“Necesitamos tener claro que no existe tal cosa como renunciar al privilegio de estar ‘fuera’ del sistema. Uno siempre está en el sistema. La única pregunta es si uno es parte del sistema de una manera que desafía o que fortalece el statu quo.
Harry Brod, “Work Clothes and Leisure Suits: The Class Basis and Bias of the Men’s Movement,” in Men’s Lives, ed. Michael S. Kimmel and Michael Messner (New York: Macmillan, 1989), 280.
El privilegio no es algo que tomo y, por lo tanto, tengo la opción de no tomarlo. Es algo que la sociedad me da y a menos que cambie las instituciones que me lo dan, estas me lo seguirán dando y lo seguiré teniendo, por más nobles e igualitarias que mis intenciones sean.”
¿Quién dijo esto? Un hombre blanco, que fue director del Departamento de Estudios sobre Mujer y Género de la Universidad Kenyon, a principio de los 90s. Pero qué ‘pase-gol’ me deja esta frase para explicar lo siguiente: ¿qué quiso manifestar el buen Harry? Sin más ni menos que: toda tu experiencia de vida está cubierta por el privilegio blanco. Lo dijo un hombre blanco que -repito- dirigía un departamento de estudios sobre la mujer ¡en los 90s! Él la tenía re clara sobre su privilegio. Si tuviera un micrófono lo estaría tirando al piso en este momento. La Fiscalía descansa, su señoría.
¿Por qué arranqué con esta cita? Porque esta Guía la hice, pensando y esperando que, además de mi querida gente negra, este texto sea leído por un nuevo Universo de querida gente blanca (vean la película si no están para 4 temporadas de serie aunque ambas son, simplemente, brillantes #MovieReview) que muchas veces han preguntado, comentado, indagado (solo muy poquitas opinado con malicia) y/o me han contactado inquiriendo que no saben qué decir, cómo decir, cómo reconocer (se) y cómo (re)pensarse dentro de la dialéctica de la destrucción/construcción antirracista.
Como el 99% de mi mundo de personas es blanco y mi experiencia de vida es (y ha sido vivida) en un mundo donde siempre fui la “distinta” – he escuchado cosas horriblemente racistas provenientes de gente que con seguridad pueden ser calificadas como “buenas personas”. Considero, entonces, que es posible abrir un diálogo con aquellxs que genuinamente buscan romper con sus prejuicios y están dispuestxs a desaprender para aprender.
Toda tu experiencia de vida está cubierta por tu privilegio blanco. Para los negrxs, nos es inherente desde el primer momento de conciencia, pero, posiblemente, a Ud, lectorx blancx le resulte un poco más ajeno. Si tu piel es blanca, todo lo que has logrado y lo que has conseguido -poco o mucho, de acuerdo a la balanza con que peses tu vida- hubiera sido mucho más difícil de obtener u alcanzar si tu piel hubiera sido de un color distinto. Cuando se habla de “privilegios” es menester recordar que el privilegio no son los beneficios – si no, la falta de obstáculos que se te presentaron a lo largo del camino, privilegios que te otorgaron y no podés devolver por más que quieras. Soy argentina, así que voy a ir con un ejemplo de fútbol: el partido arranca 0-0 con 11 de cada lado; sin embargo, ni bien comienza a rodar la pelota, el referí cobra todas las situaciones a favor de tu equipo. A veces es alevoso pero la mayoría son fallos sutiles. Tu equipo va ganando, cómodamente. Contame, ¿vas a salir a hablar para que cambie esa actitud y nivele la cancha?
No se niegan la existencia de problemas, seguro los tenés y son una mierda, sin embargo, se remarca que ninguno de éstos son a causa de tu color de piel – es más, quizás serían peores si no fueras blancx. Porque vivimos atrapados en una rueda histórica que continuamente oprime y aplasta a las personas BIPOC (del inglés: Black, Indigenous and People of Color | español: negrx, indígenas y gente de color). Si cuando viste el video de George Floyd tuviste el pensamiento fugaz de “qué bueno que no nací negrx” (no te preocupes si lo pensaste, no te hace mala persona – yo agradezco no haber nacido en Estados Unidos) reconocés que existe “algo” operando que subyuga (y mata) a algunos por sobre otrxs; ese “algo” es el privilegio blanco, sobre el cual articulamos las conversaciones sobre racismo.
