domingo, octubre 6

Slut Shaming: la vergüenza y la culpa

Escuché por primera vez el término slut shaming  cuando una youtuber habló abiertamente de ello, mientras analizaba una escena de una serie televisiva. Esta, reflejaba una situación  de la vida real  que  todas hemos vivido  alguna vez, ya sea como espectadoras, cómplices o  víctimas.  

Pero… ¿Qué es el slut  shaming? Este concepto describe la situación en la que una  mujer es  calificada como “fácil”, “ligera”, “baja”, “puta” o “zorra” por  hechos como haber tenido muchas parejas sexuales, coquetear con muchas personas, disfrutar del sexo, hablar de su  sexualidad abiertamente o vestir de una determinada manera. De esta forma se menosprecia  a la mujer por ejercer su libertad  de acción y  se la avergüenza por  haberse saltado los límites establecidos como lo “decente”. Esta situación se puede dar incluso en casos  de abusos o  agresiones sexuales en que la víctima es culpada antes que su agresor. 

Aunque esta visión se ha ido transformando  gracias al activismo y  la reivindicación de  la libertad y sexualidad femenina, hoy en día esta visión sigue arraigada en muchas culturas del mundo mediante manifestaciones de todo tipo. Así pues, sigue existiendo  una visión retrógrada que se materializa de muchas formas y que evidentemente, también se encuentra en la cultura occidental. Lo observamos en nuestra cotidianidad, mediante comentarios, insinuaciones, pero también en pilares sociales como son los medios de comunicación o el contenido de entretenimiento. 

En el contenido de entretenimiento así como en los medios de comunicación periodísticos, es importante  retratar o hablar de este tipo de situaciones, pero es aún más importante el cómo se hable de ellas. Es muy diferente representar una situación de slut shaming en que existe  una crítica tangible al hecho y  una que no o que  incluso lo refuerza.

En esta línea, quiero centrarme en  algunos ejemplos de ficción que se han quedado en mi mente  hasta ahora. Pienso en una serie del momento, Euphoria un fenómeno  juvenil que nos traslada las problemáticas de un grupo de adolescentes en los Estados Unidos.  En ella encontramos des del inicio situaciones fuertes de slut shaming en que se humilla a algunas de las protagonistas por sus vídeos sexuales publicados sin su permiso en Internet. La reacción general del entorno ante este contenido es negativa, pero lo bueno es que la  serie se esfuerza en destacarnos el comportamiento misógino  y destructivo de algunos personajes  gracias al contraste con otros personajes que actúan de forma más positiva.

Otro ejemplo de ficción que se me quedó grabado por siempre fue una escena de la serie “Los Serrano”. Yo era más joven y  aunque no supe sacar una conclusión, aquello me impactó.  Teté uno de los  personajes femeninos de la serie,  se besa con el  muchacho que le gusta a su amiga. Durante el encuentro, su hermanastro le toma fotos  sin su consentimiento  y al día siguiente encuentra las fotos pegadas por todas las paredes del instituto y  toda la clase la humilla al grito de “guarra, guarra” supuestamente por haber traicionado a su amiga. Aquí llaman la atención algunas cosas: lo primero es que  aunque evidentemente ella había traicionado a su amiga, aquello pasó de ser un conflicto entre ellas  a un asunto público sobre el que todo el mundo se veía con derecho a opinar y como consecuencia a humillar a  Teté por ello. Segundo, ¿Hubiera sucedido lo mismo si lo hubiera hecho un chico? No, probablemente no, más bien se le hubiera alabado.

Por estos motivos, insisto en cómo de importante es la ejecución, con tal de  no dar el mensaje equivocado. En  “Los Serrano”, por ejemplo, la reacción de una de las profesoras y madre de Teté,  es  de regañar a los precursores de la humillación por juzgar a la gente, aunque  los culpables no reciben  ningún castigo por las fotos tomadas y publicadas y encima se acaba recriminando a Teté el no haberse alejado del chico. Pero vaya, es cierto, estamos hablando de una serie de los 2000, habrá cambiado el cuento hasta ahora. 

Bueno,  hablemos “Élite”, otra serie del momento. En esta serie también se produce una situación de slut shaming en que Nadia, una de las protagonistas, es humillada  debido a la publicación de un vídeo en Internet,  en el que aparece practicando sexo con un chico. Otra vez, la reacción del entorno es negativa porque se la señala a ella, sin embargo, no es malo que  se vea reflejado en la serie por qué  esto es lo que suele pasar en la vida real.  El problema aquí se encuentra en la moraleja que nos dejan,  y es que   al final, cuando ella quiere  hablarle  a su familia sobre el asunto, estos, que se  huelen el pastel,  deciden que prefieren no saberlo, que no se preocupe que  para ellos la del vídeo “no es su hija”. Entonces, ella debe renunciar a algo que “no es ella”,ya que es culpable primero de tener sexo y encima de haber sido gravada sin su consentimiento.  Que sí, que son una familia muy tradicional y con unos valores muy arraigados a su religión, seguro les cuesta  aceptar estas cosas. Sin embargo, nos están diciendo que prefieren ignorar lo sucedido  en vez de  perseguir a los culpables, como si la ofensa del vídeo   fuese más grave que el sufrimiento de su hija.  Por cierto sus acosadores se van de rositas y una de ellas se convierte en su amiga sin sufrir ninguna consecuencia, tal cual.  Además, todo este se produce en un contexto en que el personaje está en un proceso de liberación y experimentación y luego te pintan este final como algo bonito o sano.

En estos tres ejemplos llama la atención el concepto de lo “público”, que es lo  nos puede destruir. Las mujeres podemos ser atrevidas, de hecho se espera eso de nosotras, eso sí, en el ámbito privado,  porque el momento que nuestra vida sexual se vuelve pública ya sea bajo nuestro consentimiento o no, esto se vuelve en nuestra contra y se nos juzga por ello. El hecho de que la filtración de vídeos o imágenes consideradas  “sexuales”  sea una forma de  humillar y señalar a las mujeres sin que se persiga o castigue  a sus acosadores, dice mucho de nuestra sociedad.  En este hecho no se puede ignorar la vulneración del derecho a la intimidad que puede acarrear consecuencias psicológicas gravísimas, pero además se nos está diciendo que  no tenemos el mismo derecho a disfrutar del sexo  que  nuestros compañeros y  que si lo hacemos, debemos asegurarnos  de que se mantenga en privado porque si no, la culpa la tendremos nosotras, por sueltas. 

Esto sucede en todas las  culturas cimentadas sobre una estructura patriarcal,  en que la mujer  ha sido  visto históricamente como el objeto pasivo en las relaciones sexuales.  Durante mucho  tiempo el deseo femenino ha sido un tabú y no se ha tratado de manera explícita. Así pues, todas aquellas  mujeres que han manifestado sus deseos sin reprimirse o bien se han dedicado a los trabajos sexuales, han sido consideradas  impuras o   indignas de respeto siendo humilladas por ello. 

Así pues,  las ficciones y los medios retratan una realidad preocupante, por  este motivo es tan relevante la forma en que se representa y se habla de ello. Por otro lado, como he comentado en un inicio,  todas vivimos o viviremos situaciones de estas en nuestra cotidianidad, quizás lo hemos sufrido en nuestras carnes o en la de las demás, por eso es tan importante darnos cuenta de donde reside  nuestra verdadera  fuerza.


Mònica Quilez

Estudiante de periodismo y de todo un poco, de origen mozambiqueño. La cultura es la luz o la oscuridad en una sociedad, cultivémosla y  cuestionémosla.

 



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