jueves, noviembre 7

Afro-estética, Imaginario de la violencia

Durante los pasados días hemos sido testigos del comportamiento desconsiderado de turistas que visitan nuestra isla, también hemos visto los intentos fútiles de los locales para lograr que el estado atienda la situación. 

Obra de la autoría de la hermana que forma el texto.

No es cosa nueva eso de la actitud de prepotencia por parte los turistas en Puerto Rico, en especial de los que vienen de Estados Unidos, o como debería decir por nuestra relación política con este país, “Mainland”. Este espacio para ellos no es más que un territorio que les pertenece, un lugar de explotación y disfrute, donde los locales debemos  servir y tolerar todo tipo de violencia y maltrato con gratitud. 

Ciertamente hay algo que sí es nuevo en toda esta polémica del turismo pandémico, la raza y la posición social de quienes conforman la mayor parte de los visitantes. En el pasado hemos sido capaces de denunciar estos atropellos sin palabras y acciones discriminatorias, repudiando los actos, no la raza, las cualidades físicas y estéticas de los autores. Los turistas blancos mal portados, no son utilizados para generar estereotipos sobre el comportamiento de sus similares, no se incita ni se justifica el odio, la persecución, el acecho, la violencia, y el rechazo a todos los cuerpos que parecen venir del mismo lugar. 

Las personas visiblemente negras de este país (en especial las mujeres), quienes han sido motivo de burla y hasta se les niega oportunidades de empleo por como  llevan su cabello, sea de  forma natural o por utilizar peinados de estilo protector, no se impresionan al leer expresiones como las emitidas por Edwin Morales Laboy, Vicepresidente de la Federación de Maestros de Puerto Rico, a través de la red social Facebook, y cito:

“Quiero ver acción. Alguien quiere ir a Condado conmigo a recoger pelucas?”

Nuestro pelo natural, la falta de el, pelucas, extensiones, alisados y demás formas que podamos utilizar para estilizarlo, siempre han sido objetivo de chistes y burlas. Es bien fácil agarrarse de la gente vulnerabilizada para hacer chistes cuando no se es gracioso. ¡Son la víctima perfecta!  Todos disfrutan burlándose de estos sectores, se les cría bajo la normalización de la humillación y las microagresiones, y usualmente carecen de herramientas y foros para hacer valer  sus reclamos. 

Esta publicación que se puede interpretar como una incitación a la violencia hacia personas racializadas, vino de una persona que representa a la Federación de Maestros de Puerto Rico. Esta organización tiene como propósito la defensa de los derechos de los educadores, estudiantes y la escuela pública gratuita. Sí, esa misma escuela pública que no manejó las quejas de una estudiante negra que vivía un patrón de humillaciones y maltrato psicológico por motivo de su cabello y color de piel. Imagino que para quienes tenían el poder de defender a esta menor, eso no era más que como el Sr. Morales recalca en sus expresiones de defensa, un “chiste”. Ella fallaba en no encontrarle la gracia, según a mi y a otras tantas personas se nos hizo imposible ver la gracia en un chiste con carga de odio y menosprecio hacia las mujeres negras. 

Durante el tiempo que la  publicación estuvo disponible, el Sr. Morales se dedicó a justificarse, minimizar la situación, e ignorar el sentir de personas negras que se expresaron en repudio. Muchas personas hasta tomaron en sus manos la tarea de educar sobre el tema, y explicar como este tipo de expresiones tiene un impacto negativo, fuera esta su intención o no. No siendo esto suficiente, se tomó la molestia de hacer una segunda publicación con tono totalmente sarcástico en referencia a la primera, cito:

“Gente. Ya no voy a ir a recoger pelucas en Condado. Me han dado tantos bimbazos que se me quitaron las ganas. Mejor me voy a correr scooter por la Baldorioty. Se joda. Los quiero.” 

Este texto fue acompañado por una fotografía de tres scooters eléctricas estacionadas en la Plaza del Mercado de Santurce, y al fondo se puede ver una pareja de personas negras.

Las ofensas continuaron, y personas pedían encarecidamente que por respeto se removiera la publicación. Cuando finalmente decide tomar responsabilidad (eso creíamos), nos deleita con esta disculpa donde demuestra no haber comprendido nada, se expresa con cinismo  y sarcasmo, cito:

“Gente buen día. Hice un comentario ayer en son de broma que se pudo interpretar de forma violenta y jamás esa era la intención, menos que se interpretara como insinuación de índole racista. Pido disculpas porque hay gente que quiero muchísimo y respeto que se pudieron sentir o sintieron mal. Hablé de recoger las pelucas que andan volando por condado no de incitar a ningún acto violento contra turistas y gente humilde. Soy irreverente y a veces se me puede ir el avión. Hay mucho que discutir pero es importante precisar y aclarar esto. No vuelvo a hablar de las pelucas de nadie. Ni de Díaz Olivo ni de nadie. Me han dado más palos que una piñata. Les quiero, a mis compas que se pudieron sentir ofendidos, nuevamente les pido disculpas y espero después poder hacer un abrazo grupal con ustedes. Sin covid. Abrazo”.

Durante esta semana ya había escrito sobre este tipo de publicaciones, pero me tomo la molestia de escribir en detalle sobre este caso específico, porque en sus manos hay una gran responsabilidad. Son muchas la personas que creen en él a ciegas, y automáticamente validan sus expresiones y posiciones como correctas y/o inofensivas. 

Las mujeres y personas racializadas merecen más que esto. Merecen respeto y seriedad cuando hacen un reclamo, merecen no ser invalidadas de manera constante. 

De mis amistades yo espero lo mejor. Que me señalen si falto a los principios que profeso, quiero que me dejen saber cuando mis acciones o palabras pueden afectar la vida de otras personas y ser sinónimo de atraso en temas de justicia social. 

A las niñas negras pobres de este país que estudian en el sistema público, sepan que muchas mujeres están listas para ser vocales en tu defensa. No vamos a encubrir amigos ni conocidos que con acción o palabras puedan afectar tu futuro. 

La presidenta del gremio me dijo no saber de la situación, que nadie lo había llevado a su atención, y que en caso de ser cierto lo que expresé nada tiene que ver con la Federación. La Federación tampoco puede hacer caso a mi queja porque “nosotros no te representamos”, y saben que, es un alivio porque #yomerepresentosola 


Ahisamar Antonina

Artista, negra, anti-racista, aliada LGBTIQ, Revoltosa, rebelde, “changuita”, y escribo porque las instituciones formales no nos hacen justicia.



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