Quienes continúen con la lectura es porque están interesados en “romper la rueda” (como dijo Daenarys Targaryen, antes de que los guionistas arruinen el final de la serie #GoTFandom) pues, entonces, los invito a leer una compilación de comportamientos racistas -enmarcados en frases y dichos- que seguramente, más de una vez, alguien ha utilizado (quizás, ese alguien, inclusive, hayas sido vos) y líneas de pensamiento para entender porqué y cómo operan favoreciendo la narrativa blanca.
5 comportamientos que deberías parar ahora
1. Culpar a la víctima
Este es un clásico, de origen patriarcal. Las mujeres rápidamente lo reconocen y pueden empatizar más porque se codifica en frases que no dejan de repetirse a pesar que nos matan con total odio: ¿Qué tenía puesto?, ¿Iba de minifalda y con escote?”, ¿Con quiénes se juntaba?
En la conversación racista sería algo así como: “Vos le estás dando lugar porque seguís hablando al respecto. No entiendo de qué te quejas, si estás mejor que yo” (frase literal que tuve en una conversación hace unos meses).
Me encantaría decir: ¡Ay! Haber sabido antes que, si yo no hablaba, esto no sucedía. Mala mía, che.
Pero como no se trata de la minifalda, tampoco se trate de que yo hable o no. De que vos persona blanca lo “veas” o no. Porque, desafortunadamente, mientras se culpa a la víctima y se corta una charla más sobre desigualdad e injusticia- el racismo no deja de existir.
No importa si social o económicamente la persona BIPOC se encuentre en una situación “mejor” con respecto a su interlocutor blancx – el racismo desconoce el escudo protector del prestigio y el dinero. Esta metodología de actuar es utilizada como mecanismo de defensa para proteger el propio privilegio, porque, en el fondo, seguir esa línea de conversación obligará al interlocutor a tener que hurgar en lo profundo del ser y encontrarse ahí, cara a cara, con el duende racista interior saludando – que sabe que ha usufructuado beneficios, a costillas de la opresión de otros.
2. Desviar
“¿Otra vez querés hablar en contra del racismo? Me parece que, entonces, vos sos racista”
Esta le he escuchado en modo chiste (Freud se haría alta fiesta, ¡Ja!) y en modo serio. No sé cuál me da más miedo. Cuesta pensar(se), reconocer(se) y aceptar(se) -con- los beneficios que no se pidieron pero que tampoco realmente se quieren devolver porque en un mundo plagado de injusticias, ¿quién no necesita una mano extra?
En fin, se puede reconocer aquí otra frase creada para salirse de la ecuación y depositar la existencia del “problema” en el otrx racializadx. Esta postura primx-hermanx de “yo no sé de raza como para hablar” , busca pararse por fuera de la jerarquía de las relaciones sociales y señalar con el dedo a la persona oprimida en lugar de aceptar la crítica –o la culpa- y abrirse al diálogo. Cuando se desvía la conversación, se busca evitar la propia sensación de culpa y, en definitiva, depositarla en otro lugar menos en unx.
Evitarte una conversación que a vos te incomoda, es igual de racista como decirle un insulto a alguien a la cara. Porque esa omisión tiene impacto, y el impacto es lo único que importa para medir el racismo de tus comportamientos.
El racismo no se va a ningún lado porque no se nombre, no se hable o se tire la pelota a otro lado. Recordá que a la gente la siguen matando por el color de su piel y tu “incomodidad” es cómplice del sistema.
3. Gaslight
Gaslight (del inglés: hacer “luz de gas”) es una forma de abuso psicológico que consiste en manipular la percepción de la realidad del otro.
