Como consecuencia de los avatares sociales, políticos, económicos, religiosos y culturales que impregnan la globalización, el “yo moderno” se enfrenta a una crisis de identidad, que se enmarca en un enajenamiento cultural y en un sentido de pertenencia ensombrecido por la trivialidad del consumo desmedido en que yace, en un intento por alcanzar una “posición cómoda” e incluyente en una sociedad que rechaza y discrimina lo diferente. Este desequilibrio se ve alterado con la irrupción de la tecnología y la era de la información en la vida de los individuos, generando rupturas y cambios que van desde la concepción del tiempo hasta la re-significación del vestir.
Los nuevos dispositivos tecnológicos, como las redes sociales (facebook, twitter, instagram) generan nuevas formas de relaciones interpersonales, basadas en la importancia de las individualidades, el consumo consciente y la producción de prendas y objetos fabricados en pro del cuidado del medio ambiente, forjando un cambio en la interacción sujeto-objeto-entorno, donde se prioriza la lógica del objeto como símbolo, lo cual augura no solo su perdurabilidad sino su trazabilidad. Esta nueva matriz, converge con el surgir del diseño de autor y su forma original y creativa de comunicar a través de prendas los gustos e identidades de sus consumidores, desarrollando una lógica basada en el concepto hecho prenda y una unión entre el arte y la moda como forma de exponer símbolos identitarios para un grupo poblacional, para visibilizar una cultura, resaltar una tradición y dar respuesta a una identidad personal formada. En otras palabras, es una trilogía que comprende “el conocimiento de lo que cada uno es, lo que cada uno aspira a ser y el reconocimiento de los otros” (Saulquin, 2014).
El diseño de autor o diseño independiente, re-significa prendas, calzado, formas de llevar el cabello, accesorios y espacios partiendo de una historia que inicia siglos atrás y va evolucionando y reconstruyéndose para dar cuenta de un individuo y una cultura. Es así como se empieza a repensar la moda no en términos de una producción seriada, sino en pro de una construcción visual expresada en telas y otros materiales que narran de forma implícita a través de códigos e insignias historias y creencias propias de nuestros antepasados y establece un dialogo permanente con el ambiente y sus distintas formas de cuidarlo. Trabajos como el de Goyo, vocalista de Chocquibtown, Angélica Castillo, diseñadora de turbantes, Lía Samantha, diseñadora de indumentaria, el concurso Afro-Peinados realizado en la ciudad de Cali, son propuestas con sentido que responden a una necesidad individual, grupal y cultural identitaria, que confluye de forma recíproca entre lo que se es y lo que se proyecta, dejando los estereotipos sociales para responder de forma consciente a un legado ancestral y cultural.
Estos nuevos espacios de creación permiten visualizar la cultura a través de una imagen sin someterla a modificaciones capitalistas y reconocen al otro en la plenitud total de su ser; en otras palabras, las prendas, el cabello, los accesorios, los zapatos, los ornamentos y la estética general de un individuo y de un lugar se convierten en puntos de partida para entender nuevas formas de ser y estar, para ver la historia como un legado que se reconstruye de forma permanente y reconocer otras formas de vida, nuevas comunidades y nuevas formas de relacionarse con el otro, en términos sociales y no físicos, relaciones entre seres y no entre apariencias.
Ana María López
Socióloga
Descubre más desde Afroféminas
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.