias personas, concretamente todos varones, que se han trasladado a las zonas de conflicto, algunos los están militarizando y otros ya eran militares y se han trasladado las zonas de Guerguerat y están luchando contra Marruecos.
Sabemos muy poco de las condiciones en que se encuentra la población saharui. ¿Cómo es la vida allí?
Ahora mismo hay un apagón informativo sobre el conflicto que hay y que se inició en el Guerguerat en noviembre de 2020 y la vida en los campamentos de refugiados, pues no ha cambiado mucho, no ha variado. Las mujeres para mí son quienes sostienen la existencia y la identidad del pueblo saharaui. Creo que, si no es por las mujeres, sobre todo yo por la familia en la que me he criado, sin las mujeres probablemente habríamos desaparecido. Y si la gestión de todo la hubiesen hecho las mujeres, tanto políticamente, como diplomáticamente, como militarmente, creo que ahora el Sáhara estaría en otro punto. Y lo digo por experiencia, mi abuela conducía, llevaba militarmente a otras mujeres en el año 1975, cuando se inició la guerra con Marruecos y Mauritania. Y ella fue una mujer guerrera, decidida, como muchísimas mujeres en los campamentos de refugiados en los territorios ocupados. De hecho, las manifestaciones en contra de la región marroquí en los territorios ocupados se erigen siempre por las mujeres y tienen una valentía y tienen una resiliencia que para mí es admirable, tanto en los campamentos, donde están luchando por sobrevivir, en mitad de la nada, arrastrando bombas de butano, intentando que toda su familia salga adelante y que no falte de nada, como la parte de las que están luchando contra el régimen de Marruecos directamente en el Sáhara occidental, que salen sabiendo que, probablemente, las vayan a detener, las vayan a agredir, las vayan a violar dentro de las cárceles marroquíes. De hecho, la última ha sido Sultana Jaya, que es un activista por los derechos humanos en los territorios ocupados y tanto a ella como a su madre como su hermana las han violado hace poco. Marruecos es un país que vulnera derechos humanos y la MINURSO, que es la emisión de Naciones Unidas para velar por los derechos en el Sáhara occidental, poco está haciendo. Porque te estoy hablando de un caso, pero podría darte una lista de personas que están en la cárcel, por ser saharaui, no por otra cosa, porque el único delito es que son saharauis, Y después todas las personas que están sufriendo diariamente el apartheid o discriminación que realiza Marruecos.
Al final, estamos divididos, somos un pueblo que está dividido, entonces es una lucha por la supervivencia y por que no te mate Marruecos. Tienes que ser activista todos los días para no perder quién eres, que eso te puede costar la vida o la libertad, porque vas a la cárcel, y después está la lucha en los campamentos de refugiados de Tinduf, que es mitad del desierto, viviendo de la ayuda humanitaria, con lo puesto y sabiendo pues que te vas a morir sin tener un sanidad de calidad, sin tener lo esencial. Entonces, son diferentes luchas, pero las dos tienen el mismo objetivo, que es la determinación del pueblo saharaui.
“Las mujeres para mí son quienes sostienen la existencia y la identidad del pueblo saharaui”
Hablabas de apartheid. Hace poco explicábamos cómo precisamente se aplica este concepto a lo que está sucediendo en Palestina a causa de las políticas que lleva a cabo Israel, pero justamente a pocos kilómetros tenemos la situación del Sáhara y lo único que ha hecho España es mirar para otro lado.
