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viernes, marzo 29

Sororidad negra

Vamos a hablar las cosas como son. Supongo que habrá quien me tilde, otra vez, de acomplejada por nombrar el racismo en el archipiélago de Puerto Rico. Entonces, soy yo la que les dice a esas personas: ¡¿De nuevo?! Cuando vaya a decir (o piense) que usted no es racista, intente replanteárselo. Con este disclaimer, procedo a hacer mis denuncias y reconocimientos.

En Puerto Rico, se pregona el discurso de que no existe el racismo. A través de la educación –desde el nivel primario hasta el universitario-, se aprende que somos una mezcla cuasi-perfecta de tres razas: indio, español y negro. Así sin más, de forma homogénea, parecería que esa combinación garantiza la inexistencia de la jerarquización que privilegia a las personas no negras en el país. Hay quienes bromean que si miramos los resultados de los censos, en el Estado Libre Asociado de Puerto Rico hay más gente blanca (White/Caucasian) que en Europa. Aunque de 2000 a 2010 hubo un aumento de personas que se autoidentificaron racialmente como negras (Black or African American), P.R. sigue siendo un país racista. El prejuicio y el discrimen se manifiestan latentes en la cotidianidad. La gente se escuda en que en la colonia (desde 1898, P.R. pasó de ser una colonia de España a ser una colonia de Estados Unidos y desde 1917 lxs puertorriqueñxs poseen ciudadanía estadounidense) el racismo no es tan evidente como en EE.UU.; que es sutil, se dice con atrevimiento. Habría que vivirlo y reconocerlo para entender que racismo es racismo no importa desde dónde se genere, y que sus efectos, aunque varíen, no dejan de ser nocivos y deshumanizantes.

Foto de Alberto Garrido Moreno

La violencia y el hostigamiento raciales, en principio hacia las mujeres negras, se ejecutan:

  1. Sin haber nacido, ya se está pensando en las características fenotípicas de la niña y el deseo de que sus rasgos físicos cumplan con los estereotipos de belleza eurocéntricos.
  2. Si en la familia hay personas con distintas tonalidades de piel, la “negrita” suele estar rezagada. Las comparaciones y los reclamos por una piel oscura, una nariz ancha, unos labios gruesos o un cabello ensortijado van creando inseguridades y complejos de inferioridad que, a veces, son difíciles de superar. Incluso, alguna gente se siente con el derecho de preguntar si la progenie tiene lxs mismxs progenotirxs. ¿A quién salió? ¿Requintó? ¿No se parecen? El colorismo en las familias puertorriqueñas es un reflejo del colorismo y el racismo institucionalizado.
  3. Si una madre visiblemente negra sale con sus hijxs más claros de piel, seguramente, le preguntarán si es la cuidadora.
  4. Cuando vaya a la escuela, las probabilidades de que una persona evidentemente negra sufra hostigamiento racial son altísimas. Desde por qué tu piel es tan oscura, por qué tu pelo es “malo” hasta los epítetos de negra piojosa, negra fea, negra apestosa, negra bruta afloran dentro y fuera del salón de clases. Si bien hay manifestaciones racistas que provienen de otrxs niñxs, en la mayoría de las ocasiones, lxs maestrxs no toman cartas en el asunto para educar a lxs estudiantes sobre el respeto a la diversidad racial.
  5. Si una niña o adolescente se defiende de ataques racistas, es posible que le procesen criminalmente. En 2017, Alma Yariela Cruz Cruz, una niña de 11 años con diversidad funcional, fue arrestada y acusada como adulta, con cinco delitos, en el Tribunal de Menores. Al conseguirse que la prensa cubriera el caso y para salvaguardar la privacidad e identidad de las “víctimas”, se archivó el caso.
  6. Cuando se es una mujer negra y no se le asocia con ciertos espacios (por ejemplo, establecimientos en zonas turísticas y metropolitanas e inclusive iglesias) y le hablan en inglés, aun cuando usted hable en español, es racismo porque se piensa que no hay gente negra en P.R. o que no existe gente negra hispanoparlante.
  7. Cuando la palabra negra/o sirve para adjetivar de forma degradante y despectiva. ¿Ha dicho usted aguas negras, suerte negra, que una persona es una nube negra? ¿Ha dicho usted negrita o trigueñita para no “ofender”? ¿Por qué cree que llamar a una persona negra es ofensivo? ¿Con qué asocia la palabra negra/o?
  8. Si va a una tienda, puede que le invisibilicen y no le ofrezcan ningún servicio, pero le pueden visibilizar persiguiéndole al pensar que usted va a robar.
  9. El vínculo raza-clase es indisoluble en P.R. Por ello, negritud y pobreza están intrínsecamente vinculados y la carencia y precariedad de servicios de salud es un hecho para las personas no blancas. Desafortunadamente, a las mujeres negras, les cuesta más que a cualquier otra mujer recibir servicios ginecológicos.
  10. Si piensa en la vivienda –que es un derecho humano-, pregúntese: ¿Dónde viven las personas negras? ¿Cuántas personas negras poseen un título de propiedad? ¿Cuántas mujeres negras son dueñas de sus hogares?
  11. Si usted es una persona negra, ¿cuán expuestx está a ser víctima de brutalidad policíaca, a que le detengan y le impongan alguna multa sin darle una advertencia o una oportunidad, a que le impongan una fianza millonaria, a que le acusen y le encarcelen? De nuevo, piense en el colorismo y tendrá respuestas claras a estas preguntas.
  12. Si una mujer no blanca no recibe las mismas oportunidades de adquirir educación primaria, secundaria, superior y universitaria y desarrollarse profesionalmente, ¿a qué tipo de trabajo puede aspirar?
  13. Cuando una persona artista o figura pública insiste en pintarse de negra/o y acentuar rasgos físicos de forma exagerada y grotesca para hacer caracterizaciones de personas brutas y dóciles, es racista. Y si no entiende que el blackface es violento, indigno y racista, también, es ignorante. Al blackface que todavía sobrevive en los medios de comunicación puertorriqueños, se le suman la escasez de personas evidentemente negras en programas y noticiarios y la perpetuación de roles que degradan, hipersexualizan e insisten en estereotipos deshumanizantes asociados con las personas negras.
  14. Cuando personas sienten el derecho de insultar con epítetos racistas a personas visiblemente negras en las redes sociales, podemos dar cuenta de la violencia racial normalizada.
  15. La ausencia de un protocolo del Estado para atender la violencia racial en todas sus instituciones es evidencia clara de que la “letra chiquita” de que no se discrimina por razón de raza no hay quien la atienda cuando ocurre el discrimen.

