A primeros de 2020, en las redes sociales en China apareció un humillante video en el que se veía a un grupo de niños, en algún lugar de África, repitiendo en mandarín los insultos racistas que les dictaba un cámara al que no se identificaba. Los primeros segundos del video muestran a un grupo de 18 niños vestidos con trajes rojos. En medio del grupo, hay una pizarra con una frase escrita en chino que los niños empiezan a corear, repitiendo después de la persona que está filmando el video: “Soy un monstruo negro. ¡Tengo un coeficiente intelectual muy bajo!” Después, todos empiezan a bailar.
Este tipo de vídeos se han vuelto muy populares en China. Son felicitaciones personalizadas en imagen, en los que personas de algún lugar de África, la mayoría negras y menores de edad o mujeres, envían saludos en un idioma que ellos mismos ni siquiera entienden. En estos vídeos, pueden aparecer bailando o jugando, cantando una canción, etc.
En junio de este año, una investigación viral de la BBC puso al descubierto al productor de este vídeo chino con base en Malawi llamado Lu Ke,. La investigación incluso descubrió que habían abusado físicamente de algunos menores con violencia. Lu Ke, acabó siendo juzgado y condenado gracias a este documental.
Esta investigación de la BBC causó una conmoción tremenda en las redes sociales a nivel mundial y puso al descubierto una industria que genera ganancias millonarias y hasta entonces desconocida fuera de China.
Un hombre baila después de recibir dinero en efectivo de su empleador chino. En un concurso de belleza mujeres de Zambia que caminan frente a la cámara al ritmo de la música a todo volumen de un exitoso programa de parejas chino. Un hombre chino con gafas de sol camina frente a la cámara flanqueado por varios hombres negros muy fornidos y con el pecho descubierto. Estos influencers chinos en África a menudo filman a su personal expresando su gratitud por recibir pagos, obsequios o incluso comida.
Estos son el tipo de vídeos que proliferaron en las redes sociales chinas. En ellos las personas africanas eran mostradas en actitud sumisa, obediente y siempre pobre.
Aunque los productores de estos vídeos afirman estar ayudando en África, parece claro que su trabajo esencialmente monetiza la desigualdad racial. Los chinos tienden a pensar en sí mismos como objetivos del racismo. No se ven a sí mismos como racistas hacia otras personas. Como comenta Sheng Zou, investigador de la Universidad de Michigan que se especializa en medios digitales chinos: “Si miras las representaciones en esos videos, están tratando de establecer el tipo de contraste entre ellos como sujetos modernos y los africanos como sujetos algo inferiores, algo premodernos que están atrasados”.
Estos creadores de contenido chinos acumulaban millones de seguidores en diferentes plataformas sociales de su país. Muchos de ellos hacían comentarios a sus vídeos, hablando de los africanos como salvajes, bárbaros y avariciosos, que harían cualquier cosa por dinero.
Algunos de estos productores que hablan así de los africanos de los que se aprovechan, han hecho una fortuna en África, promoviendo un sentido de superioridad económica, cultural y política entre los nacionalistas chinos al explotar la ideología racista. En docenas de videos filmados y subidos por estas personas, muy influyentes algunos de ellos, se muestra que los negros, incluidos los niños, adoptan el idioma y la cultura chinos. Las mujeres negras son degradadas como objetos sexuales, participando en espectáculos de concursos de belleza y llamando a los bloggers chinos laogong , o «marido». Los influencers se presentan a sí mismos como salvadores adinerados que brindan a los lugareños dinero, trabajo, ropa, atención médica, vivienda y comida.
Lo cierto es que la recompensa a las personas africanas que participan en los vídeos, en relación a las ganancias, es ridícula, ya que apenas ganan un par de dólares por la grabación de los mismos. Las aplicaciones de video chinas recompensan el contenido más popular y racista con espectadores y dinero. Los sitios de video como Bilibili y Xigua de ByteDance pagan a los creadores de contenido de acuerdo con el tráfico y los ingresos publicitarios que generan. Otras aplicaciones de video, como Douyin y Kuaishou, conectan a los creadores con los anunciantes y compartían los ingresos de la venta de productos. Estamos hablando de algunos creadores que han ganado millones de dólares.
Las empresas occidentales también han ganado dinero. Por ejemplo, un creador llamado Wang Fei tiene un canal de YouTube con 255.000 suscriptores, y presenta regularmente a un niño que adoptó de la familia de un vecino en su canal. El niño, a quien apodó “pequeño mono”, habla chino con fluidez, cocina comida china y asiste a clases en un Instituto Confucio financiado por China. Los videos han sido vistos 110 millones de veces y se estima que le ha hecho ganancias en la plataforma que rondan los 300000 dólares. Podemos encontrar decenas de ejemplos más.
Después de que el video de la BBC provocara una protesta mundial, el gobierno chino decidió tomar medidas «enérgicas» contra el racismo en las redes chinas. Las plataformas de redes sociales chinas bloquearon a los usuarios para que no buscaran cuentas de vídeo que contuvieran el término “África”. Casi todos los principales influencers chinos en África detuvieron sus transmisiones en vivo diarias.
Según comenta Emmanuel Matambo, director de investigación del Centro de Estudios África-China de la Universidad de Johannesburgo «El amplio aparato de censura del país a menudo hace la vista gorda la xenofobia, que el estado no ve como una amenaza inminente a su dominio. Solo cuando el racismo del internet chino desencadena una reacción violenta en África, un socio económico y diplomático clave, Beijing siente la necesidad de actuar».
Runako Celina, productora de «Racismo a la venta en China» de la BBC, el documental que desencadenó todo, afirma que ese contenido refuerza la discriminación contra los africanos en China. “Esta industria está situada en estas narrativas más amplias sobre la africanidad: de pobreza, de necesidad que permite que se desarrolle el complejo de salvador”. Celina, ha fundado la plataforma digital Black Livity China para documentar las experiencias de los negros en China.
En China, el nacionalismo con tintes racistas ha ido en aumento en las últimas décadas, a medida que el Partido Comunista moviliza el orgullo de la gente por pertenecer a una nación china homogénea y se enmarca a sí mismo como líder de su rejuvenecimiento contra la hegemonía occidental. Kun Huang, investigador de la Universidad de Cornell que se especializa en raza y negritud en la cultura china, dice que las imágenes de hombres chinos ejerciendo el poder en África juegan con el deseo de ver a su propia nación, en lugar de los países occidentales, proyectando influencia sobre los demás.
A pesar de las medidas del gobierno chino, muchas páginas de este tipo siguen activas. Los influencers han eliminado la palabra «África» de sus nombres de usuario en general y aún siguen publicando vídeos que tienen miles de me gusta.
Esta historia nos muestra la relación directa del poder con el racismo. No se trata de promover un sentimiento antichino. Es para reflexionar.
Fuentes
Afroféminas
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