Totalmente, estamos a menos de 100 kilómetros de Fuerteventura, a menos de 100 kilómetros. Y ya no es por que estemos cerca, sino es por el vínculo. Mi madre estudió en una escuela española, con gente de Canarias y de la península, y nosotros no somos responsables de que España nos colonizara y que fuera el único país dentro del continente africano que no descolonizaran. Entonces, al final, si nos hubiesen descolonizado ya sabemos cómo funciona el colonialismo que sigue estando muy patente en el continente africano, pero es verdad que no es la mismo. “Oye, me colonizas, no me descolonizas y, encima, me cedes ilegalmente”, porque España firmó los acuerdos tripartitos con las que cedía el Sáhara occidental a Mauritania y Marruecos, que esto es nulo de pleno derecho porque lo dice el derecho internacional: que un país que no pone un proceso de escolarización a otro, siendo un país que lo que lo colonizó, no puedes ceder ese país a otros países. Entonces, es una pelea diplomática. De hecho, mi madre, mi abuela y mis tías recuerdan todas el discurso que dio Juan Carlos I antes de salir, señalando que iban a luchar hasta la última gota de sangre de un español por la vida de los saharauis y al día siguiente ya estaban recogiendo y se iban, pues ya habían firmado la cesión del Sáhara Occidental a Mauritania y a Marruecos. Y esto es lo que ha pasado con España, hemos tenido muchos gobernantes desde Felipe González hasta Mariano Rajoy, pasando por Zapatero y demás, todos que han tenido como un posicionamiento de “Sí, el Sáhara occidental es nuestra historia, es nuestra deuda con el pueblo saharaui y tenemos que hacer todo por velar por él”. Eso cuando están Oposición, después cuando llegan al Ejecutivo, la posición es totalmente diferente porque el Juan Carlos I y toda la monarquía española siempre han tenido un amiguismo con la monarquía marroquí alauita muy grande y a esa parte se le han sumado los negocios, y, al final, no es otro sino el lucrarse de las desgracias de las vidas humanas, que es cómo funciona este sistema. Y España ahora mismo firma acuerdos comerciales con Marruecos con los que se expolian nuestros recursos naturales. Podría enumerar tantos barcos que atracan en nuestros puertos como en el Aaiún, sacando fosfato, arena, pescado y me podría cansar de nombrar todos los recursos naturales que están expoliando a mi país con la complicidad de la Unión Europea. Las mismas playas de Canarias están llenas de arena saharaui, el cemento con el que se está edificando, con el que se hizo el auditorio o el Corte Inglés, por ejemplo, en Tenerife, es arena saharaui. El pescado que se vende es un negocio de una empresa que se llama Unión Martínez S.L., que está en Gran Canaria, con Mercadona, que vende pescado saharaui, y lo siguen metiendo porque es un negocio, al final, y les da igual que todo eso esté manchado de sangre saharaui y está manchado porque el pueblo saharaui no hemos decidido vender y hacer negocios con esos recursos, sino que lo ha decidido Marruecos. Mientras ese dinero que consigue lo destina a control militar y a seguir matando y desapareciendo población saharaui.
Justamente el pasado fin de semana hubo varias concentraciones pidiendo la libertad del pueblo saharaui en distintas ciudades españolas.
Sí, es una marcha por la libertad del pueblo saharaui y la idea es que te salga de todas las comunidades del territorio nacional para visibilizar que es un conflicto que lleva más de 46 años y cada vez nos tienen más apagados. Ahora da la casualidad de que ha coincidido esta marcha por la libertad del pueblo saharaui con el asunto del dirigente del Frente Polisario, de Brahim Ghali, lo que ha ocurrido con Marruecos y Ceuta… Ha sido una casualidad porque estaba programada desde hace tiempo y hay un montón de gente que ha estado currando por ello, para denunciar lo que sigue pasando en territorios ocupados, para visibilizar nuestra situación porque seguimos siendo exterminados y apagados para la comunidad internacional y, sobre todo, para denunciar en todas las instancias la situación que tenemos la población saharaui y que ha coincidido casualmente esta marcha, que, además, mucha gente ella se ha hecho un pateo web, con todo el conflicto que ha estado saliendo en los medios el tema del dirigente polisario, que está hospitalizado en Logroño, pero es verdad que ya estaba programada mucho antes.
“Tienes que ser activista todos los días para no perder quién eres”
Aparte de estas marchas, ¿qué podemos hacer desde aquí para ayudar a la libre determinación del pueblo saharaui? ¿Podemos hacer algo? Quizá si tenemos conciencia con los alimentos que tú comentabas, a lo mejor no consumirlos.
Es mucho más complicado, porque tiene que ver con todo un sistema. Igual que ocurre con los alimentos lo podría trasladar a que todos tenemos móviles, que se han hecho gracias al coltán extraído del Congo. Es muy complicado porque, al final, es todo un sistema donde estamos todos metidos dentro y yo también entiendo que a lo mejor un boicot es complicado de llevar a cabo. Pero sí creo que ser conscientes de lo que pasa a 100 km de Sáhara Occidental es esencial, que la conciencia de que a 100 kilómetros se vulneran derechos humanos a población saharaui únicamente por ser saharaui y cómo sufrió y sigue sufriendo el pueblo saharaui, que quedó dividido y muchas familias separadas, y cómo muchos de nosotros hemos tenido que criarnos en un campamento de refugiados provisional cuando no es responsabilidad nuestra. Es importante tener un foco de lo que es ser saharaui y de lo que cuesta la vida saharaui ahora mismo, porque hoy es Sultana, hace nada fue una chica que está en prisión, hace una semana dos militares saharauis que estaban en la zona del Guerguerat…
“España firma continuamente acuerdos comerciales con Marruecos con los que se expolian nuestros recursos naturales.”
