jueves, noviembre 7

Adentrándonos en la Literatura Africana

la voz de griot

Hablar de la “Literatura Africana” es muy complejo, es un absoluto categórico esencializado cargado de tópicos que niegan muchas realidades étnicas, culturales, sociales y políticas. No pretendemos hacer un análisis exhaustivo sobre la literatura africana, ni lxs aures, ni sobre la negritud o las otredades, sino aprovechar este espacio e invitarles a acercarse, a engolosinarse, antojarse y saborearse con nuevas formas de expresión, realidad, ficción, resistencia, de memoria, de unidad y lucha.

Nuestra idea principal es relacionar un movimiento artístico que fue ligado a un proceso global político subversivo ante las violencias coloniales de principio de siglo en adelante. La relación del movimiento panafricanista caribeño, el black power movement, el movimiento de “autenticidad” y “negritud” por lxs descendientes africanxs en Europa y el movimiento de liberación nacional que permitió los distintos procesos de descolonización africana. Aunque el arte abarcó en todo su contenido mucho en estas luchas, acá nos centramos en la literatura.

Para ello, nuestra intención será poder abarcar -aunque superficialmente- tres temas literarios, los cuales comparten las fuerzas intrínsecas de violencia colonial, patriarcal, clasista y racial:

  • La Literatura Africana -la blanca: musulmana, amazigh, beduina; y la de la Negritud: desde raíces africanas o fruto del criollismo panafricanista-.
  • La Literatura Afroamericana, a groso modo centralizada a partir del movimiento negro estadounidense y el movimiento descolonial y panafricanista caribeño. Colombia y Brasil representan un gran aporte, pero sobre todo en la actualidad, y aunque no nos centraremos en estas regiones al igual que otras latitudes de América no queremos negar su gran aporte al movimiento literario afroamericano y la lucha identitaria y descolonial.
  • Las Otredades, que está inmersa en las ya nombradas y aunque no desarrolle mucho solo pretendo incluir dentro de las anteriores el aporte del relato desde las disidencias sexuales, lo lésbico, lo gay, lo transgénero.

Intentar hacer un rastreo cronológico sobre la literatura africana podría llevarnos a un callejón sin salida, ya que la literatura en áfrica es principalmente expresada por medio de tradición oral, y no escrita a diferencia de la literatura en occidente, donde se centra primordialmente en obras escritas, pues  la forma más habitual de la literatura en este medio viene en los libros.

En África el concepto de literatura está cargado por una herencia o influencia que abarca estas tres raíces:

  • Los Valores Autóctonos: con el amplio espectro interseccional que abarcan culturas milenarias que arrastran su bagaje propio, además del permeado por otras «convivencias» con lxs que compartieron territorios, y muchas veces tan distintas entre sí en la historia africana, como las que aportaron la antigua Kemet, Kush, Fatimi, Mande, Cartagines, Ashante, Sokoto, etc. Que dieron pie a las diversas cosmovisiones culturales y étnicas de la actual África. Además de los valores nucleares, que a pesar de las distintas formas de agresión, hoy siguen latentes en muchos aspectos de la cotidianidad cultural de muchos pueblos africanos y que han perdurado hasta este instante; como el papel de la mujer en la trasmisión cultural e historia por los pueblos Amazigh y Beduinos del norte, el papel del Djali (griot) como elemento de transmisión histórica y política en el Sahel Occidental y Oriental, o el animismo y la particularidad poética de la religiosidad, el hito del guerrero en la estructura social, o el haraambe, como medio comunitario en muchas regiones, principalmente Keniatas y Hausas, similar al sistema organizativo de “lxs Aures” del Magreb como el “Aarch” Kabilio, y otros en el sur e índico.
  • El Islam: tras la ocupación arabista en el siglo VII. Aunque según fuentes del Corán, tras huir Mahoma de oriente, es en el norte de África donde se desarrolla el islam como religión -como ocurrió con el cristianismo (recuerdar que el padre de la iglesia, San Agustín, o Agustin de Hipona o Tagaste, era amazigh Tunecino), o el arrianismo, el adanismo, etc-, el colonialismo arabista como tal, es decir, la incursión cultural a través del movimiento político-religioso imperialista omeya en Ifriquiya, por ejemplo -fueron varios-, a la resistencia Amazigh o la protagonizada en el Sudán (del árabe Bilad as-Sudán «país de los negros») no fue hasta el siglo VIII, y desde esta se transmitieron los primeros aportes escritos en la literatura y la gran influencia poética oriental tanto en lo estético como en el imaginario.
  • La Cultura Occidental desde la modernidad -tras las primeras incursiones comerciales, la esclavitud, el colonalismo y la actual postcolonialidad neoliberal-, aunque en el Norte de África es innegable el contacto siempre presente a través del comercio mediterráneo y del Sinaí, no es hasta la modernidad donde arremete con fuerza en la totalidad de África y tras el colonialismo cultural, político y religioso en el siglo XVIII de la mano estadounidense a través del estado colonial de Liberia, hasta el repartimiento total de África a Europa en el siglo XIX. Las lenguas coloniales transforman el imaginario, el relato y los medios de difusión, pero en el resurgir de los procesos de liberación nacional se rescatan las raíces.

