Después de este año con un ambiente político y social tan tenso, la manifestación del 17N prometía mucho. La unión de personas racializadas fue muy diversa: identidades, afrodescendientes, asiáticas, indígenas, gitanas y moras se unieron para plantar cara al racismo.
Hubo muy pocos cuerpos blancos apoyando la manifestación. Sentimos muy poco apoyo de las personas blancas feministas, que como siempre no ponen el cuerpo. A pesar de que hablen del tema de interseccionalidad, que es un concepto robado, y se hacen ver como aliadas cuando en realidad no es así.
Sin embargo, también nos sentimos muy arropadas, hubo mucha alegría por ver al pueblo indígena manifestándose. Dando su voz y condenando el racismo estructural europeo. Así es como no solo se veía reflejado el descontento político de España, sino de Chile, Bolivia o Brasil. Más allá de las diferentes razones que pueden llevar a alguien a acudir a la manifestación, había más causas que nos unían que las que nos separaban.
La falta de inclusión y representación en la sociedad, la hostilidad, burla, o falta de respeto hacia nuestra persona. Estas son las cuestiones que nos toca sufrir una y otra vez. La gota que colma el vaso es ver que los políticos ganen votos a base de insultarnos públicamente y que nadie acuda en nuestra defensa. Ante este panorama, tendremos que defendernos nosotras mismas.
¿Cómo no íbamos a acudir a las calles? Pancartas, banderas y cánticos, con esto marchamos desde Cibeles hasta Sol. Ni siquiera la lluvia, cada vez más abundante, pudo impedir nuestro curso. A pesar de la tensión que se sentía por el miedo a confrontaciones con los transeúntes o con extremistas que pudiesen aparecer, la tarde transcurrió con mucha emoción y entusiasmo. Había que hacerse oír y notar, incomodar aunque fuese tan solo por unas horas a la sociedad que tantas veces nos había ignorado.
Fue al llegar a la Puerta del Sol cuando los ánimos ya estaban muy caldeados. Era la hora de la lectura de los manifiestos y uno a uno, los representantes de cada grupo iban transmitiendo sus ideas y recibiendo aplausos y júbilos del público. La manifestación también contó con la visita de la Articulación de los Pueblos Indífenas de Brasil, que están viajando por todo el mundo para defender los derechos de los pueblos indígenas, de las mujeres y luchar en contra del cambio climático.
Muy emocionante fue la intervención de dos chicos representantes de los ex-MENA (menores extranjeros no acompañados) de Madrid. Después de que durante toda la campaña electroral de estos meses en España se les pintase como delincuentes,estafadores y violentos, defendieron que: “no somos niños peligrosos, somos niños en peligro”.
A pesar de todos los obstáculos, estuvimos poniendo el cuerpo y nos dio mucha alegría poder participar en esta manifestación. Había multiplicidad de representación, veníamos apoyando desde el Quilombo Nimba Fest hasta los cuerpos trans o las trabajadoras sexuales. Fue un quilombo de unión y comunidad. La manifestación del 17N nos sirvió para decir que no tenemos miedo y cueste lo que cueste seguiremos resistiendo.
Aisha Saidy
Desde hace ya tres años reside en Madrid persiguiendo su sueño de convertirse en periodista y convenciendo a la sociedad de que las afroespañolas también existimos. Pertenece al equipo de redacción de Afroféminas.
Especialista en Género y Sexualidad. Presidenta Asociación Muara (mujeres araña). Miembra de la Comisión de Inmigración de Tetuán. Dominicana, con amplia experiencia en el campo de la psicoterapia y la psicoeducación. A nivel laboral ha sido psicóloga forense en la Unidad de Atención a Víctima de Violencia de Género y Abuso Sexual, del Ministerio de la Procuraduría General de la República Dominicana. Además, terapeuta en las fundaciones Mujer Iglesia y Huellas de Mujer.
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