Corría el año 1963 cuando la cantante y activista sudafricana Miriam Makeba se plantaba en la sede de la ONU y denunciaba las atrocidades del régimen del apartheid. Sus canciones, en la línea del discurso promulgado en dicha sede, han dado la vuelta al mundo y agitado las conciencias de millones de personas.
Desde entonces muchas africanas han seguido sus pasos y han echado una vez más por tierra la absurda teoría de que las mujeres sólo sirven para cocinar, fregar y traer niños al mundo. De Egipto a Sudáfrica, de Somalia a Mauritania. No hay rincón en África que no cuente con cantantes femeninas de primera fila, como tampoco ley divina o cultural que silencie sus voces. En palabras de la archipremiada Angélique Kidjo: «Miriam Makeba nos abrió el camino y no se lo agradeceremos jamás lo suficiente. Me hizo comprender que era posible tener una carrera internacional y una vida familiar. Que me llamasen puta por cantar ya no me afectaba; al contrario, me reafirmaba».
Hoy queremos homenajear a todas esas mujeres que han luchado y luchan por vivir de su arte y por hacer de este mundo un lugar más habitable. Y qué mejor que con una selección de diez artistas deseosas de que sus canciones formen parte de la banda sonora de nuestras vidas.
Hope Masike (Zimbabue)
Jazz y gospel son los principales ingredientes del cocktail musical que nos trae esta virtuosa de la mbira (piano de pulgar de origen milenario). Su dominio del instrumento y su extraordinaria voz le han reportado premios como el NAMA en 2013 y nominaciones a los Kora Awards en 2016. Actualmente compagina su carrera en solitario con el grupo Monoswezi, quinteto que lidera y que ha dejado huella en festivales como el Jazzahead! o el Oslo World Music Festival.
Daba Makourejah (Senegal)
Desde que se diera a conocer en Francia de la mano del sello Amoul Bayi Records, esta joven panafricanista no ha dejado de agradar a sus incondicionales. Dotada de una versatilidad pasmosa, lo mismo se nos viene arriba con el dub y el reggae (su especialidad) que nos sorprende con estilos como el hip hop o el R&B, siempre con sobresalientes resultados. Candidata al Prix Découvertes RFI en 2016, se perfila como una de las voces africanas con mayor proyección internacional.
Jojo Abot (Ghana)
Del primer país africano «independiente» nos llega esta polifacética artista. Cantante, actriz, modelo y estilista, irrumpe en el mundillo rompiendo moldes y estereotipos. Su ecléctica propuesta abarca una amplia gama de estilos que van desde el jazz y la electrónica hasta el afrobeat y el reggae, lo que no impide que la metan en el saco de «las músicas del mundo» (etiqueta que se cuelga alegremente a todo lo que no posee ADN occidental). Una artista innovadora que dará mucho que hablar.
Emel Mathlouthi (Túnez)
Turno a continuación para una de las artistas más prometedoras y comprometidas del Magreb. Contraria al concepto de arte como entretenimiento, esta guitarrista y compositora autodidacta se ha posicionado siempre del lado de los condenados de la tierra, siendo el genocidio palestino y los totalitarismos (tan de moda hoy en día) su principal caballo de batalla. Una artista con mayúsculas que será eternamente recordada por poner banda sonora a la Revolución de los Jazmines.
Déné Issébéré (Mali)
Digna representante del pueblo dogón que fusiona a las mil maravillas los ritmos tradicionales de su tierra con estilos como el pop o el folk. Firme defensora de los derechos de la mujer y de la infancia, pertenece a esa generación de valientes que se han pasado por el forro las amenazas yihadistas y han seguido haciendo «música satánica». Su voz dulce y melodiosa sonó y de qué forma en la edición inaugural del Festival Acoustik Bamako, un evento impulsado por el músico Toumani Diabaté con el ánimo de promover la escena cultural de Mali.
Munit Mesfin (Etiopía)
De tierras abisinias y en formato dúo nos llega el soul etio-acústico de nuestra siguiente protagonista. Convencida del efecto pegamento de la música (capaz de tender puentes y unir al personal), decidió cambiar los despachos por los escenarios y probar suerte en un mundillo donde abunda la mediocridad. Cuenta la leyenda que quienes tuvieron la fortuna de verlos actuar en festivales como el Canarias Jazz & Más Heineken o el Pirineos Sur disfrutaron como enanos.
Mo’Kalamity (Cabo Verde)
Turno a continuación para Mónica Tavares, una adicta a los ritmos que en la década de los setenta popularizara un tal Bob Marley. Autodidacta e independiente, ha logrado abrirse paso en una escena donde no es muy habitual ver a una mujer al frente de una banda. El racismo, el clasismo o el sexismo son temas recurrentes en su obra, así como las guerras, el tráfico de armas y demás lacras de este siglo. Un diamante en bruto que merece ser pulido una y otra vez.
Gasandji (República Democrática del Congo)
Cuenta Nelson Mandela en su autobiografía que «la belleza de las músicas africanas radica en su capacidad de levantar el ánimo aunque cuente una historia triste». No se equivocaba, como no se equivocó esta cantante y guitarrista congoleña al elegir la música como profesión. Con dos discos y un EP en el mercado, ha logrado colarse en festivales de renombre como el Africa Festival que se celebra en la ciudad alemana de Würzburg o el Cully Jazz suizo. Sensualidad en estado puro.
Pamela Badjogo (Gabón)
Amante del jazz y admiradora confesa de Dee Dee Bridgewater, siempre tuvo claro que lo suyo era cantar. Con un disco en solitario y embarcada en mil proyectos (Les Amazones d’Afrique, Jazz New Project, Funteni Baby, etcétera), esta joven gabonesa afincada en Mali se ha convertido en tiempo récord en una de las artistas africanas más prometedoras del momento. Su participación en la ceremonia de clausura de la CAN 2017 fue un botón de muestra de su enorme potencial.
Aziza Brahim (Sáhara Occidental)
Uno de los fichajes estrella del sello Glitterbeat Records y, por qué no decirlo, una las voces más sobresalientes del panorama musical actual. Nacida en los campamentos de refugiados de Tinduf, se ha ganado a pulso el reconocimiento de la crítica y el cariño y el respeto de su pueblo y de sus fans. Que su canción Buscando la paz haya sido seleccionada recientemente por Freemuse para su campaña «Dejen que las mujeres canten», dice mucho de una artista reivindicativa y combativa como pocas.
Francisco Dávila
Historiador del arte
Islas Canarias
Descubre más desde Afroféminas
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
Gran artículo y excelente trabajo de documentación.