La exposición «Consuelo Kanaga: atrapar el espíritu» recorre por primera vez, en España y en Europa, el conjunto de la trayectoria de esta fotógrafa estadounidense, considerada una figura fundamental en la historia de la fotografía moderna. A su contribución al reconocimiento de la mujer en este ámbito profesional y artístico, se suma la intensidad con que sus imágenes enfrentan al espectador a algunas de las grandes cuestiones sociales que han pervivido desde su tiempo hasta el nuestro, en especial la situación de la población afroamericana en Estados Unidos.
Hija de un abogado interesado por la agricultura y de la escritora Mathilda Carolina Hartwing, Consuelo Kanaga (Astoria, Oregón, 1894 – Yorktown Heights, Nueva York, 1978) ayudó a sus progenitores desde muy joven en las tareas de redacción y edición, lo que probablemente derivó en su interés por el periodismo. En 1915 empezó a escribir para el San Francisco Chronicle y tres años después, tras un periodo de investigación en el cuarto oscuro de la redacción de forma prácticamente autodidacta, fue contratada como fotógrafa de plantilla, convirtiéndose en una de las primeras mujeres en acceder en fecha tan temprana a un puesto de estas características en Estados Unidos. Figura poco convencional, también fue una de las pocas mujeres que mantuvo una estrecha relación con los círculos de vanguardia estadounidenses, tanto en San Francisco, con el Grupo f.64, como en Nueva York, con la Photo League. En esos contextos, además, su amistad y apoyo profesional abrió el camino a relevantes fotógrafas como Imogen Cunningham, Louise Dahl-Wolfe, Dorothea Lange, Alma Lavenson, Tina Modotti o Eiko Yamazawa, entre otras. Si bien sus logros están a la altura de los de sus compañeras, su carrera ha recibido mucha menos atención que la de muchas de ellas. A lo largo de su vida, Kanaga fue poco dada a la autopromoción y se mostró más interesada en cultivar los vínculos afectivos con quienes apreciaba. Sin duda, las desigualdades de género y las convenciones sociales limitaron su capacidad para dedicarse plenamente a la fotografía. Desempeñó con frecuencia trabajos a jornada completa que le dejaban poco tiempo para la práctica de su labor artística. Asimismo, en repetidas ocasiones dejó su carrera en suspenso por sus parejas masculinas.
Kanaga manifestó de forma apasionada, en su vida y en su fotografía, su preocupación por la justicia social. Lo que realmente le interesaba eran las personas y sus problemas: la marginación social, la pobreza, el acoso racial o la desigualdad, sobre todo en relación con los derechos civiles de la población afroamericana estadounidense y de los trabajadores. Sus primeros retratos de personas negras se alinean con el conocido como movimiento «New Black», desarrollado en las décadas de 1920 y 1930 con epicentro en el barrio neoyorkino de Harlem —de ahí que también sea llamado Renacimiento de Harlem—. Primero en San Francisco y luego en Nueva York, Kanaga comenzó a realizar retratos para obtener ingresos adicionales a su trabajo para los periódicos. Abrió su primer estudio dedicado al retrato a principios de la década de 1920 y durante el resto de su vida se mantendría económicamente a sí misma y a sus parejas fotografiando a clientes adinerados y a amigos del entorno de las vanguardias. En consecuencia, el retrato se convirtió en el principal foco de su producción creativa. Hay que señalar, además, que, mientras que gran parte de su trabajo como fotoperiodista se ha perdido, el retrato está bien representado entre sus negativos y las copias que se han conservado.
En su producción, junto a los retratos, destacan las imágenes que fue tomando en sus distintos viajes. Entre 1927 y 1928 pasó casi un año viajando y haciendo fotografías en Francia, Alemania, Italia, Hungría y Túnez. Más adelante, entre finales de la década de 1940 y principios de la de 1960, realizó varios viajes por el sur de los Estados Unidos, donde fotografió a niños y jornaleros agrícolas negros. A partir de 1950, Kanaga y su marido se fueron a vivir al campo, lo que de alguna manera redujo su labor artística, aunque continuó trabajando centrada en el entorno rural que rodeaba su casa de Yorktown Heights, a unos setenta kilómetros al norte de Manhattan.
La exposición que presenta Fundación MAPRE recorre y contextualiza el trabajo de Consuelo Kanaga y presenta algunas de sus imágenes icónicas, a la vez que incide en el papel de la fotografía en la representación del mundo afroamericano.
“Consuelo Kanaga. Atrapar el espíritu”
Avenida Litoral, 30. Barcelona
Del 15 de febrero al 12 de mayo de 2024
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