Sin duda, podría seguir enumerando las formas en las que se manifiesta el racismo en P.R., a pesar de que se niega su existencia. Incluso, quiero pensar qué hubiese pasado si el nefasto chat del exgobernador Ricardo Rosselló Nevares y una partida de hombres de su gabinete de gobierno solo hubiese incluido comentarios racistas. ¿Más de un millón de puertorriqueñxs le hubiese exigido la renuncia?

Ante estas realidades, que no son nuevas en el país, se afianzan grupos y colectivos de educación antirracista, surgen nuevos movimientos antirracistas y organizaciones agregan la intersección de raza para explicar sus luchas. Si bien es imprescindible atender el racismo, urge verlo con todas sus complejidades para entender los procesos de racialización insulares.

Para terminar este escrito reflexivo y de denuncia, quiero hacer mención y reconocer a la sororidad negra. En P.R., las mujeres negras, siempre, han estado organizadas, pero en esta coyuntura histórico-social, podemos identificar con más facilidad lideresas negras que trabajan incansablemente por un Puerto Rico antirracista. Hacia esa dirección e inspirada por mis ancestras y muchísimas mujeres que se han convertido en mis modelos a seguir, me dirijo.

Reconozco las plataformas que me proveen el programa radial NEGRAS, el Colectivo Ilé y Black Latinas Know Collective para aportar al reconocimiento de lo que somos como mujeres negras, con todas nuestras identidades, diversidades, destrezas, capacidades y conocimientos múltiples. Estos ejemplos son solo tres granos de arena en un mar de organizaciones y esfuerzos que atienden la lista de violencias raciales que mencioné antes en este texto y tantas otras que experimentamos, en nuestras pieles y cuerpas, a la par que trabajamos y co-inspiramos para erradircarlas.

Las mujeres rotundamente negras, valientemente negras, como dice la Afrocostarricense Shirley Campbell-Barr, tenemos un compromiso con nuestro Puerto Rico, con las Negras que ya no están, con las Negras que nos acompañan y las Negras que vendrán. Juntas vamos tejiendo redes. ¡Qué viva la sororidad Negra antirracista!


Bárbara I. Abadía-Rexach, Ph.D.

Comunicadora & Antropóloga, Afrojíbara, Afroboricua & Afrofeminista, Negra, Librana, Libre y Desobediente


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