voz griol 2

Las tres influencias mencionadas están presentes en la literatura africana. Y sus formas literarias,  ya sean orales o escrita son a través de los proverbios, el cuento, la fábula y la narración histórica. La Poesía, en idioma autóctono o en un idioma extranjero, continúa representando la forma literaria más viva en África. El caso más sobresaliente de la pujanza de la poesía es Somalia, donde se convirtió en un arma política antes de la independencia y continuó siendo, ya en la Somalia independiente, la forma más popular y aceptada de transmitir todo tipo de creación literaria, crítica política y de costumbres. Otro caso es Tanzania donde los periódicos, junto a la sección del correo de los lectores, suelen contar otra dedicada a la poesía, en la que se insertan los poemas enviados por lectores sobre los temas más variados: desde la medicina tradicional hasta comentarios sobre las leyes o las últimas noticias, pasando por los problemas matrimoniales o el índice de inflación.

Como anécdota para comprender la estructura compleja, estética y propia de la poesía africana, recordemos un episodio, cuando con la mejor de las voluntades y un sincero entusiasmo, Andre Bretón saludo a la «joven» poesía negra como el más formidable ejemplo de surrealismo literario, el martinico panafricanista Aimé Cesaire y el senegalés Léopold Sédar Senghor tuvieron trabajo para desilusionarlo, explicándole que lo suyo no era una técnica literaria, sino «la forma habitual de pensar bajo formas cambiantes y metáforas vivas la realidad de África». La Polivalencia en los conceptos comunes, policularidad ante las cosas y hechos presenciados, el hábito de individuxs y grupos de percibir dioses e ideas, bajo ángulos diversos y luces cambiantes, son dos rasgos diferenciales de la historia del pensamiento africano.

En lo respecto a la escritura, lxs escritores africanxs, tomando ejemplo de la literatura oral, y en vez de escribir o cantar por la propia belleza, utilizan la belleza para ayudar a comunicar verdades importantes e información a la sociedad. De hecho, un objeto se considera bello por las verdades que muestra y por las comunidades que ayuda a construir.

Para entender la profunda inmersión política de la literatura africana debemos entender dos corrientes que aunque protagonizada por afrodescendientes (“negrxs” e “idigenes”) se establecen en las diásporas occidentales. Al principio del siglo XX a través de una trasformación del pensamiento africano que se gesta por las irreverencias propias ante el sometimiento blanco, los conflicto inmersos de estos a través de la primera guerra mundial, desde donde son usadxs como carne de cañón, al mismo tiempo que se derrumba el hito del “Hombre Blanco”, como una unidad moral superior -y luego rematadamente tras la segunda guerra mundial que impulsaría los movimientos de liberación nacional-, cristalizan dos acontecimientos en los albores de los años 20 y 30. En US, el Renacimiento de Harlem, y en Europa el Movimiento Nacionalista Cultural Africano, ambos influirán en la creación panafricana que trata de resistir contra la colonización de la mente africana o afroamericana, conocida por “Negritud” y “Autenticidad”. Es un movimiento en el que literatura y política están tan unidos que es difícil decir si era un movimiento cultural que influía en la actividad política o a la inversa.

El Renacimiento de Harlem representara esta fusión entre lo político y lo literario desde las confrontaciones y resistencias del racismo y la homofobia, y el Movimiento Nacionalista Cultural Africano desde los procesos de descolonización cultural y política.

Gran parte de los cimientos que constituyeron este «Renacimiento de Harlem» fueron debidos al historiador y sociólogo W.E.B DuBois que participó activamente en su desarrollo por medio de diversos tratados ( como «The souls of black folk» en 1903) y que además fue uno de los fundadores de la NAACP ( Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color). Autores como Zora Neale Hurston y Nella Larsen y poetas como Langston Hughes, Claude McKay y Countee Cullen escribieron obras para describir la experiencia de ser ‘negrx’ y homosexual, con sede en el Cotton Club y en el Teatro Apolo. En estos años el jazz, el swing y el blues comenzaron a hacer parte de la música popular estadounidense. Y aunque tras la “Gran Depresión” y posteriores IIGM este movimiento se solapa, contribuyó al amanecer del Black Power Movement en US desde que surge otras formas de literatura afro y política como las del escritor y poeta James Balwind, Leroy Jones -Amiri Baraka-, Maya Angelou, etc.. o el movimiento panafricanista caribeño desde donde salen escritorxs vinculados políticamente al movimiento descolonial, antirracista y africanista como Aime Cesarie o Jamaica Kindcaid.

