jueves, noviembre 21

A propósito de las elecciones en Estados Unidos


¿Por qué tenemos que elegirr ente el mal menor o el mal ?¿No sería más interesante cuestionar todo el sistema y derribarlo? Hace unos meses escribí una reflexión en torno a lo que pudiera suceder en EE.UU tanto si ganaba Kamala Harris o lo hacía Trump, explicaba que el contexto es más profundo y contenía elementos sistémicos que deben ponerse en valor.

Los partidos progresistas en este España, seguramente apuntarán como vector de sus reflexiones el debate sobre la raza en Estados Unidos, olvidándose  que en nuestro país, hace tiempo que las comunidades racializadas estamos abriendo esta conversación sobre la racialidad y los operadores del sistema racial, sean económicos, políticos o culturales lo están impidiendo  continuamente.

El tema racial o el racismo interesan  cuando la percepción sobre el mismo y su abordaje se producen a varios kilómetros de nuestras casas y fuera de España. La idea de que la Casa Blanca pudiera ser ocupada por una mujer y que esta fuese la primera candidata racializada elevaba y eleva el romanticismo racial a unos niveles inalcanzables. Además, se convierte en una conversación cómoda para las personas blancas opinadoras, partidos políticos y activistas, en definitiva, al progresismo le coloca en un lugar muy cómodo desde el que emitir una opinión y no les compromete con una comunidad que vive las opresiones del racismo en su propias narices. Se olvidan en definitiva de todos los temas que cruzan las vidas de las personas no blancas en España, y como ejemplo; podemos situar el de la representación en los partidos políticos como el tema de eterna injusticia, en estos espacios en los que seguimos estando ausentes, y que  tampoco  se nos espera. Cuando de vez en cuando llegamos, se nos revela el simbolismo como una catarsis porque es la única conversación que se puede mantener con la blanquitud. Sabiendo además, que nuestra ausencia brillará en términos de cuota de poder y/o transformación social. Pues claro que la realidad de Estados Unidos es otra, y sin querer comparar los términos de la socialización de sus elecciones, se puede analizar la situación desde una perspectiva amplia.

El tema está en que la crisis es sistémica y se derrumba el edificio de los derechos humanos. No se trata de Trump, ni de Kamala Harris. Se trata de las élites y que las propias sociedades les hemos permitido todo. Se trata de un sistema colonial que se reviste de nuevas formas para seguir oprimiendo a las mayorías sociales.



Los análisis sobre lo que ha sucedido para que volviera Trump a la Casa Blanca, ya no se pueden separar de la enorme incursión en el mundo de las políticas imperialistas de este país, como hemos dicho, EE.UU es el mal en el nuevo orden multipolar mundial. Entre el mal menor, como se está señalando en algunos medios refiriéndose a KH y el mal, no se puede elegir, porque lo que se retrasa en el tiempo llega siempre y con resultados catastróficos. No podemos aceptar que nos maltraten solo un poquito, esto no tendría ningún sentido y no dejaría de ser maltrato. Debe levantarse la conciencia social y replantearse qué tipo de sociedades queremos para el futuro. O empezamos a generar el marco de las transformaciones profundas  que pueden traducirse en verdaderas  estrategias para poner en marcha una revolución social a niveles mundiales, y de defensa de la humanidad, o no habrá futuro, ni habrá humanidad.

Me preguntaba hace unos meses, cuál sería la postura que se tomaría en la Casa Blanca, tanto si ganaba una u otro.  Invito pues a que profundicemos en la reflexión de todos los asuntos que arrastramos por las crisis mundiales que existen y que sacuden continuamente nuestras vidas, una de ellas, es el bloqueo que lleva por estandarte  el imperialismo norteamericano en el mundo. Ya no se trata de mirarnos únicamente desde la esquina que ocupamos en nuestro territorio. La crisis que nos afecta es mundial e implica a todas las sociedades.

Cuando el sistema falla a todo el mundo, nos agarramos a lo menos malo, y lo malo solo se retrasa en el  tiempo, pero llegar, llega siempre. La crisis es sistémica y lleva tiempo derrumbando los cimientos que sostienen los derechos humanos. El plan de las élites es socavar el bienestar de las mayorías sociales y en su estrategia no existe la piedad y no tienen medida; erosionan, extraen los recursos de países del Sur Global, acumulan  y explotan a los trabajadores, enfrentan a la sociedad, profundizan en la división racial, en los discursos de odio, y organizan guerras. El genocidio de Gaza no se detendrá y las soluciones al Estado de Palestina no llegarán con la pasividad social y no importa quién esté en la Casa Blanca. Existen guerras en África que llevan más de 20 años, existen zonas en las que su juventud no ha conocido la paz desde que nació. Las soluciones a las democracias deben ser radicales, y profundizar en las transformaciones sociales, de lo contrario, no llegará los verdaderos cambios que requerimos y  para esto  debemos implicarnos las mayorías sociales.


Rita Bosaho

Activista afrofeminista y defensora de DDHH.
Primera diputada negra en el parlamento español y Ex-Directora General para la Igualdad de Trato y Diversidad Étnico Racial en el Ministerio de Igualdad del Gobierno de España.


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