viernes, noviembre 1

El caso Errejón


Vamos de nuevo 

Encendemos el ventilador y vamos a X a soltar todo el odio que tenemos contenido y que no podemos compartir fuera de la red. Nos quedamos ahí, en los insultos, en los chistes de doble sentido, en el “y tú más” o “tu partido peor,” y publicamos fotos de políticos puteros que fueron tendencia anteriormente por acusaciones similares. Pero en una semana, la vorágine de noticias tapará esta con otra que en ese momento nos parecerá increíble, y entonces, ¿el análisis de nuestra sociedad, de la cual formamos parte, para cuándo?

No son solo “ellos” o “ellas,” somos todas. Somos una sociedad machista que sostiene relaciones de violencia hacia las mujeres, sí, por ser mujeres, por la construcción social que conlleva ese género. Somos una sociedad machista desde la médula, y es desde ahí desde donde deberíamos empezar la deconstrucción de esta lacra que lleva años escondida entre nosotras, bajo la mirada cómplice de una sociedad que sigue excusando comportamientos machistas como cuestiones privadas o “asuntos de familia.”

Apoyamos a las compañeras que han sufrido violencia por parte de Errejón y les agradecemos por poner el cuerpo; pero es lamentable que tenga que ser esta la forma, que sea una de nosotras quienes, una vez más, tiene que poner el cuerpo para que le crean. Nos alegra que Errejón ante la petición de su partido haya tenido la decencia de dimitir sin hacer de esto un circo mediático, como ha sido lo habitual en España, en una lucha donde un político, claramente con comportamientos inadecuados, se resiste a abandonar el poder y esperamos que realice un comunicado más sosegado donde claramente reconozca sus comportamientos y pida perdón sin tantos eufemismos.

Una persona no es machista solo en la intimidad de su hogar o en sus relaciones sexoafectivas; una persona machista lo es al andar, en los espacios que ocupa, y entre la mirada cómplice de quienes le ríen o callan ciertos gestos, comentarios o acciones, ya sea por vergüenza, miedo o cualquier otra situación mediada, sin duda, por el poder.

Una persona machista no lo es de manera aislada; lo es mientras toma cañas con su grupo de amigos y amigas, en las comidas familiares, mientras va en el transporte público y en su lugar de trabajo. Y nosotras hemos estado ahí, hemos sido esa amiga o ese amigo, ese compañero de trabajo, hemos estado en esa mesa, quedándonos atónitas, inmóviles, esperando a que la persona violentada un día se llene de valor y hable. Pero, ¿y nosotres? ¿Cuándo le pararemos los pies a ese colega que no deja de soltar comentarios machistas mientras tomamos cañas? Por miedo a perder una amistad de años ¿Por qué no nos levantamos y le decimos a nuestra amiga que sus comentarios machistas no están bien? O al vecino en el ascensor, o al del bar. O mejor aún, ¿por qué no salimos de ese grupo de WhatsApp donde se comparten chistes machistas, y les decimos: “Ahí os quedáis con vuestra mierda; esto no está bien”? 

Y me pregunto: ¿Por qué se ha pedido la dimisión a Errejón ahora, justo ahora? ¿No había antecedentes? ¿Comentarios que reprochar? 

No lo hacemos porque formamos parte de toda esta trama, de esta sociedad en la que es mejor mirar a un lado o hacer que no hemos visto nada cuando de violencias se trata, somos una sociedad que ante las situaciones que nos avergüenzan callamos, guardamos silencio, por compromiso o por conveniencia, solo hace falta mirar a la historia reciente de nuestro país.

Y sí, claro que es más fácil dejar pasar un comentario machista, hacer como si no hubiéramos escuchado. Nadie niega que levantarse de la mesa y decir que no se comparte la opinión general sea fácil, da miedo, se siente incómodo y en muchas ocasiones te encuentras sola. 

No es fácil poner el cuerpo y enfrentarnos a toda la violencia que puede venir de vuelta, ser la persona que rompe el grupo, que cambia la energía de la comida familiar o la caña con las amigas. Es incómodo, incómodo de verdad tener todas las miradas puestas en ti, que te llamen exagerada o te digan que “siempre estás con lo mismo”, pero déjenme decirles algo: el camino de quedarnos calladas ya lo hemos probado y no ha funcionado, es evidente.

Aquí estamos, ante una nueva noticia de violencia hacia las mujeres, ejercida por un hombre que ostenta el poder. Así que aunque el miedo persista, lo seguiremos haciendo porque parece que no nos queda otro camino. Pero y tú: ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a seguir callando?


Zinthia Álvarez Palomino

Afrovenezolana Creadora del proyecto literario @negrasquecambiaronelmundo que visibiliza las aportaciones de mujeres negras. Autora de los libros «Mujeres negras en la ciencia» y «Mujeres negras en la Filosofía».

www.mujeresnegrasquecambiaronelmundo.es


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