En lo referente al Movimiento Nacionalista Cultural Africano, sus bases fueron cimentadas por personajes como las del poeta y revolucionario nacionalista Leopoldo Sédar Senghor, que creará la revista el L’Etudiant Noir (El Estudiante Negro), y que contribuirá junto Keita, B. Dadié, Cofi y otros, a la revista Presencia Africana (París), que influirá a la creación de otras como Orpheo Negro (Ibadan) y Transición (Kampalas y Accra) para transmitir sus ideas. Este movimiento fue extendiéndose, y escritores como Jean-Joseph Rabeanvelo (Madagascar), Tchicaya U’Tamsi (Congo) y Yambo Ouologuern (Malí) se sumarían al mismo para defender la existencia de una literatura africana, combatir el imperialismo cultural europeo y por el desarrollo de una cultura africana. Desde la narrativa crítica tenemos a Chinua Achebe y Wole Soyinka (Nigeria), y en el Norte, a través de la “Generación Perdida” en el Magreb a Mohammed Chukri y Hamed Charhadi (Marruecos).

Posteriormente tras el proceso de descolonización, y haciendo frentes a otros problemas que no se tuvieron en cuenta desde las lecturas africanistas esencializadas externas, como las del filósofo martiniqués Frantz Fanon, como son el fundamentalismo islámico en el norte y occidente de África y el desmoronamiento del afrocomunismo por diversas formas de totalitarismos, el fracaso de los nuevos derechos de la mujer y el gran papel que hasta entonces tenía por las políticas integristas y las nuevas economías liberales, la escasez de imprentas y editoriales así como el costo elevado de los libros para la renta media africana, donde es difícil opta por el idioma materno debido a los graves problemas de alfabetización en idiomas africanos – recurriéndose al árabe, al inglés o al francés principalmente-, inspiraron un nuevo desarrollo en el matrimonio de la literatura y la política de la mano de nuevos escritorxs, como el keniata Ngugi Wa Thiong’o, el egipcio Khaled al Kamissi, o el gran protagonismo de la mujer como la sudanesa Leila Aboulela, la argelina Malika Mokeddem, la nigeriana Chimamanda Ngozi o la egipcia Nawal El Saadawi. Ya que por tradición oral, una proporción fuerte de autores y cuentistas fueron mujeres. Esto se tradujo en la actualidad en la existencia de una proporción importante de mujeres entre lxs escritorxs.

Siete temas, relacionados entre sí, serán donde se manifestarán las ideas de la «autenticidad».