Entonces, son vidas humanas que se están perdiendo, que se están perdiendo por unos intereses. Yo creo que una población formada y concienciada de lo que pasa no solo en su territorio, donde vive, sino con una perspectiva más abierta de que en otros países se explota, se quita y se deja a la gente morir, porque es verdad que somos responsables de todas ellas. Porque yo lo asumo así, yo soy del Sáhara, pero asumo la vida del que es del Congo, del que viene de Guinea Bissau, las asumo también como mías porque para que yo viva en esta situación de bienestar soy consciente de que hay gente que no puede hacerlo, pero a la vez yo puedo fustigarme o tomar conciencia, saber cuáles son mis privilegios para poder intentar ayudar a otros y a lo mejor lo que pueda ayudar a otros es ínfimo, pero ese ínfimo ya habrá sido un logro porque en un mundo donde todo el mundo solo se mira el ombligo, su individualismo y su realidad pues levantar un poco la mirada de ser conscientes de que hay personas que se juegan la vida saliendo esos países y que, encima, es porque es responsabilidad de nuestro bienestar, pues ya nos sitúa la situación para mí de responsabilidad, de mirar, de hacer. Y una vez que la miras, que lo haces, que lo vives, no puedes alejarte, no puedes alejarte de esa realidad, que es la realidad de otros y no solo la tuya. Para mí ya el hecho de que alguien se forme y tenga conciencia social de lo que pasa en el Sáhara occidental o lo que pasa en el Kurdistán o en Palestina, ya es un paso. Ahora bien, si me dices “oye, ¿cómo los podemos hacer?”. Principalmente, yo no creo en los gobiernos porque no creo que exista un Gobierno que no esté sometido a las políticas de esquilmar, de saquear, de violentar… pero creo que también exigir a los gobernantes en este caso que tengan un posicionamiento claro sobre lo que tiene que ser garantizar derechos humanos tiene que estar también como otra línea de trabajo y, por otro lado, el apoyo mutuo y la solidaridad desde el tú a tú y sin paternalismo. Por ejemplo, ahora mismo lo hemos visto en Canarias y yo que estoy trabajando para personas que llegan en patera, en embarcaciones tipo cayuco y demás, dentro de los macrocampamentos de concentración y de vulneraciones de todo tipo, estas administraciones –ministerio de Interior, ministerio de Inclusión, ayuntamientos…–, se han quedado deficientes.
¿Quién hemos visto que ha asistido a la vida de los demás, que han ido a acompañamientos, a asilo, al aeropuerto, que han traído comida, han puesto dinero, intérpretes y todo…? ¿quién ha sido? Pues la solidaridad del pueblo canario. Entonces, esperar que las instituciones, que un gobierno que forma parte de este sistema y que empuja a la gente a que se muera, vaya a responder y a hacer algo por cambiarlo, creo que no es la solución, porque la solución tiene que salir de las personas que estamos, que trabajamos en muchos campos y que podemos aportar nuestro granito, porque está claro, que si no se aporta de forma colectiva, en las asambleas y en todos los espacios de organización que hay, yo estoy segura de que esto no se sostendría por ningún lado. Y, además, para mí el ejemplo es el de la llegada de las últimas embarcaciones, de toda la gestión nefasta que se ha hecho, de cómo se ha transformado Canarias en una cárcel para todas las personas migrantes y cómo el pueblo ha sido capaz de responder con una solidaridad increíble. Y con eso es, al final, con lo que yo me quedo, con que existan personas a las que les duelan otras vidas humanas y la miseria de los demás.
Muchas gracias por tus respuestas, Louelia. Desde aquí no nos queda otra que seguir alzando la voz y pidiendo por la libertad del pueblo saharaui. ¡Sáhara libre!
Natalia Ruiz-González
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