jueves, noviembre 7

El racismo institucional en la Comunidad de Madrid: La invisibilización de los menores no acompañados


Hay una realidad dura que no podemos ignorar: el racismo no siempre se manifiesta en forma de insultos o violencia explícita. A veces, se disfraza de decisiones políticas institucionales que pretenden presentarse como políticas de protección. Lo que Isabel Díaz Ayuso y el Gobierno del PP en la Comunidad de Madrid están haciendo con los menores no acompañados es un ejemplo claro de esto. El bien que deben proteger son los derechos de los menores, pero lo que realmente están promoviendo no es su protección. Es marginarlos, es condenarlos a un olvido silencioso y cruel.

Estos niños y niñas, que ya han soportado el horror de la guerra, la pobreza, el desarraigo y, en muchos casos, la violencia sexual, llegan aquí buscando esperanza. ¿Y qué les ofrecemos como sociedad en la Comunidad de Madrid? Un lugar rodeado de basura, junto a un prostíbulo, lejos de la comunidad que debería acogerlos. No les estamos dando una oportunidad, les estamos cerrando todas las puertas. No podemos mirar hacia otro lado ni fingir que no entendemos lo que está ocurriendo. Porque esto no es protección. Esto es abandono.

Pensemos un momento en lo que significa para un niño crecer en estas condiciones. Ser visto como una amenaza, como un problema que debe ser oculto. La decisión de aislarlos en estos entornos no es casualidad, es una estrategia. Una estrategia que busca deshumanizarlos, hacer que la sociedad los vea como un «otro», como alguien que no pertenece. Pero, ¿realmente queremos una sociedad que margine a los más vulnerables? ¿Queremos ser cómplices de una política que niega la dignidad a estos niños?

El Gobierno del PP de la Comunidad de Madrid no está haciendo nada por integrar a estos menores. Los ha arrinconado, los ha condenado a crecer en el miedo y en la exclusión. Mientras tanto, el racismo sigue creciendo, escondido detrás de palabras vacías como «seguridad» o «control». Porque eso es lo que realmente se está promoviendo: miedo. Miedo al diferente, al que viene de fuera. Miedo que nos paraliza y nos hace insensibles al dolor ajeno. Un miedo que impide la empatía.



Además, esta decisión está forzando la desafección en las entidades locales cercanas, que no tienen medios ni presupuesto para desarrollar políticas de convivencia e integración.

Pero no podemos permitirnos ese lujo. No podemos seguir aceptando que a estos niños se les trate de esta manera. Son seres humanos, como nosotros, con sueños, con aspiraciones, con la necesidad de sentirnos parte de algo. Y nosotros, como sociedad, les estamos fallando. No podemos dejar que el Gobierno de Ayuso siga construyendo muros invisibles que les niegan su humanidad. Porque estos menores no son solo una responsabilidad política, son una prueba del tipo de sociedad que somos.

Es difícil pensar en un futuro mejor cuando vemos decisiones tan deshumanizantes como estas. Pero lo que es más difícil aún es quedarnos de brazos cruzados. Si no actuamos, si no exigimos un cambio, seremos cómplices de este racismo institucional. Porque eso es lo que es. No podemos maquillarlo de otra manera. No se puede hablar de protección cuando lo que se está haciendo es aislar, excluir y marginar.

Estos niños no merecen menos de nosotros. Merecen ser acogidos, merecen una oportunidad de reconstruir sus vidas, de crecer en un entorno que los respeta. Porque, al final, el racismo no solo los destruye a ellos, nos destruye a todos. Nos volvemos insensibles, nos deshumaniza, nos convierte en una sociedad que cierra los ojos ante el sufrimiento de los más vulnerables.

Así que la pregunta es clara: ¿Qué tipo de sociedad queremos ser? ¿Una que construye muros para esconder a quienes más necesitan nuestra ayuda? ¿O una que se enfrenta al racismo con valentía y apuesta por la inclusión? Una sociedad que integra el talento y la juventud, que aplaude la diversidad y que garantiza un futuro en convivencia. La decisión está en nuestras manos. Pero lo que está ocurriendo ahora no es simplemente un error, es una injusticia. Y no podemos permitir que siga ocurriendo.


Aya Ben Hamama Kaddouri

Secretaria Grupo Municipal Socialista de Parla /Presidenta Asociación Parla Cuida


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