  • El primero es la oposición entre el pasado y el presente de África. Muy a menudo, el tratamiento de este tema revela una nostalgia profunda, una idealización del pasado. Claro ejemplo de esto es la obra de Jomo Kenyatta.
  • El segundo tema es sobre el conflicto entre la tradición y la modernidad. Sigue estando de actualidad en la literatura contemporánea.
  • El tercer tema,  la oposición entre el mundo autóctono y el mundo extranjero. Es la manifestación del forcejeo entre la supremacía de las tradiciones autóctonas y las tradiciones importadas. Chinweizu (Nigeria), Okot p’Bitek (Uganda), Ali A. Mazrui (Kenia) y Julius K. Nyerere (Tanzania) son ejemplos de la independencia cultural africana. En el terreno de lo espiritual defienden la existencia de cosmogonías autóctonas propias y anteriores a la importación del pensamiento griego transmitido por el cristianismo. Los africanos dicen que sus divinidades son» fuertes» pero nunca » Omnipotentes», los hombres son «sabios» pero no » omniscientes», sus espíritus son «hereditario» pero no «eternos»…
  • El cuarto tema de la literatura de este periodo, y que sigue siendo actual, es el conflicto entre el individuo y la sociedad, entre los derechos privados y el deber público. Consideran que el concepto de propiedad privada fue introducido por el capitalismo occidental. Un ejemplo es Joseph A. Lijembe, quien describe cómo él descubrió el principio de propiedad después de haber dejado a su familia para ir a estudiar a una escuela de tipo occidental: » En la casa yo nunca me había preocupado sobre una cosa de propiedad que yo realmente pudiera llamar» mía.”. En la escuela, descubrí que yo poseí objetos que, durante un tiempo, eran míos. Tuve que empezar a aprender a hacer respetar mis cosas, las cosas de mis amigos de clase y las de mi escuela en conjunto.
  • El quinto tema, especialmente durante los años 60 y 70, es el dilema entre el socialismo y el capitalismo, entre capitalismo e imperialismo. Era una conclusión lógica. Si el socialismo se oponía al capitalismo y el nacionalismo africano se oponía al imperialismo, ambos, socialismo y nacionalismo africano estaban llamados a encontrarse. Los escritos de Frantz Fetlock, Ousmane Sembene, Ayikwei Armah, Chinua Achebe o Wole Soyinka, son ejemplos de este tema. En 1988 – dos años sólo después de los homenajes a Wole Soyinka – el Premio Nobel de Literatura volvía a África. Esta vez el laureado era Naguib Mahfouz, el novelista contemporáneo más grande de Egipto, muy preocupado por el problema de la explotación.
  • El sexto tema, también vigente, estrechamente limitado al precedente, es el dilema entre desarrollo y autosuficiencia, entre el desarrollo económico, de la mano de la ayuda exterior y los problemas de la deuda externa, por una parte, o un desarrollo autónomo sostenido, tal vez más lento pero sin la amenaza a la independencia que supone la deuda externa. Nombres conocidos por su militancia sobre este tema son los de Shaaban Robert, Kezilahabi Euphrase, Molara Ogundipe-Leslie (Nigéria), Abena Busia (Ghana), Christine Obbo (Uganda), Adebayo Adedeji (Nigeria), Isa Shivji (Tanzania), Dan Nabudere (Uganda) y Atieno-Odhiambo (Kenia).
  • El séptimo tema, es el de la dialéctica entre la africanidad y la humanidad, entre los derechos de africanos como miembros de un continente particular y sus deberes como miembros de la especie humana. Kofi Awonoor, Lewis Nkosi o el periodista egipcio Muhammad Sid-Ahmed son representantes de la fe universalista.

Dos aspectos que añadiríamos en el actual movimiento cultural africano serian:

  • El Octavo tema, es la incursión de la literatura protagonizada por la mujer africana, desde la experiencia del feminismo islámico a la herética de los derechos de la mujer actual africana. Nombres conocidos por su importancia en este frente de lucha son la egipcia Nawal El Saadawi feminista islámica, militante y activista política, la magrebí Fátima Mernissi, la argelina Malika Mokeddem o la nigeriana Chimamanda Ngozi.
  • El Noveno, la apertura literaria protagonizada desde las disidencias sexuales. Ya Mohammed Chukri en su autobiografía “Pan a Secas” nos rebela esbozos de estas sexualidades normalizadas en la penumbra de la marginalidad, pero jamás reconociéndose como identidad. En la actualidad, de la mano de escritores como Abdellah Taia (Marruecos), o las revistas LGTB “Mithly” y “Kifkif” de la mano del magrebí Samir Bargachi. En este nuevo amanecer se habla mucho del papel lésbico, aunque las represiones las impiden invisibilizarse, siendo muy pocas las referencias, como el caso del periódico LGTB ugandés “Rolling Stone” en que participa la activista lesbiana Kasha Jacqueline Nabagesera.

Desde acá entendemos cómo los movimientos literarios permitieron entretejer un entramado sistema de luchas que compartían una experiencia, unas violencias, unas resistencias y luchas comunes. Intentamos visibilizar cómo correlacionan y cristalizan en el imaginario de la literatura, y como a su vez esta se vuelve testimonio, legado, y ante todo memoria.

La literatura abarca dos realidades en el tiempo y el espacio. Cuando evoca el pasado, nos es memoria, nos recuerda los errores y las caídas, nos recuerda cuántas veces nos levantamos. Pero a su vez, advenimiento, pues nos avisa de cuánto camino aún nos queda por recorrer. Porque si algo nos ha enseñado la vida, es que en nuestro dilatado caminar de entereza ante las abrumantes injusticias que abordan a la humanidad, no podemos quedarnos mirando “los celajes”, aún tenemos mucho por lo que combatir.

Esta introducción a la literatura africana, Negra y de la Otredad como ya explicamos pretende engolosinar ante una práctica literaria fuertemente inmersa en la lucha antimperialista, descolonial, antirracista y feminista.

Si hemos cometido errores, o nos faltó resaltar algo, créanos que agradecemos su aporte, porque ante todo este medio es un espacio de crecimiento, de construcción, de compartir.

Autores: Colectivo La voz de la Griot

http://lavozdelagriot.wix.com/lagriot

Fuentes consultadas:

  • «Historia General de Africa», Ediciones de la UNESCO
  • “El Planeta Negro”, Ferrán Iniesta

 


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