Esto días andamos con el lío del cómico Rober Bodegas y sus chistes racistas. Como ya sabréis lxs hermanxs Gitanxs se sintieron ofendidxs (con razón) por los chistes del cómico. Me prometí dejar pasar el tema y apoyar en las redes, pero la verdad, la actitud de los cómicos me ha sublevado.
Los cómicos se han indignado y están enfadadísimos. Ahí fueron todos a darle apoyo y aparecieron las grandes frases sobre la libertad de expresión de la que dicen ser un puntal y por supuesto no admiten ninguna crítica.
A mí me gusta reírme, y mucho. Lo que pasa es que no lo hago de según que cosas y colectivos. En privado con gente que conozco y me conoce puedo reírme de cualquier cosa. En público me cuidaré mucho de hacer bromas de según que temas, porque tengo una responsabilidad, pequeña, pero la tengo. Si yo hago un chiste sobre una mujer maltratada tengo una responsabilidad en sus opresiones. Si lo hago sobre los homosexuales, lo mismo.
He nombrado a estos dos colectivos porque hoy los cómicos se cuidan mucho de hacer chistes sobre ellos. Han conseguido con su lucha y el apoyo social una sensibilización que los colectivos inmigrantes y racializados solo podemos soñar. Nuestras opresiones todavía valen menos. Si eres una persona racializada vales menos.
Ayer, mientras veía las noticias y a la gente de «Mongolia» y otros cómicos hablando de censura, me iba convenciendo de lo mucho que nos queda.
Al parecer el humor necesita meterse con colectivos vulnerables y eso es fundamental para la libertad de expresión. Nos dicen que si somos tan quejicas, pronto no quedará nada de que reírse.
Este discurso de los cómicos se entrelaza curiosamente (involuntariamente seguro) con el de parte de una extrema derecha que habla en los mismos términos cuando se denuncian cosas como el blackface, o el lenguaje racista: piel fina, ofendiditos, llorones, si no te gusta apaga la televisión,… Incluso muchos trolls fascistoides se han unido con entusiasmo al debate para aportar su granito de odio.
He visto que el debate ha empezado a girar en torno a las supuestas 400 amenazas de muerte que dice haber recibido el cómico, en lo que me parece un giro interesado. Deploro las amenazas de muerte. Las hemos recibido, las recibimos y las recibiremos en Afroféminas. Los insultos y amenazas retratan al que los profiere y no avalamos esas prácticas. Tampoco me parece que una denuncia en los juzgados solucione nada. Soy fan de la libertad de expresión.
Por eso pienso que lo que ha pasado es un ejemplo máximo de la libertad de expresión, de que las cosas están cambiando. A los cómicos que hacen este tipo de chistes lo que realmente les gustaría es que nadie se quejase. Ahora las cosas se saben y uno tiene que atenerse a las consecuencias, a la presión en las redes, al señalamiento por parte de las entidades antirracistas. No puede salir gratis, y nosotras ejerceremos nuestra libertad de expresión para llamar la atención sobre estos actos irresponsables.
Irresponsables porque Rober Bodegas tenía que haber sido consciente de que sus chistes perpetúan estereotipos sobre un colectivo que lleva siglos en situación vulnerable. Esas bromas difunden rumores y mentiras sobre cientos de miles de personas a los que les cuesta más encontrar trabajo o alquilar un piso simplemente por ser gitanos. Y cada frase del monólogo contribuía a esas opresiones. Los cómicos deben ser valientes y ofensivos con los poderosos, no con los débiles. Porque quien se ríe de un débil, de un vulnerable, es un abusón.
Siento que Rober Bodegas lo esté pasando mal. No me gusta que nadie sufra. Pero, mira por donde, su monólogo racista ha servido para algo. Ya no vale todo y siempre que me entere de algo así, ahí estaré para denunciarlo. Porque no me vale con cambiar de canal, igual que no me valdría cambiar de canal si un nazi tuviera un programa de televisión. Porque el odio se difunde, y esos chistes y bromas que menosprecian a colectivos vulnerables llegan a personas, quizás muchos de ellos jóvenes, que piensan que después de todo, no está tan mal reírse del débil, del diferente, del otro. ¿Como va a estar mal? es humor, ¿no?
Tania Castro
Asesora de imagen. Santander (España)
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Realmente vomitivo el payo. Primero establece claramente un «nosotros» y un «ellos» («nuestras normas sociales…») con lo que entiende que no hay gitanos en la sala ni habla para «ellos». «Ellos» no pertenecen a «su» («nuestra») sociedad, son bichos raros, proscritos, extraterrestres… Apartheid mental (FOR PAYOS ONLY). Y ya de ahí, el resto…