domingo, diciembre 22

La fetichización de las mujeres racializadas, otra manifestación de la Supremacía Blanca

Fuente: Los Angeles Times

Lo que pasó en Atlanta es una señal de alarma para quienes luchamos en movimientos antirracistas, una señal de que la Supremacía Blanca está dispuesta a continuar con su campaña de exterminio contra las personas racializadas. El ataque a las mujeres de ascendencia asiática en Estados Unidos es una muestra de lo peligroso que son los discursos de odio que han sido impulsados por la ignorancia; no olvidemos que Trump culpó en numerosas ocasiones a China por la pandemia, incluso se refirió al virus como la plaga China. Este tipo de discursos viniendo de una figura política tan relevante y prominente avaló ideologías de odio y propagó la ignorancia en su país y en el mundo; pues muchas personas ven al ex-presidente de Estados Unidos como un hombre que habla con la verdad y sin tapujos. 

Pensar que el virus está asociado con personas racializadas es un problema enorme y la Supremacía Blanca ha usado esto como excusa para continuar diseminando acciones y discursos racistas, como lo hizo Robert Aaron Long. Es evidente que este caso es el resultado de dinámicas que se justifican detrás del miedo; sin embargo, lo que verdaderamente hay detrás es un sentimiento de superioridad que se ha fortalecido con el silencio de millares de personas que siguen negando que el racismo es un problema y la falta de responsabilidad en lo que dicen figuras de autoridad de talla internacional o local, como fue el caso del Capitán Jay Baker que aseguró que el terrorista “tuvo un mal día” cuando se refirió a las razones por las que cometió el delito. 

Se reduce a las personas racializadas a ciertas características que, convenientemente, sirven para extrapolar las responsabilidades del lugar al que pertenecen. En Estados Unidos el problema nunca fue China, sino las pobres medidas que se tomaron para evitar su propagación. No olvidemos que en varios estados la gente se negaba a usar tapabocas y se manifestaron en contra del aislamiento preventivo. 

Esos actos discriminatorios tienen en este caso, además, un componente sexual. Se ha dicho que Robert Aaron Long tenía una fijación por las mujeres asiáticas. Esta dimensión del problema es importante y requiere de un análisis cuidadoso. Para las mujeres negras y afrodescendientes no es territorio desconocido el de la fetichización de nuestros cuerpos, tampoco lo es el hecho de que se nos culpe por dicha fetichización. Por consiguiente, cuando también se habló de que el terrorista no podía controlar sus impulsos sexuales “originados” por sus depravados deseos a mujeres asiáticas también encendió una alarma. Fetichizar a las mujeres racializadas es una dinámica que termina siendo usada para legitimar la violencia de la Supremacía Blanca. Pobres hombres blancos, devotos, cautos e inocentes; mujeres racializadas provocadoras, malas y perversas. 

La deshumanización que existe detrás de la fetichización impide que la carga sea asimilada por quien la debe asimilar: siempre el perpetrador, nunca la víctima. Debemos entender que los mecanismos que usamos para cosificar a las mujeres terminan siendo instrumentalizados para justificar el maltrato, la violencia y la misoginia. ¿Cómo este terrorista terminó pensando que matar mujeres asiáticas sería el fin de sus problemas de “adicción sexual” o el fin del virus? Sencillo, porque vivimos en una cultura donde se culpa a las mujeres y personas racializadas por diversos problemas en todos los rincones del Planeta; no se habla de la raíz de esos problemas: la xenofobia, el racismo, la misoginia y el clasismo que seguimos nutriendo. 

Mis sincero cariño y respeto a las víctimas del atentado terrorista.

Delaina Ashley Yaun 

Paul Andre Michels

Xiaojie Yan  

Daoyou Feng

Sé que hubo más, a todas esas personas un homenaje y un mensaje: no están solas. 


Carolina Rodríguez Mayo

Egresada de Literatura con opción en Filosófia de la Universidad de los Andes. Especialista en Comunicación Multimedia de la Universidad Sergio Arboleda. Colombiana de Bogotá.  Feminista interseccional y defensora de las preguntas como primer paso al conocimiento. Escribir poesía es lo único que me reconforta. Todo lo demás que escribo es una invitación al diálogo. Viajera, fashionista, cinéfila y amante de la buena comida. 


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