Piensa en alguna ocasión de tu vida en la que hayas deseado que una persona blanca estuviera junto a ti, acompañándote, aunque solo fuera con su presencia ¿Existe esa ocasión? Quizás te haya ocurrido más de una vez.
Imagina ir por la calle, tú, una persona negra junto con un grupo de amigos y amigas. Imagina que estos amigos y amigas también son personas racializadas. Aparentemente no ocurre nada, todo está bien. Aun así, de alguna forma te mantienes alerta, consciente o inconscientemente. Sigues andando, te ríes, miras a tu alrededor y observas que algunas de las personas que se cruzan con vosotros os miran y no de forma pasajera, si no con una mirada que se detiene y peor aún, que os juzga. Lo ves pero sigues andando, un poco más cabizbaja que antes “No pasa nada porque es algo que pasa siempre”. De repente os encontráis con un coche de policía parado en el borde de la acera. Dos agentes están fuera del vehículo estudiando el panorama de la plaza por la que pasáis habitualmente, “No pasa nada, siempre están aquí” aunque a medida que avanzas te vas haciendo pequeña y pequeña y por tu cabeza pasa ese pensamiento de “Seguro que nos están mirando, qué estarán pensando?”. En ese momento te haces un ovillo y piensas “Ojalá estuviera Martina aquí”. Martina es esa amiga tuya que no pudo venir esa tarde y es blanca.
Hay ocasiones en las cuales puedas llegar a desear esto sin saber bien el motivo de este pensamiento, un pensamiento que te incomoda porque hace aflorar tus inseguridades y no solo es, sino que puede llevarte a cuestionar las personas de tú círculo que igual que tú, son racializadas.
Pensándolo bien, estos sentimientos surgen del hecho de sentirte prejuzgada constantemente por las personas de tu alrededor que aún no te conocen. Consciente o inconscientemente sabes que probablemente, estas tienen una idea preconcebida de ti que se conforman en un esquema mental lleno de estereotipos y estigmas que representan lo que tú eres para ellos. Estas ideas integradas en el imaginario colectivo son mayoritariamente de naturaleza negativa y peyorativa y pueden derivar en discriminación de muchos tipos y tú lo sabes. Por eso motivo, aunque no te guste, en muchas ocasiones te sientes más segura o más bien menos cuestionada si te encuentras junto a una persona blanca que te dé ese “pase”, esa validación ante los ojos de otros. Sabes que a ella no la juzgarán de primeras y por tanto, si te encuentras en su compañía, tú serás vista como una persona más fiable, más legal, porque te juntas con una persona o un grupo de personas perteneciente al grupo hegemónico aceptado y valorado sobre otros.
Estas situaciones, que provienen de impresiones justificadas, se pueden dar en muchos ámbitos: profesional, lúdico, académico etc. Todos ellos son ámbitos en los cuales muchas de nosotras nos sentimos y de hecho, somos, realmente prejuzgadas por ser quienes somos. Por este motivo nos creemos con la necesidad de tener que demostrar nuestra valía y habilidades más que los demás. Siempre tenemos que justificar-nos y mostrar-nos como personas válidas porque sabemos que seremos cuestionadas en primer momento por nuestra apariencia. No importa que en algunos casos no se dé ese juicio, en nuestra mente siempre existe la posibilidad y con eso basta. Así pues, nos creeremos con más posibilidades de ser aceptadas si tenemos el apoyo (a veces solo con su presencia) de una persona blanca antes que el de una racializada. Este hecho nos demuestra como dependientes de la aceptación blanca dentro de las sociedades occidentales y además nos demuestra como dependientes de la protección blanca constante, porque tú sola como individuo o bien siendo apoyada por otras personas racializadas puedes no ser suficiente a ojos de los demás.
Si lo pensamos bien, esa es, desafortunadamente, una forma de hacernos más invisibles y pequeñas a nosotras mismas, dado que la dependencia siempre nos hace menos poderosas. La solución a esto no es fácil, el racismo institucional nos afecta en todos estos ámbitos y nos crea esa inseguridad y esa necesidad de probarnos ante los demás para ser aceptada.
En eso debemos trabajar todas conjuntamente dado que para evitarlo es importante que las personas negras y racializadas nos empoderemos entre nosotras primero de todo y así poco a poco, empecemos a sentir que nuestra voz importa y nuestra propia aprobación también.
Mònica Quilez
Estudiante de periodismo y de todo un poco, de origen mozambiqueño. La cultura es la luz o la oscuridad en una sociedad, cultivémosla y cuestionémosla.
Descubre más desde Afroféminas
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.