En conversaciones sobre racismo se da de la siguiente manera: “Estás sobredimensionando las cosas, no es tan así”. Si bien la lógica llevaría a pensar que solo una persona verdaderamente perversa intentaría explicarle a una racializada acerca de cómo ésta experimentó una situación racista, déjame decirte que no – que frases así y similares me las han dicho varias veces.
No, persona blanca. Afortunadamente, vos jamás sabrás lo que es experimentar el racismo; y sí, aplicar esta actitud y frases similares es racista.
El hecho de que la situación que la persona negra te está comentando a vos no te parezca “tan racista” – aprovecho para contarte que, no existe el medidor de racismo y no aplica decir “un poquito”. Algo es o no es racista. Punto. Si una persona racializada dice que una situación, comentario o actitud es racista, creé en su criterio y en lo que te está diciendo. Tomalo como una posibilidad de aprender y ser mejor. Solo porque vos no puedas ver el racismo a tu alrededor, no significa que no está sucediendo. El mundo es mucho más grande que el propio campo de visión.
4. Negación
“¿Racismo sistémico? Eso no existe, está en tu mente. ¿Por qué siempre llevas todo en torno a la raza?”
Está es muy de Argentina o países que hicieron un gran trabajo en borrar las huellas de la población afro de los libros de historia. Como dije en el punto anterior: el mundo es mucho más grande que el propio campo de visión y solo porque vos no puedas ver el racismo a tu alrededor, no significa que no está sucediendo. Es mandatorio entender y dimensionar racismo no es únicamente lo que desgraciadamente viven los afrodescendientes en los Estados Unidos. Negar a la población negra de forma institucional, estructural y recurrente, es racismo nivel máximo. El Estado Argentino llevó adelante esta narrativa a la perfección.
Y para reforzar: jamás quieras explicarle a una persona negra qué es y qué no es ser racista. Jamás. Es el equivalente que un hombre le quiera explicar a una mujer cómo se sienten los calambres menstruales.
5. Centrarse en ellxs
“Bueno, pero yo no hago eso; tengo un montón de amigos negros”
Lamento informar que tener un amigx racializadx no te exime de ser racista
Y, si tu único fundamento para decir que no sos racista es este supuesto “amigx” como decimos en Argentina: estás flojo de papeles.
Tampoco tener una pareja o tener hijxs con una persona racializada actúa como una “prueba antirracista”. Sos blancx y tu privilegio es inherente.
Considero que esto es lo más difícil de entender para una persona blanca: que la lucha contra el racismo no tiene nada que ver con ellos ni con sus sentimientos. Los BIPOC no odiamos a las personas blancas. Nuevamente, apelo a que las mujeres lo entiendan más fácilmente: piensen en los hombres que se ofenden al quedarse “afuera” en las manifestaciones feministas. Aplica la misma lógica. No es un ustedes versus nosotrxs sino que se trata de equiparar la cancha. Pedirle al referí que cobre lo que corresponde.
En definitiva, las personas blancas tienen que recordar todo el tiempo que son poseedoras de privilegio. Lidia con eso como quieras y como puedas, pero no te lo tomes personal. Esta lucha es para liberar a las personas BIPOC de un mundo opresivo que busca aplastarnos y usarnos como lxs “otrxs” funcionales al sistema blanco dominante.
Para cerrar este Volumen 1 que se centra en las conversaciones, tengamos presentes que solo aquellas que son tildadas de “incómodas” son las únicas realmente productivas para ejercer un cambio– en cualquier plano de la vida. Desde invitar a salir a ese alguien que te interesa, pedirle un aumento a tu jefe, cortar con un vínculo tóxico y la lista sigue ad infinitum. Entonces, la próxima vez que tus ojos se estén dando vuelta cuando te están involucrando en una charla sobre racismo, hace el esfuerzo e involúcrate, toma la situación como una oportunidad para escuchar (sobre todo escuchar), aprender, comprender y hacer preguntas que busquen generar apoyo y profundicen la lucha antirracista.
Agostina Yannone
Afroargentina, 7ma generación. (she/her)
Profesional de Relaciones Públicas y Comunicaciones de Marketing. Viajera.
Twitter: agosyannone / Instagram: agostinalytical
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